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20 de agosto de 2015

La miseria del político

"[...] cuanto más se gane en poder, más se pierde en saber"
 Karl R. Popper, La miseria del historicismo

El verano es tiempo para esos idilios intensos, ardientes y apasionados tan apropiados para los días largos y calurosos que estas fechas nos ofrecen. Y yo, fiel a esa idea de que las bicicletas son para el verano encuentro siempre mi "summer nights" en forma de libro. Si el año pasado fue El universo elegante de Briam Greene, que nos acerca los últimos descubrimientos de la física teórica, sobre todo la teoría de supercuerdas; este año mi amor era Universos ocultos. Un viaje a las dimensiones extras del cosmos de Lisa Randall la cual nos habla de que el universo tal y como lo conocemos, sigue siendo un misterio y que oculta muchas más secretos, como una cebolla, de lo que en principio sospechamos.

Todo iba sobre ruedas entre dimensiones extras, branas, espcios de Calabi-Yau y cuerdas hasta que por casualidad, en un debate en red sobre el fin de las energías basadas en los restos fósiles, mencioné la imposibilidad que tiene el ser humano de conocer el futuro y predicirlo, por el simple hecho de que desconoce el nivel de tecnología que habrá en ese momento. Esa tesis es el principal argumento contra el historicismo de Karl R. Popper, filósofo de la ciencia y sociólogo de principios del siglo XX y fuerte opositor del positivismo. Idea que que fue expuesta en su libro La miseria del historicismo.

Leido en mi etapa universitaria mientras cursaba mi licenciatura de sociología, recuerdo que el libro dejó en mi buenos momentos, sobre todo porque formaba parte de esas lecturas que yo me buscaba para desintoxicarme del pensamiento único que impregnaba macachonamente mi facultad. Y como es viejo amor de verano, me entró la melancolía y decidí leerlo de nuevo y bueno, el resultado fue embriagador.

Si bien por aquel entonces, me interesaba más el aspecto epistemológico del libro y sus relaciones más directas con la sociología de la ciencia y del conocimiento,debido a que en el aula se empeñaban en hacernos tragar, por las buenas o por las malas, a Marx como científico y a Karl Mannheim como sociólogo de referencia con su Ideología y Utopía: introducción a la sociología del conocimiento. Ahora descubría un Popper que aportaba grandes ideas a problemas más cercanos a la filosofía y la sociología política. Además, por aquel entonces no había descubierto aún La falta arrogancia de Hayek y mucho menos había produnfizado en su concepción sobre metodología de las ciencias sociales con conceptos tan claves como "cientifismo", "constructivismo", "ingeniería social" o la propia "fatal arrogancia". Lectura que ahora enriquecía de manera potencial la obra de Popper.

Y esa nueva fascinación por el autor de La sociedad abierta y sus enemigos viene de como en la obra, Popper ha sabido captar la mentalidad del intervencionista de una forma magistral, y debido a que no hay mayor ni mejor intervencionista que el político, muetra realmente cual es el modus operandi de éstos.

Partiendo de su crítica al historicismo, corriente que busca las leyes históricas del desarrollo social, y dejando patentes las conexiones que entre historicismo y holismo existen, Popper habla de que existen dos formas de lograr que las ciencias sociales, y la sociología en concreto, hagan ciencia. La primera es la que define como ingeniera fragmentaria y la segunda la que define como ingeniería holística. La ingeniería fragmentaria, sin llegar a extenderme, es consciente de la dificulta de un conocimiento holístico y que por tanto, el científico debe centrarse en unos cuantos aspectos, que deben ser vistos desde la óptica de alcanzar algunos, no todos, los fines a traves de los medios disponibles (nótese su semenjanza con la definición de empesario que maneja la Escuela Austríaca de Economía). La ingeniría holística por el contrario, considera que la clave está en manejar por completo los medios, porque así, podrán alcanzarse todos los fines que se propongan. Asi, dice Popper:
"La ingeniería social utópica u holística, como opuesta a la ingeniería social fragmentaria, nunca tiene un carácter privado, sino sólo público. Busca remodelar a toda la sociedad de acuerdo con un determinado plan o modelo; busca apoderarse de las posiciones claves; y extender el poder del Estado... hasta que el Esado se identifique casi totalmente con la sociedad, y busca, además, controlar desde esas posiciones clave; las fuerzas históricas que moldean el futuro de la sociedad en desarrollo; ya sea parando ese desarrollo, ya previendo su curso y adaptando la sociedad a dicho curso."
Además, el ingeniero fragmentario sabe que no sabe, es decir no cae en esa fatal arrogancia que también explica Hayek, por lo tanto, da un valor excepcional al error y la equivocación, por cuanto es de ahí de donde puede extraer las lecciones necesarias para aprender y mejorar:
"Para el ingeniero o tecnólogo fragmentario, estas opiniones significan que, si quiere introducir métodos científicos en el estudio de la sociedad y en la política, lo más necesario es la adopción de una actitud crítica y el darse cuenta de que no sólo es necario el ensayo, sino también el error. Y tiene que aprender no sólo a esperar que haya equivocaciones, sino a buscarlas conscientemente."
El científico fragmentario descubre que "todos sufrimos una debilidad poco científica: el querer siempre tener razón", pero lucha contra ella con todas sus fuerzas. Todo lo contrario que ocurre en los holísticos, "y esta debilidad parece estar particularmente extentida entre los políticos".

Y esa es una de las características del método holísta, su negativa a reconoer errores, problema además que lleva en su propia esencia y que no puede permitirse el lujo de cambiar. Como bien expone Popper:
"La razón es que todo intento de planificación en gran escala es una empresa que tiene que causar, dicho de forma suave, considerables molestias a mucha gente y por un espacio de tiempo considerable. [...] será parte de su trabajo suprimir las objecciones no razonables. Pero con éstas supimirá también invariablemente la crítica razonable. [...] pasa por alto el hecho de que, si es fácil centrlizar el poder, es imposible centralizar todos los conocimientos distribuidos en muchas mentes individuales, cuya centralización sería necesaria para el sabio ejercicio del poder centarlizado. [...] Incapaz de conocer [...] que hay en las mentes de tantos individuos, tiene que intentar la simplificación de sus problemas por la eliminación de las diferencias indivudales: tiene que intentar el control y la uniformidad de los intereses y creencias por la educación y la propaganda."
A mi estas palabras de Popper, me suenan como a versos declamados a la orilla del mar con la luz de la luna, con los tiempos políticos que corren. Amores de verano, ya saben, "Summer loving had me a blast..."

25 de mayo de 2015

Decidir para no decidir: un análisis de los resultados electorales

El día después de unas elecciones uno puede encontrarse con tantos análisis como puntos de opinión. Algunos intentarán explicar el por qué de los resultados, otros justificar las respectivas victorias y derrotas. Yo, como no soy experto en procesos electorales y mucho menos, en sociología electoral, he decido dar mi más personal punto de vista sobre el resultado y lo que éste nos puede traer, que no es otra cosa que la tiranía de la soberanía popular.

