Hemos pasado por el Día de la Tierra y el Día de la Madre, que no es que no sean importantes, pero me sorprende que tengan más repercusión que el Día Mundial de la Libertad de Prensa. En un mundo donde sólo el 16% de la población mundial puede disfrutar de unos medios de comunicación libres, pienso que no se defiende como se merece una de las caras más importantes y fundamentales de la libertad.
Y salvo preocupantes excepciones, libertad de expresión y prensa suelen ir de la mano de riqueza y bienestar económico. No es de extrañar por tanto, que sea en los países pobres donde más destaque esa falta de libertad de comunicación de los medios.
Un punto que me preocupa personalmente es Latinoamérica, donde la expresión libre de los medios de comunicación está cada vez más expuesta a los ataques de intereses opresores. Siendo Cuba y Venezuela los más tristes exponentes de la misma.
Sin libertad de opinión, expresión y prensa difícilmente puede salvaguardarse la libertad individual y darse a conocer los atropellos contra la misma de aquellos que odian la libertad.
Primero fue la revolución política para asentarse en el poder, llegó luego la revolución económica para someter en las manos del Gobierno y del Estado la economía del país. Ahora que política y económicamente Venezuela está atada y sumisa en las manos de Chávez, le toca la hora a la cultura. No es un proceso diferente del que tomaron en su tiempo otras dictaduras: primero preparan las leyes para el juego, luego se apoderan de la economía para, finalmente, intentar apoderarse del imaginario social de la gente. El proyecto de Chavez es el de todo buen dictador: vota, trabaja y piensa como Chávez quiere que se haga. No hay otra vía, no hay otro camino; pues una de las características del caudillismo es: "no pienses tú, que ya piensa el amado lider por ti."
Hace escasas semanas se anunció el PRL o "Plan Revolucionario de Lectura", cuyo objetivo principal no es difundir el hábito de la lectura. A pesar de que Chávez insisite en que lo fundamental es "leer, leer y leer [...]"; ya que la frase continúa sin tapujos "[...] consigna de todos los días. Lectura para la conciencia." ¿Para la conciencia de quién? se preguntará uno, pues para: "reafirmar los valores conducentes a la consolidación del hombre nuevo y la mujer nueva, como base para la construcción de la patria socialista", "desmontar el imaginario del capitalismo" y "recontextualizar la historia". Y por si queda alguna duda de que se trata de un proyecto ideológico e ideologizante, un extracto de la noticia en El País:
"Sí que lo es", dice sin rubor Edgar Páez, representante de la Oficina Nacional del Plan Revolucionario de Lectura, con la convicción de que hasta las recetas de cocina guardan entre sus líneas un mensaje ideológico. "Ha habido una declaración explícita del comandante-presidente en el propio acto de lanzamiento, cuando advirtió que se trata de un plan de formación, y todo plan de lectura es un proyecto de formación ideológica", sostiene Páez en una entrevista publicada por el semanario Todos Adentro, que edita el Ministerio de Cultura. Una de las preocupaciones, dice Páez, es que "los niños están siendo formados con libros que aún llaman descubrimiento a la invasión del Imperio español u otros eufemismos que buscan endulzar el genocidio de los pueblos originarios. Nosotros queremos, como parte de este plan, comenzar a llamar a las cosas por su nombre".
Este proyecto que no busca venezolanos formados, instruidos, capacitados para la reflexión sino configurar una masa servil, complaciente y disciplinada con el poder. Se busca configurar un imaginario social común de valores no discutidos ni discutibles, imposibles de ser rechazados sin temer las consecuencias.
Pero el intento de crear una masa sin voluntad propia no comienza con este plan, sino que proviene ya de mucho antes. La lucha de Chávez contra los medios de comunicación contrarios a él eran las primeras piedras sobre la que edificar su cárcel ideológica. En el terreno educativo la jugada le salió peor porque se topó con una clase universitaria contraria a él y que era consciente de lo que se estaba poniendo sobre la mesa: la libertad.
Los universitarios eran conscientes de que la libertad política estaba perdida, la económica también y sólo les quedaban las libertades de libre pensamiento. Chávez sabía también que con ellos era imposible, pero que los universitarios dejan un día de serlo y las generaciones de jóvenes que les anteceden son más maleables. El PRL busca difundir de manera gratuita una serie de libros con un claro contenido ideológico y no lo hará en las aulas universitarias, sino en las calles, en los colegios de primaria, en los consejos comunales.
No resulta pues extraño que la llegada de pensadores como Mario Vargas Llosa, Álvaro Vargas Llosa o Apuleyo Mendoza haya levantado miedo entre los gerifaltes y seguidores de ese dictador que es Hugo Chávez: unos videos como botón de muestra:
La presencia de estos intelectuales fue motivada por la invitación de Hugo Chávez para participar en un debate en su programa Aló Presidente! en su emisión nº 100. Al final no se realizó el anunciado debate, Chávez fue consciente de que no tenía ninguna posiblidad de salirse con la suya.
La guinda la pone la periodista de VTV al preguntarle a Mario Vargas Llosa si cree que en España o en el Perú podría hacer críticas contra el gobierno, incluso dice si en España podría hacer críticas contra el Rey, Vargas Llosa responde: "Absolutamente podría, es un país libre". En este momento la pobre periodista sufre un shock de realidad democrática.
