18 de febrero de 2006

Sociología y matemáticas

¿Es posible la utilización de modelos matemáticos en la investigación sociológica? Muchos contestarán que sí, otros que no y cada una de las partes aportará opiniones suficientes para argumentar su postura, sin embargo, la pregunta que cabe hacerse no es la viabilidad o no de las matemáticas en sociología, sino la posibilidad de perder una oportunidad para el análisis social.
Clásicamente la división metodológica en las ciencias sociales entre lo cuantitativo y lo cualitativo ha sido muy marcada, quizá tanto como otro de los debates centrales, lo objetivo y lo subjetivo. Cuestiones epistemológicas nos llevan a intentar saber si el científico social puede acceder a un tipo de conocimiento objetivo de la realidad social, o por si lo contrario, todo estudio de lo humano tiene por esencia propia, un carácter subjetivo imposible de borrar. El desarrollo de las diferentes posturas no ha sido el mismo para las diferentes ciencias sociales, tomemos por ejemplo la sociología y la economía. En la primera, el desarrollo de instrumentos metodológicos y concepciones epistemológicas han sido fructíferas en ambas visiones de la realidad, por el contrario, la ciencia económica, desde el reto que supuso el historicismo económico a los postulados de la economía política clásica, reaccionó con lo que se conoce con el nombre de Revisión o Revolución Marginalista, donde la mayoría de los economistas empezaron a introducir de manera constante y abundante, modelos matemáticos para contrastar y refutar sus teorías. El desarrollo matemático de la economía fue tal que permitió la aparición de una disciplina económica propia como es la econometría, basada fundamentalmente en el uso de modelos matemáticos y estadísticos.
Y aquí es precisamente donde surge la paradoja: unos acusan a la economía de demasiado positivista, mientras la sociología no es capaz de lograr un estatus de científico en sus teorías comparable al de la teoría económica debido a la acusación de ser muy poco modelizable en términos matemáticos.
Si bien es cierto que la sociología americana tiene una tradición muy cuantitativa, a oposición de la sociología europea o continental, donde la visión cualitativa predomina sobre los recursos y métodos cuantitativos, en general podemos afirmar que la sociología tiene una carencia de matemáticas en sus investigaciones. No se trata de positivar completamente toda la teoría sociológica y abandonar el camino que nos ha conducido hasta donde nos encontramos, sino de ahondar y descubrir nuevos senderos que hagan de la sociología una mejor ciencia.
Descubrimientos que campos como la teoría de juegos, la cibernética y los sistemas complejos, como meros ejemplos, se abren ante el sociólogo como posibilidades magnificas para establecer modelos, sin embargo, para ello se hace necesario una adaptación de la matemática a los intereses del sociólogo. Debemos perder el miedo a usar instrumentos matemáticos pensando que con ello, nos alejamos totalmente de la realidad social que investigamos, todo lo contrario, en ellos debemos encontrar el apoyo para contrastar nuestros modelos sociológicos sin quedarnos en la mera filosofía.
La crítica resulta fácil, todos sabemos que la realidad social no se asemeja a la realidad de la matemática clásica, sobre todo del cálculo diferencal, donde toda su base se configura en sistemas de ecuaciones multivariables que deben admitir, en primera instancia, una serie de reducciones que hagan posible el modelo matemático, y luego aceptar los postulados propios del cálculo diferencial, a saber, la derivación y la integración. Sin embargo, sin esos pasos previos de matemática lineal, no podremos acceder a otros campos quizás más fructíferos de una matemática no-lineal, que puede aportar cosas realmente importantes a la sociología.
Insisto, y no quiero parecer reiterativo, no se trata de olvidar para siempre la teoría meramente especulativa, sino de dotar a la sociología de instrumentos válidos para la contrastación, de ir más allá del dogma teórico de la filosofía y acercar más los postulados de la ciencia explicativa y empírica a las ciencias sociales, y sobre todo, a la sociología.