Con los resultados ya casi cerrados, si me piden resumir en una frase mi opinión sobre los mismos es que "hemos decido no decidir". En España hemos claudicado de nuestra responsabilidad para otorgársela, una vez más, a otros, a esos que llamamos representantes políticos. Nos hemos inyectado en vena, pero además de forma premeditada y voluntaria, esa droga que tanto nos gusta que es el paternalismo estatal. Y nos encanta.

Aunque como tal el síndrome de Peter Pan no es reconocida como una enfermedad mental, parece que es la verdadera pandemia de las sociedades actuales. Claro que a ello ayuda y mucho, el otro lado de la ecuación que es el propio Estado, que no deja de lanzarnos el mensaje de que sin él, estamos perdidos. Sin voluntad por descubrir lo que por nosotros como individuos libres podemos lograr y cegados por el soma de ese estado del bienestar que, cual Matrix, no deja que despertemos, los resultados electorales no sorprenden tanto. Repito, hemos decidido no decidir, y estamos además, orgullosos de ello.

Hace unos días charlaba con un buen amigo que el eje izquierda derecha heredado de la Revolución Francesa, ya no tiene sentido. A día de hoy, el verdadero eje diferenciador en lo que se refiere a la acción política, es intervencionismo - no intervencionismo, o lo que es lo mismo, libertad - intervención. Hayek ya hablaba de los "socialistas de todos los partidos" cuando les dedicó su obra Camino de servidumbre. Ya en 1944, año de publicación del libro, él veía claro que el futuro de la democracia no iba a estar entre conservadores y socialistas, ni entre laboristas y democristianos, sino entre aquellos que van a defender la no injerencia del estado en todos los aspectos de nuestra vida y aquellos otros, da igual las siglas de su partido, que desean planificar al detalle todo lo que nos afecta.

Sin embargo, hay un pensador que se adelantó a él, Benjamín Constant, que allá por 1818 afirmaba en sus Principes de Politique:
"el reconocimiento abstracto de la soberanía popular no incrementa en nada la libertad de los individuos. [...] si atribuimos a la soberanía una extensión que no debe tener, la libertad puede perderse a pesar de ese principio o incluso en razón del mismo. [...] El error de quienes, de buena fe y por amor a la libertad, han otorgado un poder ilimitado a la soberanía popular deriva del modo en que se han formado sus ideas políticas [...] su cólera se ha dirigido contra los ejecutores del poder más bien que contra el poder mismo. En lugar de destruir este último, han pensado en sustituir a sus poseedores. Ha sido una lástima, pues en ello han visto una conquista. Han entregado el poder a la sociedad en su conjunto. Y de la sociedad en general ha pasado necesariamente a la mayoría, y de la mayoría a las manos de unos pocos y a menudo de uno solo. Y de este modo se han producido los mismos males que antes."

 Y por la misma época, otro gran pensador francés, Alexis de Tocqueville, venía a decir lo mismo en su La democracia en América:

"Hasta hoy, nadie en los Estados Unidos ha osado proponer esta máxima: que todo está permitido en interés de la sociedad. Máxima impía, que parece haber sido inventada en un siglo de libertad para legitimar la llegada de lo tiranos"

Disfrutad ahora, de vuestros tiranos.

5 de febrero de 2015

PODEMOS: El relato frente al discurso

El ser humano es un ser netamente narrativo. ¿Qué debemos entender por eso? Que el ser humano necesita una narración, una construcción intelectual que le cuente un inicio, un desarrollo y un desenlace que disminuya su miedo y su incertidumbre. Por eso funcionan las religiones, la política e incluso el marketing.

Nassim N. Taleb escribió en su obra El cisne negro que nuestro cerebro está diseñado para las narraciones, para dotar siempre de significado lo que nos ocurre en todo momento. Teorizar supone un esfuerzo menor para nuestro cerebro que el hecho de aceptar que algo ha ocurrido simplemente porque sí. Al hacerlo, buscamos entender las causas del fenómeno y con ello, controlar la situación y reproducir o evitar las condiciones que  han dado origen al hecho, dependiendo de si el beneficio ha sido positivo o negativo. Resumiendo, construimos una narración, un relato, un cuento, con el cual nos identificamos.

Las historias son perfectas porque:

1.- Generan confianza ya que nos da la sensación de que podemos controlar la situación.
2.- Son fáciles de contar y recordar.
3.- Nos dan un contexto fácil de identificar y sobre la que explicar los datos.
4.- Convierte la realidad compleja en simple y abarcable.
5.- Sirve de conexión y nos enlazan con lo exterior, nos hacen partícipes de la realidad.
6.- Apelan a nuestro lado emocional.

Podemos ha descubierto que necesitábamos un relato y lo está escribiendo de manera perfecta. Producto también de que los otros partidos no han sido capaces de hacerlo y han dejado espacio para que el suyo, ocupe el ideario político con supremacía.

Construir un relato no es fácil, pero existen una serie de trucos que pueden ayudar a su creación. La mayoría de las historias contienen la siguiente estructura:

Tema principal: Se refiere a los grandes ideas, las grandes pasiones, las grandes metas que el ser humano tiene ante él. Hablamos de libertad, igualdad, de miedo, de fortaleza, de engaño, de esperanza, de desesperación. Podemos ha lanzado un mensaje de ESPERANZA construido desde el RESENTIMIENTO, movido por la VENGANZA que demostrar que sin ELLOS, NOSOTROS podemos alcanzar nuestros SUEÑOS.

Fuerza de la huella: La historia debe apelar a algo que nos marque, que nos emocione, que nos conmueva. Existe un escenario de DOLOR, de PENURIA ECONÓMICA, de SACRIFICIO, de historias personales de ABANDONO, POBREZA, A ti que has perdido tu trabajo, tu casa, que sufres penurias, que te sientes solo y abandonado, superado por la situación creada por otros y ante la cual no sabes más que sentirte VICTIMA.

Puntos de anclaje: El relato debe estar vinculado con el tema principal. Tú, que eres la víctima, no pierdas la esperanza, recupera lo que te han quitado, el malo no eres tú, son ELLOS, es el SISTEMA, es la CASTA, es el bipartidismo, son los POLÍTICOS, son los CAPITALISTAS los que te han dejado sin sueños. Eres víctima de sus malvados planes, de sus malvadas intenciones. Como víctima, tienes DERECHO a un RESARCIMIENTO del mal que te han producido. Padecemos la situación que vivimos, no por nosotros, sino por los de siempre, los que llevan toda la vida gobernando y perjudicando al pueblo, al humilde, al modesto, a ti.

Estructura: Es necesario mantener un comienzo, un desarrollo, un climax y un final. Todo comenzó con esa falsa democracia mal construida entorno a dos partidos, culpables de todos los males que ahora padecemos, a los que tenemos que agradecer el desmantelamiento del estado de bienestar, los derechos sociales, el cada vez mayor empobrecimiento del pueblo, mientras ellos se convertían en los poderosos, los ganadores del juego. Pero ahora es el momento de decir basta, ahora es cuando debemos recobrar el orgullo perdido, volver a vernos como los protagonistas del cuento, recuperar todo lo que nos han robado y sacarlos del poder, del gobierno. Ganando las elecciones, se acabaron nuestros males.

