Uno puede coger y negar siempre las evidencias y así intentar vivir en un mundo más feliz e inocente, sin embargo, las pedradas del mundo real acaban a uno por despertarle de ese profundo y falso sueño de tranquilidad. Y eso es lo que más de una vez le ha pasado a José Luís Rodríguez Zapatero con ETA y su entorno.
Dejando de lado si el fracasado intento de una solución dialogada pasada (donde al presidente, como todos los anteriores ex-presidentes, se la metieron doblada y sin rechistar), fue un intento de valentía política o un acto de suprema inocencia; una cosa debe quedar clara, a ETA y su entorno no puede dejársele espacio político mientras los unos no dejen las armas y los otros denuncien abierta y públicamente el rechazo a la violencia del terrorismo. ¿Es eso posible? Personalmente creo que estos momentos no.
No porque ETA sigue sin renunciar a las armas y la violencia y Batasuna sigue sin denunciar los actos de los primeros. Pero, ¿debemos separar a ETA de Batasuna?, e intentar lograr un acuerdo con los segundos, dejando de lado a los primeros. Otra vez la respuesta es no, porque los vínculos de la izquierda abertxale con la banda terrosita son más que demostrables y claros.
Muchos dirán, ¿no se debería dejar a Batasuna participar del juego democrático, como ejemplo de una vía diferente al terrorismo? Mi respuesta vuelve a ser negativa, pues Batasuna sólo usa el sistema democrático con una intención clara, justificar las actuaciones de ETA ante la sociedad vasca en el marco de lo político-social, e intentado dinamitar cualquier acción de los demás partidos políticos para acabar con la banda terrorista. Lo ha hecho en el pasado, lo está haciendo y lo volverá hacer si dejamos que regrese a la vida política vasca con la misma fuerza con la que estaba instaurada y que tanto mal hizo a la sociedad vasca. Pues recordemos que en su mentalidad sólo existe un canon básico: o conmigo o contra mí; con todo lo que ello significa.
A todo ello se suma que las reglas básicas de una democracia están rotas en el País Vasco desde hace mucho tiempo, pues la libertad de expresión y opinión está regulada entre quienes tienen que llevar guardaespaldas porque su vida está diariamente amenazada a punta de pistola o coche bomba y los que pueden andar libremente por la calle sin peligros a su vida. Nadie puede sentarse a una mesa a negociar con una pistola en la sien frente a otra persona que no tiene ese problema y que incluso es partidario y amigo del que sostiene la pistola.
Batasuna jamás podrá concurrir a unas elecciones mientras esas condiciones no cambien en el País Vasco. Por mucho que decida cambiarse el nombre mil veces, por mucho que use maquiavélicamente las siglas de ANV (Acción Nacionalista Vasca), organización creada como escisión del PNV en 1930. Sin embargo, a partir de 1977 ha estado en toda su trayectoria política ligada a Herri Batasuna, Euskal Herritarok y a Batasuna.
Por mucho que el lobo se vista de cordero, no deja de ser lobo y tener dientes y la necesidad de legitimación política que tiene Batasuna y ETA ante la sociedad vasca, le obliga a querer participar del juego democrático, pues el desgaste político de ETA y su brazo político son más que evidentes y son conscientes del terreno que están perdiendo y del que han perdido. Necesitan de la democracia para resurgir y eso es algo de no podemos permitir, no podemos dejar que ocurra mientras no haya un compromiso en firme de los puntos más arriba escritos, a saber, el fin de la violencia y la denuncia total y firme de los segundos de cualquier uso del terrorismo para conseguir fines políticos.
Dejando de lado si el fracasado intento de una solución dialogada pasada (donde al presidente, como todos los anteriores ex-presidentes, se la metieron doblada y sin rechistar), fue un intento de valentía política o un acto de suprema inocencia; una cosa debe quedar clara, a ETA y su entorno no puede dejársele espacio político mientras los unos no dejen las armas y los otros denuncien abierta y públicamente el rechazo a la violencia del terrorismo. ¿Es eso posible? Personalmente creo que estos momentos no.
No porque ETA sigue sin renunciar a las armas y la violencia y Batasuna sigue sin denunciar los actos de los primeros. Pero, ¿debemos separar a ETA de Batasuna?, e intentar lograr un acuerdo con los segundos, dejando de lado a los primeros. Otra vez la respuesta es no, porque los vínculos de la izquierda abertxale con la banda terrosita son más que demostrables y claros.
Muchos dirán, ¿no se debería dejar a Batasuna participar del juego democrático, como ejemplo de una vía diferente al terrorismo? Mi respuesta vuelve a ser negativa, pues Batasuna sólo usa el sistema democrático con una intención clara, justificar las actuaciones de ETA ante la sociedad vasca en el marco de lo político-social, e intentado dinamitar cualquier acción de los demás partidos políticos para acabar con la banda terrorista. Lo ha hecho en el pasado, lo está haciendo y lo volverá hacer si dejamos que regrese a la vida política vasca con la misma fuerza con la que estaba instaurada y que tanto mal hizo a la sociedad vasca. Pues recordemos que en su mentalidad sólo existe un canon básico: o conmigo o contra mí; con todo lo que ello significa.
A todo ello se suma que las reglas básicas de una democracia están rotas en el País Vasco desde hace mucho tiempo, pues la libertad de expresión y opinión está regulada entre quienes tienen que llevar guardaespaldas porque su vida está diariamente amenazada a punta de pistola o coche bomba y los que pueden andar libremente por la calle sin peligros a su vida. Nadie puede sentarse a una mesa a negociar con una pistola en la sien frente a otra persona que no tiene ese problema y que incluso es partidario y amigo del que sostiene la pistola.
Batasuna jamás podrá concurrir a unas elecciones mientras esas condiciones no cambien en el País Vasco. Por mucho que decida cambiarse el nombre mil veces, por mucho que use maquiavélicamente las siglas de ANV (Acción Nacionalista Vasca), organización creada como escisión del PNV en 1930. Sin embargo, a partir de 1977 ha estado en toda su trayectoria política ligada a Herri Batasuna, Euskal Herritarok y a Batasuna.
Por mucho que el lobo se vista de cordero, no deja de ser lobo y tener dientes y la necesidad de legitimación política que tiene Batasuna y ETA ante la sociedad vasca, le obliga a querer participar del juego democrático, pues el desgaste político de ETA y su brazo político son más que evidentes y son conscientes del terreno que están perdiendo y del que han perdido. Necesitan de la democracia para resurgir y eso es algo de no podemos permitir, no podemos dejar que ocurra mientras no haya un compromiso en firme de los puntos más arriba escritos, a saber, el fin de la violencia y la denuncia total y firme de los segundos de cualquier uso del terrorismo para conseguir fines políticos.