Liberalismo de John Gray

Presento aquí al completo la introducción al libro de John Gray Liberalismo, publicado por Alianza Editorial.

Introducción: La unidad de la tradición liberal

A pesar de que los historiadores han descubierto elementos de la perspectiva liberal en el mundo antiguo, y más particularmente en la Grecia y la Roma clásicas, estos elementos, más que componentes del movimiento liberal moderno, son parte de la prehistoria del liberalismo. Como corriente política y tradición intelectual, como un movimiento identificable en la teoría y la práctica, el liberalismo no es anterior al siglo XVII. De hecho, el epíteto “liberal” aplicado a un movimiento político no se usa por primera vez hasta el siglo “XIX”, cuando en 1812 lo adopta el partido español de los “liberales”. Antes de esta fecha, el sistema de pensamiento del liberalismo clásico surgido, ante todo, en el periodo de la Ilustración escocesa, cuando Adam Smith se refirió al “plan liberal de igualdad, libertad y justicia”, pero el término “liberal” seguía funcionando básicamente como un derivado de liberalidad, la virtud clásica de humanidad, generosidad y apertura de mente. En consecuencia, para una comprensión correcta de liberalismo es esencial un discernimiento claro de su historicidad, de sus orígenes en circunstancias políticas y culturales definidas y de sus antecedentes en el contexto del individualismo europeo en el período moderno temprano. La razón de ello es que, si bien el liberalismo no tiene una esencia o naturaliza única y permanente, sí presenta una serie de rasgos distintivos que dan prueba de su modernidad y, al mismo tiempo, lo diferencian de otras tradiciones intelectuales modernas y de sus movimientos políticos asociados. Todos estos rasgos no son sólo plenamente inteligibles en la perspectiva histórica que proporcionan las diversas crisis de la modernidad: la disolución del orden feudal en Europa en los siglos XVI y XVII, los acontecimientos en torno de las revoluciones francesa y norteamericana en la última década del siglo XVIII, el surgimiento de los movimientos socialistas y democráticos durante la segunda mitad del siglo XIX y el eclipse de la sociedad liberal por los gobiernos totalitarios de nuestros tiempos. De esta manera, los rasgos distintivos que marcaron en sus principios la concepción liberal del hombre y la sociedad en la Inglaterra del siglo XVII se han visto alterados y readaptados –pero no hasta el punto de hacerse irreconocibles –, a medida que las sociedades individualistas que dieron vida a las ideas liberales se han ido enfrentando a diversos y renovados retos.

Existe una concepción definida del hombre y la sociedad, moderna en su carácter, que es común a todas las variantes de la tradición liberal. ¿Cuáles son los elementos de esta concepción? Es individualista en cuanto que afirma la primacía moral de la persona frente a las exigencias de cualquier colectividad social; es igualitaria porque confiere a todos los hombres el mismo estatus moral y niega la aplicabilidad, dentro de un orden político o legal, de diferencias en el valor moral entre los seres humanos; es universalista, ya que afirma la unidad moral de la especia humana y concede una importancia secundaria a las asociaciones históricas específicas y a las formas culturales; y es meliorista, por su creencia en la corregibilidad y las posibilidades de mejoramiento de cualquier institución social y acuerdo político. Es esta concepción del hombre y la sociedad la que da al liberalismo una identidad definida que trasciende su vasta variedad interna y complejidad. Sin duda, esta concepción liberal tiene fuentes distintas, e incluso contrapuestas, en la cultura europea, y se ha materializado en diversas formas históricas concretas. Debe algo al estoicismo y al cristianismo, se ha inspirado en el escepticismo y en una certeza fideísta de revelación divina, y ha exaltado el poder de la razón aun cuando, en otros contextos, haya buscado apagar las exigencias de la misma. La tradición liberal ha buscado validación o justificación en muy diversas filosofías. Las afirmaciones políticas y morales liberales se han fundamentado en teorías de los derechos naturales del hombre con la misma frecuencia con la que han sido defendidas invocando alguna teoría utilitaria de la conducta, y han buscado el apoyo tanto de la ciencia como de la religión. Por último, al igual que cualquiera otra corriente de opinión, el liberalismo ha adquirido un sabor diferente en cada una de las diversas culturas nacionales en las que ha tenido una vida duradera. A lo largo de su historia, el liberalismo francés ha sido notablemente diferente del liberalismo en Inglaterra; el liberalismo alemán se ha enfrentado siempre con problemas singulares, y el liberalismo norteamericano, aunque en deuda con las formas de pensamiento y prácticas inglesas y francesas, muy pronto adquirió rasgos propios por completo nuevos. En ocasiones, el historiador de ideas y movimientos quizá tenga la impresión de que no existe un solo liberalismo, sino muchos, vinculados entre sí sólo por un lejano aire de familia.