Héroe: En el que se proyectan las personas. En PODEMOS, el héroe no es Pablo Iglesias. El héroe somos cada uno de nosotros, cada uno de los que nos negamos a seguir aceptando a la casta. Es el ama de casa, el taxista, el parado, el jubilado, porque el héroe es el RESENTIDO, el PUEBLO. 

Adversario: Que justifica la existencia del Héroe. Los otros, los que nos han llevado a esta situación. La casta, los otros partidos mayoritarios, el bipartidismo, los políticos. Porque ellos son políticos, nosotros somos ciudadanos.

Escudero: El héroe es demasiado intangible, necesitamos alguien con defectos, al que nos sentidos más parecidos. Ese es Pablo Iglesias y su círculo. Es la estudiante que no encuentra empleo, es el albañil que sigue en paro, es el científico al que han recortado su presupuesto. No son profesionales de la política, son trabajadores como nosotros.

Aplazamiento: La emoción a producir con el relato. Convirtamos el resentimiento mediante la venganza en esperanza.

Fin: El cuento tiene que terminarse, pues necesita dar satisfacción a una necesidad a corto plazo. Se terminará cuando nosotros estemos en el poder y ellos derrotados. Cuando PODEMOS gane las elecciones y alcance el Gobierno del Estado.


El argumento  está servido y muy bien jugado, porque además, el resto de partidos parece escribir sus relatos a partir del relato de PODEMOS. Y cada caso de corrupción, cada comportamiento prepotente, salida de tono, equivocación o mala decisión política lo único que  hace es dar veracidad al relato de partido de Pablo Iglesias.

8 de noviembre de 2014

PODEMOS un gran atractor y productor de sentimientos

El jueves 6 de Noviembre del 2014, un terremoto en forma de sondeo irrumpió en el ámbito político y social de España. El C.I.S. (Centro de Investigaciones Sociológicas) ofrecía en su barómetro del mes de Octubre unos resultados para algunos poco alentadores y para otros, los miembros y seguidores de PODEMOS, excelentes.

Al instante, mejor dicho, desde hacía días pues de alguna manera los resultados parecían intuirse, todos los contertulios de todos los medios e comunicación se lanzaron al ruedo de los medios de masa bien para hablarnos de esperanzan bien para hablarnos del apocalipsis, dependiendo de la afinidad con el partido donde milita Pablo Iglesias. En esas tertulias, contertulias, mesas de opinión, artículos, reseñas, columnas, editoriales, post de blogs, tweets y demás formas de comunicación, todo el mundo se hacía la misma pregunta: ¿dónde está el éxito de una formación política como PODEMOS?

Ya desde el éxito en las Elecciones Europeas, las opiniones vertidas sobre el nuevo partido han ido desde la incredulidad y la mofa, como muestran las palabras de Pedro Arriola (asesor de campaña y estratega del P.P.) tildando al partido como el lugar de reunión de "todos los frikis", a la exaltación más triunfalista y salvadora al mejor estilo mesiánico, llegando su líder incluso a estados de trascendencia espiritual, como dijo en su día Sor Lucía Caram cuando afirmó que "Pablo Iglesias es un contemplativo". Vamos, ni los mejores escritores místicos españoles. ¿Será Pablo Iglesias capaz de "vivir sin vivir en mí" como Santa Teresa de Jesús.

Pero, ¿dónde está el éxito de  PODEMOS? Pues personalmente, ni en su líder, ni en su programa y desde luego, no es su capacidad salvífica o o apocalíptica. El éxito de PODEMOS es que se ha dado cuenta perfectamente que la política, como todo, es cuestión de sentimientos y emociones, y lo que un partido político debe hacer para ganar, es ser un receptor y transformador de esos sentimientos y emociones.

La gran mayoría de los expertos en estrategia de campañas políticas siguen pensando que el éxito, es decir, el logro del poder por parte de sus formaciones, se debe a un proceso racional que tiene como resultado cuantificable  el voto. Nada más lejos de la realidad. Si algo nos están descubriendo las neurociencias, es que el ser humano es cualquier cosa menos demasiado racional a la hora de decidir y actuar. Estos estrategas basan sus líneas maestras de actuación pensando que un buen programa electoral, una excelente campaña basada en la comunicación de hechos factibles racionales son el mejor ingrediente para la obtención del poder. No es de extrañar, además, que eso sea así, pues los teóricos que dotan de cimientos a esas ideas, expertos en ciencias sociales como la sociología, la politología o la propia economía, creen que la Razón es la única forma de ser y entender. Consideran que los votantes son seres racionales y su entramado teórico es incapaz de salirse de la Teoría de la Elección Racional. Se entiende ahora que un sociólogo invitado como experto para explicar los resultados del barómetro del C.I.S. llegase a afirmar que el voto se racionaliza a medida que se acercan las elecciones, sobre todo las generales

Pues bien, están equivocados. El éxito de PODEMOS está en su capacidad, como ya he afirmado líneas atrás, de ser un perfecto atractor de emociones y sentimientos que los españoles estamos viviendo en el contexto actual. Palabras como resentimiento, indignación, miedo, recelo, furia, ira, enfado, tristeza son recogidos por PODEMOS y transformados en esperanza, ilusión, venganza, sueños. PODEMOs transita desde el mundo de las ideas presentes al mundo de las ideas futuras, siendo el gran intermediario entre ambas. Se está ofreciendo como el gran demiurgo capaz de tomar el incómodo presente en un mejor futuro y además, lo está ofreciendo bajo el discurso de que eso no nos va a costar esfuerzo, si no que será ese ente que todo lo puede, el ESTADO, quién se encargará de ello.

Si la línea maestra de Pedro Arriola es no salirse del centro, considerar que las ideas, sobre todo las ideologías, están muertas y que los números y las cifras son lo único que el votante considera, no diré que algunos así lo consideren, pero la gran mayoría centrará su mirada en lo que siente y no en lo que observa. Pedro Arriola se equivoca al considerar que las elecciones se ganan conquistando el centro del espectro electoral, las elecciones se ganan conquistando el corazón de los votantes, pero ojo, ello no tiene que significar que las propuestas tengan que ser irreales, irracionales y peligrosas como las ofrecidas por PODEMOS. Ser emocional no significa ser irracional, significa tener tan presente a la Razón como a la Emoción a la hora de tomar decisiones. Si el Partido Popular, y por ende, cualquier otra formación desea establecer estrategias ganadoras, deberá volver a introducir el corazón en su comunicación. Parece mentira que no se fijen en como desde hace muchos años, los expertos empresariales del marketing llevan dándose cuenta de ello, y lo usan de manera magistral.

Hacerlo, insisto, no es hacer publicidad empresarial entendida en el peor significado de la palabra publicidad, todo lo contrario, significa volver a "enganchar" con el lado emocional de los votantes, volver a ser capaces de escuchar de forma pro-activa sus demandas y también sus ofertas, ya que el ingrediente fundamental de una sociedad, es la colaboración.

Ello implica, por ende, unos individuos que sean capaces de soltarse esa dependencia del Estado, que sean capaces de descubrir todo lo que pueden llegar a conseguir sin la necesidad de que un ente inexistente como el Estado, los cuide y mime en todo momento.

