13 de noviembre de 2006

Sociología y física: jugando con cuerdas

No es la primera vez que trato en este blog temas de la física y los relaciono con la teoría sociológica. Algo nada novedoso por otro lado, si tenemos en cuenta todo el impresionante desarrollo que está teniendo lo que se ha denominado Teorías de lo Complejo.
La intención de este post radica en dos puntos: el primero motivar a los posibles lectores a que no descarten ideas teóricas provenientes de otro campo científico; y segundo, comprobar que ciencias en un principio tan alejadas como la física y la sociología comparten problemas comunes muy curiosos e interesantes.
La física se enfrenta actualmente a un dilema crucial, como conjugar la fuerza de la gravedad con las otras tres fuerzas que configuran la mecánica cuántica: la electromagnética, la fuerza nuclear fuerte y la fuerza nuclear débil. Tenemos por tanto dos grandes teorías, la relatividad y la cuántica, que han sido corroboradas pero que no se complementan, es decir, no se llevan bien.
Si la relatividad explica lo grande y lo cuántico lo muy pequeño, entonces tenemos un problema: “Por una parte, los grandes objetos están compuestos por los pequeños y resulta ilógico que unos tengan unas leyes y los otros objetos, leyes diferentes.” Y si esto no fuera poco, hay lugares donde ambas conviven: los agujeros negros y la explicación del big bang. Cuando un científico físico combina las ecuaciones para comprender cualquiera de estos problemas anteriores, llega a la conclusión de que ha obtenido un absurdo o singularidad. Así, resulta que la física se enfrenta a la tarea de encontrar algo que relacione lo macro con lo mico (seguro que este problema ya les suena).
Vayamos ahora a la sociología para intentar ver si los pobres sociólogos sufren tanto como sus colegas los físicos. La sociología tradicionalmente ha desarrollado dos grandes leyes teóricas explicativas de lo social: la teoría de las estructuras o sistemas y la teoría individualista. La primera al igual que la relatividad explica o intenta explicar el por qué de lo social a través de lo grande, de las estructuras, de aquello que está formado por muchos individuos. La segunda se parece a lo cuántico pues explica la sociedad a través de lo pequeño, es decir, los individuos. ¿Cuál de los dos posicionamientos tiene razón? Pues igual que en la física, los dos son perfectamente válidos para explicar lo grande y lo pequeño respectivamente pero, y mira tu que gracioso, resulta que lo grande esta formado de lo pequeño y lo pequeño forma lo grande, y la sociedad, al igual que un agujero negro, es un lugar donde conviven ambas fuerzas. Toma dosis de macro y micro otra vez. Y esto no sólo es un problema de la sociología, pensemos por ejemplo en la economía que desde hace tiempo divide su campo de atención entre la macroeconomía y la microeconomía.
Desde la sociología se han dado varios intentos de unificación conocidos por teorías de la integración (véase a G. Ritzer y su Teoría Sociológica Moderna para una síntesis aceptable), y la economía ha comenzado a intentar averiguar que aspectos de la microeconomía influyen en la macroeconomía. Los físicos mucho más imaginativos por lo visto han decidido jugar a las cuerdas como si el problema fuese de patio de colegio.
Una de las aportaciones a la unificación de lo macro y lo micro en física es lo que se conoce como teoría de cuerdas, y su versión más moderna y aceptada es la Teoría M. Resumiendo muy mucho, podemos decir que la teoría afirma que “todo lo que existe en el universo está formado por unas cuerdas vibrantes infinitesimalmente pequeñas.”
¿Cómo toman forma las diferentes cuerdas que dan lugar a las distintas partículas? Pues para que esto ocurra los físicos no se han acobardado y han sacado el recurso de las dimensiones. Tradicionalmente si nos preguntamos a voz de pronto cuántas dimensiones conocemos diremos tres y el más avispado dirá que Einstein formuló una más: el espacio-tiempo. Pues bien, olvidémonos del pasado, ahora la teoría M de cuerdas nos dice que existen 11 dimensiones, “que surgen de cálculos matemáticos que determinan cuántas dimensiones son necesarias para que las cuerdas vibren de manera tal que expliquen todas las fuerzas. Con el número preciso de dimensiones, las cuatro fuerzas fundamentales encajan como en un rompecabezas…”.
Pero los físicos teóricos no se conforman con 11 dimensiones, van mucho más allá y llegan hablar de universos paralelos. Para explicar estos universos se hace necesario comprender lo que es un brana y como se forma. Antes de la teoría M formulada por Edward Witten, existían diversas teorías de cuerdas cada una con su número diferente de dimensiones, Witten llegó a la conclusión de que eran necesarias 10 dimensiones y una más que diese lugar a la membrana, que es una especie de superficie.
Si las cuerdas son bidimensionales, la membrana puede tener tres o más y si tiene al energía suficiente, puede alcanzar un tamaño gigantesco, de hecho puede ser tan grande como un universo. Ya tenemos el concepto de brana.
Por tanto, si dejamos que la brana juegue con nosotros podemos afirmar que es posible que nuestro universo sea una brana, y esto permite que nuestra casa galáctica esté en contacto con otras branas, es decir, otros universos paralelos, algo muy parecido a las rebanas de un pan de molde.
Entonces, si existen varias realidades, cómo es posible que no podamos tocar o sentir las otras realidades, la respuesta que dan los físicos es que nuestros átomos no están preparados para salir de nuestra brana.
Las conclusiones se las dejo a ustedes.