Las fronteras tienen un defecto y es que como no son límites matemáticos, son difícilmente perceptibles los supuestos lados que deberían separar; se complica la cosa sobre todo cuando nos estamos refiriendo a fronteras tan poco tangibles como la que puede darse entre libertad y libertinaje. Y ese creo que es uno de los problemas que subyacen en el secuestro de la publicación de la revista de humor “El Jueves”. Para los lectores que no sean españoles o aquellos que no sepan de que se trata el tema del secuestro haré un breve resumen. En el debate sobre el estado de la nación celebrado hace unas semanas, el presidente del gobierno José Luís Rodríguez Zapatero anuncia que todos los niños que nazcan a partir del día de la propuesta, tendrán una ayuda estatal de 2.500 €. Como toda propuesta política, el debate después del anuncio estaba servido para todo aquel que quisiese participar en él. La revista de humor político - social “El Jueves”, recoge en portada el debate y la noticia con una escena de los Príncipes de Asturias practicando sexo con Doña Leticia buscando setas y el Príncipe Felipe detrás de ella, ya me entienden. Con el número en la calle, el juez Juan del Olmo decide retirar del mercado la publicación y clausurar temporalmente la página web ante un supuesto delito de falta contra el honor de sus altezas reales los Príncipes de Asturias. Era la primera vez en 21 años que un juez ordenaba tal medida y claro, el debate estaba de nuevo servido. Los defensores del secuestro de la revista arguyen que se debe vigilar en todo momento por la integridad, el honor y la imagen de cualquier persona que pueda verse menospreciada por una publicación o medio de comunicación, en una clara defensa por los derechos al honor del individuo. Otros, piensan que hacer eso tipo de humor con personalidades de rango como la realeza o la Iglesia no debería estar permitido, pues consideran que dichas instituciones deben ser respetadas por lo el simbolismo que representan para una parte de la sociedad. Los detractores de la medida defienden que dicha medida ataca directamente a la libertad de expresión y a la libertad de prensa, unos de los pilares fundamentales de toda democracia. La defensa de dichos derechos debe anteponerse independientemente de quién sea la persona o institución que sea objetivo de crítica o sarcasmo. A nadie se le escapa que la mejor forma de controlar y defenderse de aquellos que están en nuestra contra es acallar las críticas por todos los medios, por eso en cualquier dictadura de izquierdas o de derechas, la libertad de expresión y la de prensa, junto con la de cátedra y sobre todo la libertad individual, brillan por su ausencia. Personalmente opino que todos y ninguno de ellos tienen razón; intentaré explicarme. Estoy totalmente de acuerdo en lo vital y necesario de la libertad de prensa en una democracia, como liberal que soy, considero que el poder expresarse libremente y hacer constar cualquier opinión por escrito u oralmente es uno de los derechos fundamentales de todo individuo. Ahora bien, ¿hasta qué punto puedo ejercer mi derecho, es decir, hasta qué punto mi libertad no se convierte en libertinaje, en un abuso y mal uso de mi derecho? El límite además de marcárselo uno individualmente, que debe ser el primer paso y el más importante, está en el respeto a la dignidad y el honor de la persona que se encuentra frente a mí. Pero claro, en este punto vuelve el tema de la frontera; distinguir la línea que separa el lado de lo correcto del lado del insulto es muy difícil, hasta el punto en que lo que yo puedo considerar palabras no ofensivas pueden ser para otra persona un ataque en toda regla a su integridad. Personalmente creo que las imágenes del seminario, a toda luz, pueden ser ofensivas, y digo pueden, porque en ello lo que más calibra la balanza hacia el lado de lo ofensivo o no es la percepción de la parte supuestamente ofendida. En el caso que nos ocupa, el asunto cae en manos de los Príncipes de Asturias, como caería en las manos de cualquier otro ciudadano español que se viese en la misma situación. Lo anterior nos lleva a criticar la actitud del juez Juan del Olmo, porque actúa de oficio, es decir, sin la petición expresa por parte de la Casa Real o de los implicados mediante una denuncia legal. Se coloca el juez en la figura del acusado, del defensor de los derechos de unos individuos que tienen completa capacidad jurídica y legal para ejercer la defensa de sus derechos, o lo que es lo mismo, suplanta su capacidad y se coloca en la tesitura de considerar que los Príncipes deben ser defendidos. Tenemos un juez que es fiscal y juez a la vez, y eso personalmente no me gusta, porque para acusar está la fiscalía, para defender los abogados defensores y para juzgar y dictar sentencia están los jueces, y confundir los papeles es peligroso para cualquier sistema jurídico que se considere justo. Hoy ha sido “El Jueves”, pero qué impide a un juez secuestrar en el futuro una publicación, mediante un acto de oficio, que narre críticas feroces a un Gobierno determinado o una institución pública o privada. ¿Justifica todo lo mencionado anteriormente la portada de “El Jueves”? Bueno, depende también de la percepción de cada uno. Personalmente pienso que la viñeta si era ofensiva, porque no me gustaría verme a mí reflejado en ella con mi pareja en la misma postura, se trata en mi caso de pura y llana empatía. ¿Significa mi actitud coartar la libertad de prensa? No, porque en el caso de verme ofendido por la revista, actuaría como individuo libre y poseedor de una serie de derechos y herramientas para defender mi supuesto honor vilipendiado. Resumiendo, lo que quiero decir es que no quiero que nadie use mis derechos por mí o piense por mí lo que es mejor para mi honor o integridad. Los jueces deben actuar a instancia mía o de la fiscalía, pero nunca por voluntad propia. Por último, quiero también llamar la atención sobre el hecho de que se usen diversas varas de medir en este tema; hablo claro está de por ejemplo no se prohíba la publicación de un diario como GARA de clara filiación terrorista abertzale y que sirve como medio de propaganda para una banda terrorista como ETA. Aquí se dice que no existen pruebas determinantes de la supuesta relación directa entre el medio y la banda, pero yo pensaba que la apología del terrorismo era un delito en España y los jueces en este caso no hacen nada.