Los tiempos como los que vivimos, que tenemos la gran suerte de vivir, van a exigirnos lo mejor de nosotros mismos. Van a demandar que seamos capaces de responder a los retos que se nos presentan. Esos retos, tan grandes y fabulosos como decidamos alcanzar, supondrán empezar por aceptar que tenemos que cambiar, pero que tenemos que cambiar nosotros, tú y yo, y ellos, y los partidos políticos. Si durante mucho tiempo la responsabilidad de las organizaciones políticas fue hacernos ver la importancia de lo político, de la democracia, su misión ahora es acompañarnos en la transformación hacia un individuo adulto que abandone por una vez el redil del establo que es el Estado. Aunque ello suponga aceptar una pérdida en su poder absoluto sobre la sociedad.

A los votantes, a los individuos, nos toca, me toca, aceptar que la responsabilidad es únicamente mía, que soy yo el dueño de mi destino que, me guste o no, soy el único que puedo decidir HOY donde quiero estar mañana. Es hora que decida abandonar por fin, esa dependencia perjudicial y perniciosa de pensar que son los demás los que deben solventar los inconvenientes que en este camino que es la vida, tengo.

Mientras ese proceso de cambio no ocurra, mientras los grandes partidos tradicionales sigan encerrados en sus cotos de poder, mientras los individuos sigamos pensando que la responsabilidad es del otro y que a mí, únicamente me corresponde el derecho y no el deber, mientras siga dependiendo del Estado, formaciones como PODEMOS seguirán triunfando, seguirán ofreciendo soluciones que aumenten esa dependencia y seguirán siendo los mismos que tiempos atrás, se pensaban que unos pocos deben salvar al resto, aunque en el camino condenen a una buena parte de esos que dicen querer salvar. Es la hora de volver a conectar con nuestro corazón, de reencontrarnos con la increíble capacidad de superación y logros que poseemos, que entendamos que mejor que PODEMOS, es dar valor al PUEDO.

29 de julio de 2014

A los políticos no les gusta la libertad

Y mucho menos el individuo. La concepción de la política como actividad hunde sus raíces en la misma esencia del ser humano, aquello que Aristóteles llamó ζῷον πολιτικόν o zoon politikon, ese animal político o social de su libro 1 de Política. Personalmente estoy de acuerdo con el filósofo griego en que la política es un producto del acontecer social, pero mientras que para él lo social es algo natural, para mí la sociedad es el fruto de la actuación de los individuos en la búsqueda de sus propios fines.

Sin entrar en grandes explicaciones del origen de lo político y del estado como su figura más visible, existen dos grandes corrientes que ofrecen su mirada al respecto. Por un lado, las teorías contractualistas cuyas figuras más destacables son Platón, Hobbes, Rousseau o Locke. Frente a ellas, están las teorías individualistas en las que destacan pensadores como Mandeville, Hume, Adam Smith, Max Weber, G. Simmel, Mises o Hayek.

Las teorías contractualistas nos dicen que el origen tanto de la sociedad como del estado es producto de un contrato social o pacto, cuya firma saca al hombre de un estado de naturaleza por lo general belicoso. Los únicos que dotan a ese estado natural de cualidades positivas son, aunque por motivos diferentes, Locke y Rousseau.


Las teorías individualistas defienden que el origen de la sociedad no está en ningún contrato o pacto, sino que es la propia existencia de los individuos los que permite que surjan las estructuras sociales. El individuo en su acción con otros individuos, de forma no intencionada, crea la sociedad al igual que crea el lenguaje, el derecho o la economía. Los defensores del individualismo argumentan que no hay nada más social que el propio individuo, ya que él mismo es consciente de que necesita a los otros individuos para lograr sus fines. Es en esa necesidad de cooperación en la que luego, nacen las estructuras sociales. La sociedad por tanto, no es un ente ajeno al individuo, algo creado ex profeso y con una existencia por encima del individuo, sino algo producto de él mismo, de sus acciones que únicamente buscan un determinado fin y cuyo origen, no ha sido controlado, diseñado, definido o gestionado por nadie.

Al escaparse el proceso de creación de lo social, ya que son de origen totalmente no intencionado por parte de los individuos, su pretensión de control por el bien común de todos se vuelve en una labor de arrogancia intelectual, aquello que Hayek denominó la fatal arrogancia. Como bien sabemos, los liberales aducen que ningún gestor puede conocer en todo momento las necesidades presentes y futuras que den contenido a la felicidad de los individuos, ya que esa tarea es propia de ellos y nadie más. Además, la pretensión de realizar esa acción conlleva la exigencia de una cantidad tal de conocimiento, de por si disperso entre todos los individuos, que ningún ser es capaz de poder aprehenderla.


Sobra decir que la triunfadora en la contienda intelectual ha sido claramente la visión contractualista, que además, contó con el apoyo de una naciente ciencia social como fue la sociología, cuyos padres fundadores en su mayoría (Comte, Saint-Simon, Durkheim) defendieron la idea de que la sociedad es un orden intencionado y por lo tanto, es posible organizarlo y ordenarlo. Se convierte así a la política en la única actividad capaz de poder gestionar lo social de una forma científica.


Comienza así un ataque al individuo por parte de la sociología positivista francesa que acabará fructificando y dando fundamento "científico" a la actividad política para gestión de lo social. Ideas como las de Saint-Simon que llegó a considerar "vaga y metafísica" la concepción de libertad individual e incluso en tildarla de enemiga y "obstáculo a la civilización". Comte opina que se trata de una "monstruosidad repugnante" el individualismo y la libertad de conciencia. Por otro lado, Durkheim iguala la autonomía del individuo al egoísmo, cuya única capacidad es crear anómia, es decir, la incapacidad de los individuos de seguir la norma social.


Bajo estos postulados cuya difusión corre como la pólvora por toda Europa, comienza a surgir la idea de que el político debe ejercer su actividad como  un auténtico científico, encontrando su legitimidad precisamente en que su labor se realiza desde la ciencia. Labor que Comte defiende argumentando que los políticos son:

a) por el género  de su capacidad y cultura intelectual , los únicos competentes para realizar tal labor.
b) esta función se les asigna por la naturaleza de las cosas.
c) solo ellos poseen la autoridad moral hoy necesaria para determinar la adopción de la nueva doctrina orgánica.
Si a ello unimos la tesis de Saint-Simon de que la única ciencia de la producción no es la economía, sino la política, no resulta raro entender que los políticos, bajo ese paraguas del Estado, se consideren los elegidos para determinar el destino de todos y cada uno de los individuos que viven en el mundo.

Lo peligroso es que esa mirada de lo social ignora, como bien defienden los pensadores individualistas, que la búsqueda de la felicidad es tarea del individuo, ya que nadie puede conocer en todo momento, lo que cada uno precisa ahora y en el futuro para lograr su felicidad. Unido a la incapacidad para poder manejar todo el conocimiento necesario para que las acciones políticas no contengan acciones no deseadas más perjudiciales que los males que intentan combatir, no es de extrañar que, como dice el refrán, no hay peor ciego que aquel que no quiere ver. Y los políticos, escudados en las teorías contractualistas y la sociología positiva, se niegan a ver que simplemente, ellos no pueden. La arrogancia, la fatal arrogancia que a todos los caracteriza.