1 de noviembre de 2006

Pobreza y capitalismo

Dedicado con todo mi aprecio a Pato, por impedirme que me deje llevar por ideas preconcebidas en un debate, porque su capacidad intelectual y su respeto como persona se merecían algo más digno que mi primer comentario y como muestra de disculpa y gratitud. De acuerdo o no, lo importante es el respeto que le tengo, y eso no voy a dejar que un mal comentario lo ponga en duda.

Los críticos del sistema capitalista suelen atribuirle, entre otros muchos males, la culpabilidad de la pobreza. Incluso existen corrientes teóricas como la teoría de la dependencia o la teoría marxista, que atribuyen como una condición necesaria para el mantenimiento del capitalismo la existencia de la pobreza. Este artículo intentaré mostrar lo más claro posible dos cosas: que la pobreza no es exclusiva del capitalismo; y, que de ninguna forma la pobreza es una parte vital que alimenta la existencia del sistema basado en el capital privado.
La primera tarea cuando se aborda un trabajo así es dejar claro a qué nos referimos cuando hablamos de pobreza y de capitalismo. Puede parecer algo innecesario, pues en un primer momento, todos sabemos que es pobreza y capitalismo, sin embargo, una vez vista una serie de aclaraciones conceptuales, comprobaremos que el trabajo realizado no ha sido en vano.
La definición de pobreza, como cualquier término, no está carente de subjetividades e influencias ideológicas. Pobre puede ser aquel que no tiene una casa en EE.UU., trabajo y por tanto seguro médico o cobra un sueldo inferior al medio; pero pobre también es aquel que en África no puede cubrir sus necesidades básicas (alimentación y salud básicamente). Dado el alto grado de relativismo que entre unas realidades económicas y otras nos podemos encontrar, la ONU estableció una medida o escala, que como tal puede ser más acertada o no, de considerar pobreza aquella persona que tiene que vivir con menos de un dólar al día. Ese límite se conoce también como umbral de pobreza o pobreza absoluta. Otro concepto interesante es el de pobreza relativa, que relaciona unos valores de pobreza en términos de comparación con una sociedad determinada.
El capitalismo es un sistema de ordenación económica que gestiona los recursos de una economía mediante el establecimiento de la propiedad privada y la creación de un mercado. Contrariamente a lo que suele pensarse, el capitalismo no es sinónimo de libertad de mercado o liberalismo; el intervencionismo estatal puede ser muy alto en una economía y ésta sin embargo puede seguir siendo capitalista, pues como bien hemos mencionado el capitalismo se basa en la propiedad privada y el mercado, pero no en el grado de libertad que exista en dicho mercado (mención aparte merece el capitalismo chino que tiene entre sus peculiaridades la existencia de mercados pero no el reconocimiento directo de la propiedad privada).
El funcionamiento del sistema capitalista tiene su base en lo que se conoce como la corriente circular del trabajo y el capital. Los trabajadores ofrecen su capital trabajo a una empresa que lo demanda, paga a cambio un sueldo gracias a la venta de sus productos en el mercado de bienes. Así, beneficios de empresa y sueldos van aunque en un principio parezca que no, muy unidos. Imaginemos que una industria de bienes de consumo no paga suficiente sueldo a sus empleados, estos no dispondrán de renta monetaria para consumir y la empresa no podrá conseguir beneficios al no vender sus productos. Me anticipo a las críticas de este simple esquema diciendo precisamente eso, que es simplista pero muy gráfico. Sin consumo no hay capitalismo.
Profundizando nos percatamos de que la cosa no es tan fácil, pues la empresa puede vender sus productos en un país diferente al cuál fabrica, uno donde las rentas monetarias si sean lo suficientemente altas para consumir, con lo cual la empresa obtiene beneficios igualmente, pero los trabajadores no consiguen dinero suficiente para su consumo básico.
Este esquema muy básico se complica aún más si de golpe introducimos la competencia global de una economía de mercado internacional donde hacerse con un mercado o cartera de cliente es una auténtica batalla. Es por eso que el capitalismo constantemente ha ido buscando mercados nuevos donde conseguir clientes y por tanto consumidores. Al hacer eso, desplaza consigo una corriente de riqueza, necesaria para que el círculo virtuoso se cumpla.
Evidentemente soy consciente de que todo esto es muy teórico y muy utópico, de acuerdo, pero lo que no podemos es negar una evidencia histórica. A principios del siglo XVIII las hambrunas seguían causando estragos en todo el mundo. Morirse se hambre era lo más normal para todo el globo cuando las cosechas no eran capaces de cubrir todas las necesidades de alimentación de la población. Como bien sabemos, la Revolución Industrial fue capaz de lograr en pocos años la creación de un excedente primero en la agricultura y posteriormente en el sector industrial que originó que de golpe eso de las hambrunas en Europa fuese algo muy esporádico, como producto de un conflicto bélico o un desastre natural, pero nunca por escasez.
La acusación que se vierte al capitalismo de generar pobreza es falsa, porque la pobreza ya estaba antes de que el capitalismo existiese. La acusación de que el capitalismo genera más pobreza que cualquier otro sistema económico también es falsa, porque ha sido el único sistema que ha logrado sacar por primera vez de ese estado a muchísima gente y lo está haciendo aún con un país como China y la India que hasta no hace mucho eran ejemplos de pobreza absoluta.
Vayamos con una serie de datos: “la pobreza absoluta se ha reducido muy significativamente en las dos últimas décadas, cuando el proceso de globalización se ha acelerado.” (DE LA DEHESA, G. 2003, 283). Ofrece datos al respecto que resultan evidentes: Así, diferentes estudios avalan esa afirmación:

BANCO MUNDIAL 1970 1998 1998/1970 Disminución
1. Millones de personas con menos de 1 dólar diario 1.400 1.199 -201 millones
2. Porcentaje de población total 40% 24% -16 puntos
3. Millones de personas con menos de 2 dólares/día 2.200 2.800 +600
4. Porcentaje de población total 60% 51% -9 puntos

SALA I MARTÍN
1. con menos de 1 dólar diario 554 352 -201 millones
2. Porcentaje 20% 6% -14 puntos
3. con menos de 2 dólares/día 1.323,8 973,7 -35,1 millones
4. Porcentaje 44% 18,5% -25,5 puntos

BHALLA
1. con menos de 1 dólar diario 1.262 647 -615 millones
2. Porcentaje 46,4% 13,1% -33,3 puntos
3. con menos de 2 dólares/día 1.631 1.147 -484 millones
4. Porcentaje 60% 23,3% -36,8 puntos
Fuente: Banco Mundial (2002); Sala i Martín (2002a); Bhalla (2002) cit. en Guillermo de la Dehesa (2003)

Y los datos son mucho más optimistas desde el punto de la pobreza relativa: “la reducción en términos relativos ha sido espectacular: un 60 y un 69 por 100 en el primer caso (con menos de un dólar/día), y un 51 y un 70 por 100 en el segundo (con menos de 2 dólar/día).” (DE LA DEHESA, G. 2003, 283).
También se culpa al capitalismo de haber aumentado la desigualdad en el mundo; otra vez los datos vuelve a desmontar esa falsa idea: “el coeficiente de Gini ha caído de 0,662 en 1980 a 0,633 en 1998, según Sala i Martín, y de un 0,685 en 1980 a 0,651 según Bhalla. La relación entre el 20 por 100 más rico y el 20 por 100 más pobre también se ha reducido, aunque levemente, pasando de ser 40 veces superior en 1970 a 39 veces en 1998.” (DE LA DEHESA, G. 2003, 284).
Y qué pasa con la desigualdad dirán los más atentos, no es acaso el capitalismo un sistema desigual. Por supuesto, se trata quizás de uno de los sistemas económicos más desiguales de los conocidos hasta ahora por el hombre. ¿Entonces cómo puede usted defender el capitalismo sin tener remordimientos de conciencia? Porque todo depende de cómo analicemos y valoremos la desigualdad. Ser desigual no es malo per se, al igual que totalmente bueno, sino que admite toda una serie de matices importantes que no podemos perder de vista. No somos biológicamente todos iguales, la naturaleza nos ha dotado a unos de atributos mejores que a otros, esa desigualdad natural por ejemplo no es ni buena ni mala, simplemente es el chasis que nuestra carga genética nos ha dado. ¿Qué podemos mejorarla? Por supuesto, pero siempre y cuando eso no suponga despojar de las cualidades superiores a aquellas personas que las poseen, es decir, si yo soy miope, para igualarme a una persona con una vista excelente no podemos rebajar su calidad de visión, sino construir un instrumento óptico que me haga avanzar a mí, de ahí nacen las gafas. Pues esto que parece tan evidente en el plano físico-biológico llevado al terreno económico parece que no se ve tan claro. En este ámbito, lo normal es quitar al rico para dárselo al pobre, hablando vulgarmente, esto es lo que se conoce como impuestos y Estado de Bienestar.
Pero la pregunta fundamental es: ¿debemos acabar totalmente con las desigualdades económicas? Mi respuesta es tajante, NO. Porque eso es lo que intento hacer el comunismo y acabo generando un estado de pobres y aún por encima con mayores desigualdades. Las desigualdades económicas son el impulso que lleva a mucha gente a superarse, a seguir trabajando para conseguir más cosas. Uno de los grandes defectos del comunismo es precisamente que al desincentivar a los trabajadores con un avance en su nivel económico. ¿Entonces qué podemos hacer? Aplicar medidas para dar a todos las mismas condiciones de partida. Todos somos conscientes de que con una buena formación académica, un entorno familiar adecuado y una seguridad básica que permita el desarrollo de una formación aceptable, generalmente puede eludirse el estado de pobreza. Como lo logremos si mediante impuestos o dejando al mercado actuar libremente es otro tema.