No obstante la rica diversidad que el liberalismo ofrece a la investigación histórica, sería un error suponer que las múltiples variedades de liberalismo no pueden ser entendidas como variantes de un reducido conjunto de temas precisos. El liberalismo constituye una tradición única no dos o más tradiciones ni un síndrome difuso de ideas, justamente en virtud de los cuatro elementos antes mencionados que integran la concepción liberal del hombre y de la sociedad. Estos elementos ha sido perfeccionados y redefinidos, sus relaciones se han visto reordenados, y a su contenido se ha enriquecido en las diversas fases de la historia de la tradición liberal y en una amplia variedad de contextos culturales y nacionales en los que con frecuencia han recibido una interpretación muy específicas. Pese a su variabilidad histórica, el liberalismo sigue siendo una perspectiva integral, cuyos componentes principales no son difíciles de especificar, más que una débil asociación de movimientos y perspectivas entre las cuales puedan detectarse algunos parecidos de familia. Únicamente así resulta posible identificar a John Locke y Emmanuel Kant, John Stuart Mill y Herbert Spencer, J. M Keynes y F. A. Hayek, y John Ralws y Robert Nozick como representantes de ramas separadas de un mismo linaje. El carácter del liberalismo como una tradición única, su identidad como una concepción persistente, aunque variable, del hombre y la sociedad son válidos aun cuando, como se sugerirá más adelante, el liberalismo haya estado sujeto a una importante ruptura, cuando en los escritos de John Stuart Mill el liberalismo clásico abrió las puertas al liberalismo moderno o revisionista de nuestros días.

Extracto el libro John Gray (1986): Liberalismo. Alianza Editorial. Madrid.

www.alianzaeditorial.es/

14 de febrero de 2006

Las caricaturas, Mahoma y la libertad de expresión

¿Libertad de expresión o respeto a toda una comunidad de creyentes? Difícil tarea elegir entre ambos. Analicemos antes de escoger al caballo ganador.

Resulta que la evolución de Occidente ha introducido en nuestra vida cotidiana una palabra desconocida anteriormente en toda la historia si descontamos la Grecia Clásica: el concepto de libertad. “Si exceptuamos el griego, prácticamente todas las lenguas antiguas carecen de una palabra que nombre sin desprecio la expresión desinhibida de ideas y emociones. En latín, por ejemplo, libertas designa el estatuto jurídico del no esclavo, pero en modo alguno una consagración de la franqueza, algo que para la cultura romana – como para la china, la japonesa, la hindú, la cristiana clásica o la islámica – implica o bien petulancia (pronunciarse sobre una cuestión sin ser preguntado), o bien contumacia (ignorar la autoridad en cada materia), o bien desenfrenada licencia, cuando no las tres cosas a un tiempo.” (ESCOHOTADO, A. 1999, 222).