27 de mayo de 2014

Entre todos la mataron...

Ahora que estamos en plena resaca de las Elecciones Europeas al Parlamento del 2014 y a petición popular de muchos de vosotros que habéis querido conocer mi opinión, vuelvo a este blog para hacer pública y permitir que cualquiera que lo desee, averiguar lo que pienso al respecto.

Resumiría mi postura con un refrán español, "entre todos la mataron y ella sola se murió". Y la víctima es la libertad. Mientras que la mayoría de los expertos y tertulianos de uno u otro lado, se asustan e intentan asustar por el auge de los extremos, derecha o izquierda, dependiendo de si ellos se sientan a diestra o siniestra. Yo lo que veo es que, o rojo o azul, la única que sale perjudicada en todos los casos, es la libertad.

Me da igual quien me ponga los grilletes estatales y coarte mi libertad. Me es indiferente quien decida meterme la mano bien en la cartera bien en la bragueta. Me duele igual que me obliguen a pagar impuestos para mantener un estado paternalista excesivo, como hacerlo para defender el mismo estado paternalista excesivo preocupado por salvar mi alma de un castigo divino del más allá. Me da igual quien sea mi carcelero, pues a mi libertad, lo único que le ocupa es que le ponen grilletes y no quiere que sea así.

El discurso común a la mayoría de los partidos, hay dignas excepciones incluso en España como es el P-LIB, es primero creer en el Estado y luego en una Europa de los estados. La mayúscula en lo primero y la minúscula en lo segundo no son un fallo, sino algo escrito a conciencia. Sin embargo, ambas ideas tienen en común aquello del calor del establo, no sé si el mismo que mencionaba Nietzche, pero seguro que muy parecido. Por cierto, quiero dejarlo claro, el establo es esa gran mentira magníficamente vendida como Estado del Bienestar, que realmente es el Bienestar del Estado.

Lo divertido cuando uno no está casado con nadie, es ver como todos ponen en sus bocas, la misma peligrosa idea, aunque disfrazada de forma diferente. Nadie de los partidos, incluso lo más radicales de las extremas de ambos brazos, rechaza en erguirse en el defensor de los ciudadanos y los derechos sociales de los mismos. El matiz está en el enemigo, y por ende el culpable, de los males que nos atenazan.

La izquierda y su extrema, buscarán al malo en el sistema económico capitalista. La diferencia radica en que mientras que uno quiere reformarlo por completo y de una forma rápida por soluciones comunistas, los segundos buscan engendros híbridos tan peligrosos como el primero, pero que mantienen vivo al enfermo a base de medicamentos que ellos, supuestamente, saben perfectamente recetar y administrar. Por otro lado, todo aquello que implique una elección religiosa que no acompañe sus valores éticos y morales, o bien será exterminada o bien, denigrada e incluso discriminada.

La derecha y su extrema, buscarán al malo en el sistema económico capitalista. La diferencia radica en que mientras que uno quiere reformarlo por completo y de una forma rápida por soluciones más tradicionalistas, los segundos buscan engendros híbridos tan peligrosos como el primero, pero que mantienen vivo al enfermo a base de medicamentos que ellos, supuestamente, saben perfectamente recetar y administrar. Por otro lado, todo aquello que implique una elección ética y moral individual que no acompañe sus valores éticos y morales, o bien será exterminada o bien, denigrada e incluso discriminada.

No me he vuelto loco, son los mismos carceleros con distinto disfraz, por lo tanto, sus grilletes son grilletes, igual de fríos, pero con colores distintos y puestos por nuestro bien, para defendernos de enemigos distintos, pero usando las mismas herramientas, el enardecimiento y absoluta pleitesía del individuo libre al Estado.

Y esto es así porque nos hemos dejado infantilizar y con sumo gusto, dejarnos colocar las cadenas que nos atan y esclavizan de forma muy fina y subversiva, al estado de bienestar. Años y años bajo las faldas o los pantalones, pues el Estado no tiene ni sexo ni género, han originado en nosotros, una dependencia de las prebendas estatales. Y lo que es peor, hemos aprendido e instaurado en nuestro fuero más interno, como un credo de fe, que nuestra vida fuera del calor del establo del bienestar, sería no mala, sino terrible. Con ello, nos hemos olvidado de la capacidad de realización del individuo, de sus virtudes y capacidades. De hecho, todos los adjetivos positivos los representa el Estado, mientras que los epítetos más negativos se vierten en el individuo, egoísta, insolidario, avaricioso.

Lo curioso, al igual que cierto rey que pensaba que llevaba los mejores y más bellos ropajes, es que nos vemos como seres completos, maduros, responsables y solidarios, cuando en realidad, estamos desnudos con el chupete en la boca, esperando que el Estado rellene nuestro biberón. Y los males de los estados por separado, los hemos trasladado y multiplicado en la Unión Europea.

¿Qué es Europa? Europa es el sueño de unos niños, a los cuales no les dejan jugar mientras les rellenan los biberones y les cambian los pañales, esperando que jamás crezcan. ¿Quienes son esos seres perversos? Nosotros mismos, nadie más.

25 de mayo de 2012

Entre la economía y la ciencia económica

"El poder del dinero", documental emitido por Documentos TV (La 2 de RTVE) en España y de factura estadounidense, trata de arrojar luz a uno de los debates más interesantes de los últimos años en las ciencias sociales, más en concreto en la ciencia económica, como es la influencia de los sentimientos en las decisiones individuales.

Trata, pero no lo consigue, porque lamentablemente cae en un lenguaje de confrontación, rudo y vulgar para defender una tesis a la que no dejan llegar al espectador, sino que sirven en bandeja y sin posibilidad de discusión. Todos los mecanismos audiovisuales están al servicio del mensaje y no del espectador para construir su propia idea sobre el tema, desde montajes visuales como fórmulas incomprensibles para no economistas flotando en la pantalla hasta jugar con la luz en las entrevistas de los expertos consultados, siendo más oscura y fría la de los oponentes y más clara y cálida la de los que comparten sus postulados.

Pero dejando de lado el formato del documental, lo realmente trágico es el contenido del mismo. Lamentablemente, nuestra televisión pública ha dejado pasar una oportunidad más para formar al espectador en vez de adoctrinarle. Como ya he dicho, el vídeo partiendo de uno de los debates más importantes y de calado que se está viviendo en la ciencia económica, consigue servir al espectador ideas preconbebidas, tesis mal explicadas, mensajes confusos y buscando claramente la confrontación. Se percibe que el realizador del mismo carece de suficientes conocimientos económicos al igual que todo el equipo de producción. Ello logra que el producto final sea más un arma arrojadiza que un bien pedagógico que fomente el debate. Intentaré desgranar los motivos que me llevan a opinar así sobre el documental.

Comenzaré estableciendo una diferencia que en el mismo no parecen tener claro como es la distinción entre racional y racionalista. La RAE en su diccionario virtual define racional como " 1.- Perteneciente o relativo a la razón. 2.- Conforme a ella. 3.- Dotado de razón"; y racionalista como "1.- Que profesa la doctrina del racionalismo". Por tanto, todas las personas somos en mayor o menor medida racionales porque usamos razonamientos para llegar a una decisión, pero no todos somos racionalistas porque ello supondría aceptar los postulados de una filosofía detarminada, a saber, el Racionalismo. Esta distinción es importante tenerla clara pues sirvirá de argumentación para muchas de las siguientes líneas.

Una de las críticas que se vierten sobre la ciencia económica es que parte de sujetos racionales que no se comportan como tales y que sus métodos científicos son racionalistas y por tanto, incapaces de explicar el comportamiento individual en términos económicos y financieros. Vayamos por partes.

Todo sujeto individual se comporta de forma racional, como ya hemos visto en la definición, incluso un asesino, que bajo su particular razón, puede argumentar racionalmente todos sus actos. Otra cosa es que sus comportamientos sean aceptados como válidos en el ideario que la sociedad tiene establecido como lo racional.

Por otro lado, la ciencia económica, como toda ciencia, usa modelos para intentar comprender y explicar la realidad que estudia. Y estos modelos tienen como principal defecto eso, que son modelos más o menos complejos que nunca podrán ser un fiel reflejo del objeto de estudio que intentan estudiar. Si a este inconveniente unimos que las ciencias sociales tienen por objeto de estudio la sociedad misma tan cambiante, compleja y con individuos, cada uno de ellos con sus propias intenciones y motivos, podemos hacernos una idea del reto al que se enfrentan los científicos sociales. Los modelos económicos no pueden predecir la realidad, solo pueden hacerlo en base al propio modelo que establecen, asi que cuando un economista dice algo, lo que realmente está comunicando es que si la realidad social se comporta según el modelo que él maneja, podrá ocurrir lo que él dice. El problema de haber convertido a los economistas en los oráculos del siglo XXI daría para otra entrada.

Por tanto, todos los economistas son racionalistas en mayor o menor medida y, paradojas del documental, más aquellos que el propio reportaje pretende mostar como no racionalistas como el caso de Robert Shiller o Keynes. Paradigmático es el caso de este último, padre de toda una rama de la ciencia económica como la macroeconomía y fundador de uno de los modelos económicos más importantes, el modelo keynesiano.

Sobre los experimentos realizados por los economistas behavoristas me entran dudas de que opinaría un auténtico experto de esa rama, porque los mostrados en el documental son pobres y fácilmente desmontables. El primero de ellos, la subasta del billete de 20 $, que sirve como conclusión para demostrar el  comportamiento irracional de los individuos en temas económicos me parece una mala broma. Las conclusiones en la compra por 28$ del billete subastado, parecen ignorar el coste de la norma establecida en el juego, según la cual el segundo mayor pujante tendrá que hacer efectiva su subasta. Se está fomentado de manera coactiva la subasta, pues ya nadie quiere hacerse con el billete de 20$, sino evitar el coste de haber intentado participar en la subasta, comportamiento más que racional.

El segundo experimento, poner precio a una botella de vino, es una clara muestra de que nuestra mente busca referentes racionales tanto de forma consciente como inconsciente. Al no poseer ninguna referencia sobre el bien a comprar y condicionar la compra de la misma al mandar escribir los dos últimos dígitos de la Seguridad Social de los participantes, está subgestionando nuestro cerebro de forma inconsciente. Y les puedo asegurar que la ciencia económica conoce muy bien esos mecanismos, que se lo pregunten a los expertos en finanzas o márketing.

El tercer experimento, parametrizando las reacciones físicas como el sudor, la pupila y monotorizando el ritmo cardíaco, respiración, etc. también tiene sus limitaciones. Aunque sirve para demostrar algo que nadie discute, que las emociones afectan nuestros comportamientos, lo difícil es asignar un valor a esa variable dentro de los modelos que los economistas manejan. Incluso un experimento tan controlado como el aquí mostrado, no puede controlar la reacción inconsciente de la sed ante la presencia de la cantimplora.

El cuarto experimento, la compra de una taza, es la demostración de algo que también los economistas saben desde hace mucho tiempo, que solo un necio confunde valor y precio. Cuando en un principio se pide a los participantes que den un precio a la taza y cuando, posteriormente a regalarles la taza les dicen que pongan otra vez el precio y este aumenta, no están más que constatando este hecho.

Podría entrar en muchos más temas expuestos en el documental, por ejemplo, la asunción de que toda la economía se basa en el modelo de las hipótesis de equilibro y eficiencia, algo falso e incorrecto pues existen escuelas que rechazan esas hipótesis como la rama austríaca. O como todos se acuerdan de la gran crisis del 29 pero nadie se acuerda del desastre de los años 70 originada por las medidas keynesianas aplicadas en las décadas anteriores. Que los propios economistas de la escuela austríaca tienen todo un mecanismo de explicación para la formación, desarrollo y consecuencias de las burbujas financieras y económicas y por tanto, las temidas burbujas no han sido desterradas de la ciencia económica.

Por tanto, para no convertir esta entrada, bastante larga ya, en un ensayo interminable, lo único que puedo  hacer es recomendarles que vean el documental y saquen sus propias conclusiones y si quieren, las compartan en los comentarios.

19 de mayo de 2011

Indignados

Mal vamos si fundamentamos, si establecemos como cimiento de nuestro futuro edificio un sentimiento como la indignación. Según la RAE, indignación es "Enojo, ira, enfado vehemente contra una persona o contra sus actos." Si queremos entender por completo el significado, debemos comprender también el significado de "vehemente" y volviendo al diccionario de la RAE, leémos sus tres acepciones:

"1. adj. Que tiene una fuerza impetuosa. Un discurso vehemente.

2. adj. Ardiente y lleno de pasión.

3. adj. Dicho de una persona: Que obra de forma irreflexiva, dejándose llevar por los impulsos."

Es decir, que frente a los problemas que se nos plantean, debemos optar por una respuesta pasional, ardiente, irreflexiva, llevada por los impulsos, etc. Pues permítanme decir que no, que ese no es el mejor camino.



La indignación es un sentimiento negativo fruto de la dejadez, de la actitud pasiva, la despreocupación y la falta de implicación. Nos indignamos cuando permitimos, como en todo sentimiento negativo, que algo externo nos afecte, y nosotros somos los responsables últimos de ese sentir. Hemos permitido que lo que nos ha indignado nos haya vencido.


Están los indignados así por culpa de la clase política, los banqueros, el sistema y demás, pero realmente los culpables no son los linchados, sino los propios indignados. Durante un tiempo, cada vez que uno de los que ahora están siendo culpabilizados obraron de una forma determinada, y los que ahora se quejan, no hicieron nada, simplemente callaron y asumieron. A lo mejor, alguno se molestó un poco, pero no mucho y pensó, para la siguiente como vuelvan a hacer lo mismo reacciono, pero no lo hizo. ¡TODOS HEMOS SIDO, SOMOS Y SEREMOS RESPONSABLES DE UNA SITUACIÓN!