Contumacia y desenfrenada licencia es lo que arguyen los ofendidos por las caricaturas, pues ¿quienes son los infieles para dibujar al profeta en sus sucios periódicos o medios de comunicación? Cuando al poder se lo desarticula y desobedece, cuando los poderosos tienen miedo de que los corderos se vean también pastores de sus propias vidas, es decir, cuando la idea de libertad intenta anidar en una sociedad, cualquier excusa es buena para que no ocurra. Llamémosle así a la libertad de expresión falta de respeto al Islam, pero no en matar en New York, Madrid, Londres, Balí y un largo etcétera. Permitamos la vejación constante e inhumana de la mujer, pero no pasemos por el aro de dejar dibujar al profeta en unas caricaturas. Respetemos aquellos que han decidido no respetarse a ellos mismos.

“La libertad como valor último de la vida se adhiere a una idea de la verdad como resultado o experiencia, por contraste con quienes la consideran ya revelada, y cultivable con credos. Aunque en ambos casos verdad sea sinónimo de realidad, nos hallamos ante realidades distintas. Una se define sola, mientras no sea despojada de su recurso natural y suficiente, que es el abierto examen de las cosas”, como observaba Jefferson. La otra exige fe, y clausura los debates con un dogma u otro. Donde esta segunda es hegemónica, una densa malla de costumbres y reglamentos entorpece sin pausa tanto el lado formal como el material de la autonomía.” (ESCOHOTADO, A. 1999, 224-225).

8 de febrero de 2006

El calzador de Bolonia

Ete aquí que nos vemos sumergidos de pronto en un plan de adaptación europeo de estudios universitarios, proyecto conocido como Tratado de Bolonia. Básicamente consiste en dotar a las universidades de más recursos, hacer compatibles las diferentes titulaciones entre los países miembros de la U.E., implicar más en la relación académica el binomio profesor-alumno, etc.
Todo muy loable y merececor de atención, pero con qué nos encontramos los estudiantes este año a manera de sorpresa: Que los programas de las asignaturas pensados para un espacio temporal de un año se ven reducidos a cuatrimestres. En un principio no habría problema, se adapta el plan al nuevo tiempo del que se dispone. ¿Qué ocurre en realidad?: Para que cambiar y adaptar un programa si con el que llevo ya diez años me va estupendamente, piensa el profesor, se verá lo que se pueda en clases y el resto en fotocopias o lecturas o algo que se me ocurra. Ahora, llevar yo el trabajo extra de adaptar mi asignatura a Bolonia, ni de coña que hasta el 2010 hay mucho tiempo.
Así estamos, con programas anuales en asignaturas cuatrimestrales, todo ello adaptado usasando un calzador haber si funciona. Se piensan algunos profesores que los alumnos somos como los zapatos, que al principio nos costará adaptarnos al nuevo pie, pero con el tiempo acabamos cediendo. Esperemos que no surgan heridas ni callosidades, pero todo es cuestión de tiempo.

7 de febrero de 2006

"Ética para un mundo global" de Amelia Valcárcel

Crítica al libro de Amelia Valcárcel "Ética para un mundo global"

El universalismo que propone Amelia Valcárcel es una mezcla entre lo que se ha llamado universalismo sustancial o comprensivo y el deliberativo, a la luz de una tipología establecida por Pier Paolo Donati[1]:

“ podemos establecer la siguiente tipología:

a) Un universalismo sustancial o comprensivo, según el cual existen realidades universales, entre las que se incluye la naturaleza humana, con sus derechos humanos.

b) Un universalismo deliberativo, que admite la posibilidad de llegar a decisiones de valor universal (erga omnes) como fruto de una comunidad de discurso y de elecciones razonables entre los participantes.

c) Un universalismo convencional, según el cual el universalismo es una mera convención…

d) Un universalismo funcional, según el cual los dos lados de la distinción particular/universal, son intercambiables y lo universal es sólo un operador de las diferencias.

e) Un universalismo simbólico, según el cual lo universal está en la capacidad humana de elaborar y referirse a modelos culturales válidos y significativos para todos los actores de la especie humana.”