Las acusaciones de mentirosos, falsos, hipócritas, corruptos, irresponsables, poco profesionales, estafadores, etc. se lanzan y entrecruzan pero, ¿son fruto de ahora?, ¿hemos descubierto hoy que ellos, los supuestos culpables son así? o, por el contrario, ¿les hemos permitido su juego sin molestarlos mucho? Cuantas veces hemos oído en muchos de los jóvenes que ahora están concienciados al cien por cien en Sol y otras ciudades, aquello de que la política no iba con él, que era apolítico, que él pasaba de esos temas y no le preocupaban. Nosotros, con nuestra actitud pasiva, con nuestra falta de compromiso, con una personalidad nada proactiva, es decir, con una ausencia insultante de RESPONSABILIDAD sobre nuestros hechos, hemos sido los mentirosos, falsos, hipócritas, corruptos, irresponsables, poco profesionales, estafadores, etc.


Ayer no y sin embargo, ahora sí, ¿por qué? Porque nos hemos dado cuenta de que nosotros somos los culpables, por eso nos indignamos. El niño pequeño se enfade cuando se sabe culpable, aunque no lo reconozca. El problema está en que seguimos sin querer asumir un hecho fundamental para todo acto, sus CONSECUENCIAS. El Estado del Bienestar en el cual hemos dormitado en sueño de los ilusos, nos ha convertido en seres que esperan que las soluciones lluevan cual maná divino y, sino es así, nos indignamos.


Y las soluciones que estamos dando al problema de raíz de todo, el ESTADO, es crear más estado: queremos más regulaciones, es decir, que nos vigilen más, que nos digan con más fuerza lo que tenemos que hacer; más impuestos para darnos aquello de lo que nos creémos merecedores por algún extraño derecho divino; el igualar por envidia y por abajo, no fomentar el espíritu crítico y la competitividad. Durante años escuché que debería el estado cuidar de los ciudadanos: decirnos lo que comemos, lo que bebemos, lo que debemos o no debemos correr con nuestro coche, lo que es cultura o no. "Deberían prohibir la comida basura para erradicar la obesidad", "prohibir el tabaco", "tener todos lo mismo", etc. Estamos pidiendo más de todo pero menos LIBERTAD, porque en el fondo sabemos que la libertad significa ser CONSECUENTE y aceptar las RESPONSABILIDADES, como bien indica Eduard Punset: "La infelicidad es el peaje de nuestra libertad".

Tengo un sentimiento encontrado, dividido con esta manifestación de malestar social. Por un lado, comparto la ilusión y la esperanza de un despertar hacia la madurez, de alcanzar por fin una cultura política de verdad  pero, por otro lado, temo que este movimiento se esté moviendo sobre aguas pantanosas y peligrosas que deriven hacia soluciones que, en vez de solucionar el problema, lo aumenten.

22 de abril de 2011

Llenar el vacío con nuestro cerebro.

Manuel Mandianes nos trae un artículo en El Mundo, publicado hoy, con el título de “Semana Santa y posmodernidad”. En él, el autor defiende que “La falta de generosidad y valor, el fanatismo que amenaza a la sociedad desde fuera y el nihilismo que la amenaza desde dentro, son características de la posmodernidad que cifra la felicidad y la dicha en la riqueza, el éxito y el triunfo porque los considera únicas fuentes de placer.” Los grandes males morales y éticos de nuestra sociedad, característicos de la época posmoderna que vivimos tienen su origen en la pérdida de Fe, de la existencia de un hueco espiritual que no somos capaces de rellenar con algo satisfactorio, “La desorientación y el desamparo en que vive la posmodernidad tienen mucho que ver con la falta de un gran relato envolvente y totalizante”, en palabras del autor. Y ello ocasiona la “ansiedad de mucha gente de hoy (que) se traduce en miedo, terror, angustia, inquietud y locura”.

Comparto con el Sr. Mandianes que la posmodernidad y las teorías que la sustentan, acabaron con los grandes relatos de la Ilustración proponiendo a cambio la nada, un vacío ideológico y un relativismo extremo. Sin embargo, no creo que la solución a los problemas de la posmodernidad sea una vuelta a la religión entendida como la defiende el autor.

Para Manuel Mandianes, se hace necesario una vuelta a los ritos, cristianos sobre todo, una vuelta a los fundamentos morales y éticos de la religión. Los males actuales son causados por desterrar el gran relato religioso, cristiano para más señas, el cual deja al individuo sin guía, sin significado, sin camino que recorrer. Vacíos por tanto de valor religioso es normal, según el autor, que se busquen otros valores menos espirituales y más mundanos y cuestionables como los que enuncia al principio: éxito, riqueza, sexo y otros muchos que, como son incapaces de llenar satisfactoriamente ese hueco dejado por la Fe, aboca a una búsqueda constante de los primeros. Todos queremos más éxito, más riqueza, más sexo y nada de lo que tengamos es capaz de cumplir nuestras expectativas.

Yo no creo que la búsqueda de éxito, dinero o sexo sea un problema siempre y cuando, claro está, no se rompan una serie de reglas establecidas para su consecución o causen infelicidad en el individuo que intenta lograrlos. La penalización de estos objetivos no es algo nuevo en el cristianismo, que siempre ha impuesto la austeridad frente a la abundancia, el rebaño al individuo. Otra cosa sería el protestantismo, como tan ejemplarmente explicó Max Weber en su ya centenaria obra, “La ética protestante y el espíritu capitalista”, obra inaugural y cumbre de la sociología. Tampoco el comunismo es muy partidario de esas metas tan mundanas, donde antepone lo comunal a lo personal, con las consecuencias que todos conocemos.

Parece ignorar el Sr. Mandianes que la libertad económica, la libertad sexual y la lucha contra la pobreza tienen parte de su origen, en la lucha contra la religión y la libertad religiosa de las revoluciones liberales de la Ilustración. Cuando la religión ocupaba en centro de lo cotidiano, como ocurría en el feudalismo y la Edad Media; el éxito o la riqueza pertenecían a unos pocos y entre esos elegidos, se encontraban las jerarquías eclesiásticas. Por no hablar, de la censura y las prohibiciones sexuales que se imponían y que gracias a esos ritos de paso que defiende el autor, servían para aumentar el poder y la influencia de la Iglesia sobre los individuos al controlar los momentos más importantes para una persona: su nacimiento, su boda, su muerte, etc. Por supuesto, tampoco ese período tan religioso y álgido para la Fe, supuso un tiempo donde ansiedad, miedo, terror, angustia, inquietud y locura fuesen menores, todo lo contrario.

La única forma eficaz de frenar esos sentimientos y sensaciones tan negativas (miedo, angustia, etc), nos la ha dado la ciencia, sobre todo la neurociencia. Y con ello, la importancia de la educación. Los científicos llevan los últimos años descubriendo que lo que nos provoca miedo es el cambio, que no somos felices porque somos incapaces de disfrutar del trayecto, que nuestro cerebro está programado para no estar programado y que, la tarea más importante que tenemos por delante, es aprender a desaprender. Ello no supone desterrar a la religión, todo lo contrario, sino colocar la felicidad en nuestro cerebro y no hacerla depender de dogmas de ningún tipo.

12 de noviembre de 2010

El amor en el nuevo comunismo. El enfoque de Alain Badieu

Me gusta comprobar la plasticidad ideológica del comunismo para, cual virus, cohabitar con cualquier otra ideología. El que ahora se nos presenta, y representa Alain Badieu en esta entrevista, es un comunismo new age muy característico.