Sin embargo, todo tipo de universalismo tiene un defecto, el colocar el interés principal no en la persona, sino en la pertenencia al grupo, a la comunidad, a la cultura. Es a esta a la que debe respetarse y no herir, son estas las que deben convivir y relacionarse, pero parece que nos olvidamos que en última instancia, son las personas, los individuos los que se relacionan. Consigue que los ciudadanos, los miembros de la sociedad convivan entre sí, y tendrás a las culturas, los grupos, las minorías conviviendo en paz y armonía.

Amelia Valcárcel ha encontrado el mapa, pero se ha equivocado a la hora de escoger el medio de locomoción. Nuestro mapa de orientación son los derechos universales, sin duda, pero no podemos montarnos en el Estado-Nación, ni en los grupos, ni las culturas. Nuestro vehículo, si queremos que la cosa funcione, es el individuo y la vitamina que nos sirva de alimento, de combustible, no es reducir la libertad. Todo un buen trabajo puede venirse abajo con ideas como las expresadas por la autora: “Lo que llamamos libertad, racionalidad, tolerancia y que creemos que son conquistas, son los rasgos de una nueva barbarie.” (VALCÁRCEL, A. 2002, 250).

Los totalitarismos del siglo XX y los que aún perviven en Cuba, China, Corea del Norte y muchos países más, se toman en broma tales logros que la autora no parece valorar en su total importancia.

La situación actual del mundo tiene su parte de responsabilidad en Occidente, culpable del colonialismo, las guerras mundiales, estados hambrientos de territorios y victorias para justificar ganancias políticas. Sin embargo, también representa la aparición de la ciencia, los derechos, la democracia; y todo ello no sería posible sin libertad, racionalidad y tolerancia.

La filosofía esencialista, escuela claramente defendida por la autora, sufre una crítica atroz y justa por el existencialismo, acusada de ocuparse solo de lo universal y de construir por medio de la razón grandes entramados intelectuales en los que todo es coherente, pero donde el hombre no encuentra solución a sus problemas. El existencialismo centra su preocupación en la existencia concreta y singular del hombre y sostiene que este es un ser incompleto que está arrojado en el mundo, donde va realizándose mediante el desarrollo de su libertad a través de elecciones constantes que aumentan en él su sentimiento de responsabilidad y su conciencia de finitud.

La defensa de su humanismo, nada desdeñable desde luego, pierde credibilidad, pues como es posible defender un humanismo sin libertad, racionalidad y tolerancia. El humanismo es un movimiento que se asienta en la concepción del ser humano como el más importante componente de la realidad.



[1] [1] PAOLO DONATI, PIER (1997): El desafío del universalismo en una sociedad multicultural en Revista Internacional de Sociología (RIS) nº 17/1997 (Mayo-Agosto), pp. 7-39.

La OCDE lee la cartilla a España

No quiero que me vengan con estupideces del tipo a los sociólogos que más le da los temas económicos, que les importa que el rendimiento por trabajador en España sea el más bajo de toda la OCDE o cosas por el estilo, porque al primero que afirme tal cosa y se consideré sociólogo, había que destitularlo o por lo menos, al igual que los conductores cuando pierden todos los puntos de su carnet, que vuelva a una facultad de sociología para sacarse de nuevo la licenciatura.
Los datos que aporta la OCDE en su último informe no son nada halagüeños con el futuro de la economía española, que básicamente nos dice:
1. los costes de despido son los más caros de Europa y nuestra estricta legislación, frenan la inversión extranjera.
2. altos costes laborales
3. somos menos productivos, donde el rendimiento del trabajo cae a un 1,3 %.
4. tenemos una fiscalidad poco atractiva con unos tipos impositivos altos.
5. a todo ello debemos sumar lo alto que está el euro, que frena nuestra competitividad en precios con Europa y el resto del mundo.

Los problemas económicos y sociales que puede provocar en la sociedad española de seguir manteniendo esa tendencia no son sólo cosa de economistas, sino también de sociólogos, pues la pérdida de inversión y puestos de trabajo provoca inestabilidad social, falta de cohesión, problemas de desarrollo en áreas menos favorecidas, etc. La cosa no es para tomársela en broma, aunque este nuestro gobierno parezca demostrar que puede dormirse sin remordimientos de conciencia.

5 de febrero de 2006

Salustiano del Campo: "Familias: Sociología y Política" (y II)

La juventud de ahora, nunca lo ha tenido más fácil ni más difícil que antes; simplemente cambian los contextos socioeconómicos. Quizás antes fuese más sencillo encontrar un puesto de trabajo, o no caer en el consumismo que tan abiertamente rechaza Salustiano del Campo; sin embargo, las posibilidades de morir en un conflicto bélico eran mucho mayores, a todo ello debemos sumar también que actualmente la preparación académica es mucho mayor, aunque también es cierto, es mayor la competencia en el mercado laboral. No comparto la tan tópica y manipulada idea de la falta de valores de la juventud, el no compartir los valores de los adultos no significa no poseer valores, simplemente es que estos no concuerdan. El ser humano es un ser de valores por naturaleza, y estos no permanecen constantes e inmutables en el tiempo. Exagerado considero también la afirmación: “Hoy por hoy, los jóvenes constituyen en nuestras sociedades un bloque confuso y marginado, cuya capacidad para conseguir un grado significativo de poder está fuertemente controlado por los adultos.” (CAMPO, S. DEL: 1995, 71) La lucha generacional se remonta en los tiempos desde que existen jóvenes y adultos, unos deseando alcanzar lo conseguido por los otros, y los otros negándose a perder lo que tanto les ha costado. Los jóvenes no están mucho más confusos o marginados; al contrario, son los que más en contacto están con los cambios e innovaciones sociales, de ellos depende el avance, el cambio, lo nuevo.
Termina el libro con las diferencias entre los planes de políticas familiares del franquismo y la democracia, no voy a entrar aquí en marcar cada una de las diferencias, sustanciales eso si, entre cada uno de ellas. Me interesa más exponer que los códigos legales y jurídicos no son más que parte del reflejo de la sociedad, o eso es lo que deberían ser; sin embargo, hasta que punto eso es posible es muy discutible, algunas veces el Derecho se ha encontrado por delante de la sociedad, pero en la mayoría de los casos la sociedad ha tenido que esperar que el Derecho haya decidido llegar hasta donde ella ha llegado.
Resumiendo, y dejando claro que comparto la tesis central del libro, donde la familia ha sustituido al estado en el cumplimiento de una serie de tareas sociales. Noto en el autor cierto miedo por la destrucción de la familia, su desaparición, desmembramiento; que por supuesto no comparto. La familia cambia, haciendo una analogía entre la consabida frase: “la energía ni se crea ni se destruye, sólo se transforma”, considero que la familia no se destruye, sólo se transforma. No debemos tener miedo a las nuevas familias simplemente porque no se adapten a la concepción tradicional del concepto que poseemos de familia; lo importante es que la gente quiere seguir compartiendo su vida con otras personas, desea seguir teniendo hijos, desea al fin y al cabo, tener una familia; que más da si esta es monoparental, conyugal, extensa, heterosexual, homosexual, etc. Abordando un tema de actualidad candente como la reciente aprobación de la ley de parejas de hecho, el que los homosexuales (gays y lesbianas), puedan legalizar su familia como un matrimonio, no creo que acabe con la familia conyugal heterosexual, al fin y al cabo, los heterosexuales seguirán prefiriendo parejas de distinto sexo y deseando formar una familia, indiferentemente de si los homosexuales pueden casarse o no. Ante el fantasma de la desaparición de la familia, esta no desaparece, sino todo lo contrario, aparece una nueva forma familiar que refuerza la importancia de la familia en la sociedad, así es como debemos ver los procesos de cambio que estamos viviendo.

BIBLIOGRAFÍA

SALUSTIANO DEL CAMPO (1995): Familias: Sociología y Política. Editorial Complutense. Madrid.

JACK GOODY (1986): La evolución de la familia y el matrimonio en Europa, Editorial Herder, Barcelona.

Salustiano del Campo: "Familias: Sociología y Política" (I)

En la elaboración de un comentario critico sobre una obra, el crítico debe antes de sumergirse en las procelosas aguas de la opinión crítica, ubicar el texto en un marco histórico y social. De no hacerlo, puede caer en la criticona fácil que otorga por ejemplo, el paso del tiempo o la experiencia. Esto ocurre con el libro de Salustiano del Campo titulado Familias: Sociología y Política; a los ojos de un estudioso de la realidad social actual, los argumentos expuestos por el autor pueden parecer trasnochados o incluso tildados de conservadores, si es que puede acusarse de forma despectiva a alguna persona de conservadora; sin embargo, personalmente considero que la tesis central de la obra sigue hoy en día muy vigente, aunque las condiciones socioeconómicas que la demuestran hayan cambiado desde la fecha en que Salustiano del Campo realiza y publica su estudio; recordemos que la data de publicación es del año 1995 y mucho ha llovido desde entonces en este país en relación con el tema que nos ocupa y preocupa: la familia.
La intención final de Salustiano del Campo es demostrar como ante la inoperancia y escasez de las políticas públicas familiares del último gobierno socialista, recordemos que estamos hablando de los años noventa, la sociedad, y más en concreto la familia, toma el relevo ante los temas que considera fundamentales y ocupa el lugar que esperaba ocupasen los poderes públicos; en las propias palabras del autor: “Ni el Programa 2000 del Partido Socialista Obrero Español guardaba demasiada relación con la manera como en Europa se miraba a la familia en los años ochenta, no se han cumplido sus intenciones de situarla en España en el mismo plano que las opciones que se le reconocen. Paradójicamente, ahora que se ve el horizonte el final de esta etapa de nuestra democracia, cabe señalar que el fracaso de la acción del gobierno socialista en dos puntos concretos, la reducción del paro y la lucha contra la drogadicción, ha fortalecido a la familia, que es la que, sacando fuerza de sus desprotegidas flaquezas, ha proporcionado apoyo material y espiritual a los jóvenes perjudicados por ambas lacras. Sin duda éste no era el propósito, pero así han rodado las cosas” (CAMPO, S. DEL: 1995, 13) Y todo ello a pesar de los tremendos cambios que ha sufrido la familia durante la etapa de la transición y la democracia.
Para defender su postura, realiza Salustiano del Campo un trabajo de análisis dividido en tres partes, que coinciden con las divisiones naturales en las que se estructura su obra. En la primera de ellas, aborda la familia desde un punto de vista teórico, intentando dar una definición de familia, y posteriormente analizando los procesos de cambio que se producen y han producido en la institución familiar. Expone también diferentes modelos matrimoniales y tipos de familias así como un comentario sobre la familia simétrica y el trabajo de la mujer. Para terminar con esta parte, nos habla de la marginación de la juventud.
La segunda parte, por así decirlo, es la parte más cuantitativa del libro, mediante el análisis de una serie de datos demográficos, Salustiano del Campo intenta acercarnos en un primer momento a la situación de la población europea; terminando con los cambios más recientes en la familia española.
Por último, la tercera parte, para mí la de más interés junto con la tesis central del libro, donde el autor hace una comparativa de las políticas familiares durante la etapa del franquismo y la democracia.
Ofrece Salustiano del Campo no una definición de familia, sino dos, conocedor de la dificultad que presenta esa tarea. La primera de ellas corresponde a Burgess y Locke: “grupo de personas unidas por lazos del matrimonio, de la sangre o de la adopción, que constituyen un hogar y que se comunican e interaccionan en sus papeles sociales de marido y mujer, madre y padre, hijo e hija, hermano y hermana, y que crean y mantienen una cultura común”. Llegados a este punto, debemos señalar dos corrientes en los estudios de la familia, la consideración de la familia conyugal como universal, donde caben dos corrientes:
a) Los que aceptan la universalidad de la familia: Goode, Burgess, Locke.
b) Levy-Strauss que defiende que no hay una ley universal para la familia conyugal, ni siquiera hay una demostración clara de evolucionismo lineal de las formas familiares. Todo tiene que ver con la capacidad de adaptación al entorno, a la cultura.

La segunda definición que nos ofrece el autor es la de las Naciones Unidas: “Textualmente parece sobreentenderse por familia, en los documentos de la ONU, una institución social de origen natural, basada en lazos de relación derivados del matrimonio, de la descendencia o de la adopción, y constituida, en su forma originaria o nuclear, por los padres, normalmente casados, aunque no necesariamente, y sus descendientes, los hijos, unidos por lazos familiares fortalecidos por el amor y el respeto mutuo” . A las que hay que sumar otros nuevos tipos de familias como las monoparentales, las familias plurigeneracionales, y las familias poligámicas y comunales.
Resumiendo, nos encontramos ante dos posturas que definen familia de manera diferente, con pequeños matices, aunque también con semejanzas. Personalmente considero que ambas tienen una visión reduccionista del concepto de familia, y sin caer premeditadamente en el fallo que anunciábamos al principio de esta recensión, creó que debe superarse, por lo menos en el campo de los estudios sociales de la familia, la concepción de ésta como la unión de un hombre y una mujer y ampliar la definición más allá del simple sexo de los miembros de la familia.
Continuando con la exposición de Salustiano del Campo, se está produciendo una deconstrucción de la familia, una serie de disociaciones en los papeles que tradicionalmente se han otorgado a la familia y el matrimonio, que en la actualidad están saliendo del ámbito familiar. Papeles o roles como el hogar, la relación económica, la relación sexual y la reproducción; que ya no se realizan únicamente dentro del entorno de la familia.
Se producen una serie de consecuencias a partir de lo expuesto anteriormente:
a) Separación del ejercicio del sexo y la procreación
b) Del acto sexual y la concepción
c) Del sexo y el matrimonio
d) De la procreación y el matrimonio
e) De la concepción y la paternidad

Debo una vez llegados a este punto, hacer una serie de objeciones de nuevo. Ante la idea, y cito textualmente: “La idea de que el ejercicio del sexo pertenece íntegramente a la esfera del individuo es una innovación revolucionaria producida en el siglo XX. La actividad sexual nunca había sido considerada de este modo, y no por su naturaleza, sino por sus consecuencias.” (CAMPO, S. DEL: 1995, 35) Otros autores han demostrado que anteriormente a la instauración de la familia romana en occidente, la familia germánica era totalmente diferente, donde si se entendía el sexo fuera de la familia y como un acto individual; esta idea y otras muchas sobre el cambio radical que supuso la instauración cuasi-obligatoria de la familia romana por parte la Iglesia Católica Romana es defendida por Jack Goody.
La otra crítica, y cito de nuevo textualmente: “Al convertirse el nacimiento de los hijos en una opción de consumo...” (CAMPO, S. DEL: 1995, 35) Los hijos si bien es cierto que deben ser fruto del amor, siempre han sido una opción de consumo, aunque también de producción, papel fundamental que también adquirían en el pasado.
Y es a partir de aquí y hasta la finalización del libro, donde Salustiano del Campo se adentra, en lo que personalmente me parecen, ideas muy discutibles. Aunque si bien es cierto que el papel de la mujer adquirido, perseguido y deseado, ha provocado una serie de transformaciones radicales en la familia, no podemos culpar de todo los procesos negativos a las féminas. El tan manido tema de la conciliación laboral y familiar, el igualitarismo del que habla el autor, que considera una cuasi utopía social, deben buscarse y lograrse, y el hombre, tanto o incluso más que la mujer, debe saber buscar el nuevo papel que la sociedad le está exigiendo.