Ya que no es la lucha de clases la que concentra la ruptura con el capitalismo, ni siquiera está ya en manos de la clase intelectual o del conocimiento como lo había argumentado Lukács, no, ahora es el concepto del amor el que marca la marcha revolucionaria del comunismo.

Para ello se afirman axiomas bastante discutibles:

A.- “Se ha establecido un régimen de existencia en el cual todo debe ser transformado en producto, en mercancía”. Para el Sr. Badieu esto ya lo había pronosticado Marx. Lamentablemente, el filósofo alemán no fue capaz de prever que acabaría el comunismo por convertir al hombre en la propia mercancía de su sistema.
Si por algo se caracteriza la economía actual es por su cada vez menor preocupación por el producto y sí por el servicio. Si todos los reproductores mp3 son iguales de buenos o malos entonces, ¿dónde está el secreto de Apple?; si un café es igual de sabroso o no en cualquier cafetería de barrio, ¿por qué triunfa Starbucks?; ¿por qué lo hacen Gmail y Google y no Hotmail e Internet Explorer?; ¿por qué vende más coches BMW que Mercedes? Podría poner mil ejemplos para demostrar que estamos en una economía de servicio y no de producto.

B.- “Una sociedad que no está gobernada por el hecho de que un hombre persigue su interés sino por la idea de la asociación de hombres. Es esa la asociación la que define los proyectos o las metas colectivas”. Pero no se explica cómo van a decidirse o quién va a tomar las riendas por las cuales se van a tomar las decisiones y las metas. Tampoco deja claro que pasaría si un individuo decide no formar parte para de ese colectivo. El principal problema del comunismo es su capacidad para diluir el valor del individuo, de la persona a favor de la masa. Millones de personas han muerto por la idea común de un estado igualitario y proletario, por la defensa de la verdadera religión o la supremacía de una raza. Para poder lograrlo, el primer paso es acabar con la individualidad, la diferencia. La persona no es más importante que el estado, la clase, la fe, etc. y cuando ello ocurre, por lo general, el propio concepto de respeto a la vida se difumina, pues qué valor tiene una vida humana frente al interés del bien común o colectivo.

No debe extrañarnos por tanto el miedo que la tecnología, y sobre todo internet, le dan. La capacidad de disidencia, incoformismo, debate y mecanismo de individualización que tienen las tecnologías de la comunicación, provocan auténtico pavor entre los que difienden a la masa. La libre circulación de conocimiento e información, por lo visto, no agradan a Badieu, que tilda de "falso igualitarismo" a una de las revoluciones más importantes de la historia de la humanidad. En el fondo, es consciente de que esa necesidad del comunismo por la masa obliga a una homogeneización y esa homogeneidad no es posible si en lo fundamental, en nuestra forma de pensar, se permite el debate, el libre conocimiento y la circulación sin restricciones de las ideas.

C.- Debemos tener cuidado en no confundir conceptos en apariencia iguales. Hobbes habla de lucha y no de competencia y aquí, los matices son en estos casos, importantes, sobre todo para un filósofo que dice ser alumno de un destacado intelectual de la filosofía analítica como Derrida. En la guerra se lucha, en el deporte se compite. Quizás ese ejemplo sea la forma más clara de encuadrar el problema. La competencia supone asumir unos valores de superación personal pero respetando al contrario. Eso no ocurre en la lucha.

Pero vayamos más allá; aceptemos el postulado de asumir la asociación como eje principal. El comunismo desde luego no tiene cabida en ese concepto desde el momento en que aceptamos que la disidencia, no se permite. Uno de los rasgos del asociacionismo es el carácter voluntario con el cual ingresan sus miembros. Sin embargo, seguimos sin dar respuesta a la pregunta de quién hará las tareas distributivas de los bienes y servicios necesarios en términos materiales.

Sin embargo, el capitalismo si. Es el interés propio, el egoísmo, el que nos lleva ya a una asociación voluntaria con el otro para logara aquello que no tenemos y necesitamos. El mercado no es más que la libre asociación de oferentes y demandantes que dan respuesta a sus necesidades vía comercio.

D.- Regresando a la necesidad de un elemento aglutinador necesario en toda teoría de masas, en este caso es el amor el que cumple ese papel de atractor. Pero, ¿quién define que tipo de amo?, ¿será válido cualquier tipo de amor?, ¿hablamos de amor independiente del sexo?, ¿se acepta la homosexualidad o la bisexualidad como un amor más, o únicamente el heterosexual?, ¿se permitiría el amor por los efebos como en la Grecia Clásica?, ¿se trata de un amor a lo divino? Una cosa está clara, tiene una concepción de amor particular, ya que lo que para muchos es aceptable, para él no: “Hoy se busca domesticar al amor con una mezcla de pornografía libre…”.

Además, esa competencia que se desdibuja en la entrega amorosa por el otro, ¿cómo encaja en ella el amor de pareja fiel que defiende? Y si nuestra pareja decide tener una relación abierta, ¿no estamos entonces ante un caso de entrega completa a la masa?, ¿no sería una forma de acabar con la competencia, el egoísmo, las luchas y el individualismo la entrega absoluta a todas aquellas personas con las cuales no apetezca mantener relaciones?

Por último, ¿cómo es posible defender el amor siendo maoísta? Esta teoría marxista llegó incluso a decidir el número de hijos que una familia debería tener, provocar un auténtico asesinato y abandono de niñas en China; ¿es ese el amor que defiende Badieu, un amor que el estado puede regular?

23 de septiembre de 2009

La izquierda busca su meta. Actualización.

El 16 de Mayo del 2007 escribí esta carta, publicada en este mismo blog, a un gran amigo que me preguntaba por el vacío existencial que experimentaba por sus ideas políticas. Una persona de izquierdas como él que nadaba en un mar de nada, en un agua de conceptos huecos. No se daba cuenta de que experimentaba en sus propias carnes lo que la izquierda venía padeciendo desde hace mucho tiempo.

Han pasado ya más de dos años y nada me hacía sospechar que la situación política española iba a ajustarse a las ideas de esa misiva. Las ideas de vacío y confusión, de un permanente anonadar, en las múltiples entradas que recoge la RAE al término, del quehacer político del Gobierno son la muestra clara de una izquierda totalmente extraviada.

Y en ese caminar totalmente ciego, pecan de orgullo y soberbia hasta límites insospechados. Hasta el punto de afirmar que "bajar impuestos es de izquierdas" para luego sostener que "subir impuestos es de izquierdas." Ellos son el todo y la nada, el continente y el contenido, el alfa y el omega donde buscar la salvación. Con razón afirmaba Lenin: " El marxismo es todopoderoso porque es cierto."

Cantemos pues "La Internacional" con el puño bien alzado mientras nuestros cuerpos se visten de ropajes y diseños exclusivos.

"¡Arriba parias de la tierra!
¡En pie, famélica legión!
Atruena la razón en marcha:
es el fin de la opresión. [...]"


La izquierda busca su meta

“Se entiende que el caos de la libertad sobrecoja, y que una añoranza de estructuras fijas funcione como aliado del no menos antiguo maniqueísmo: o blanco o negro, o bueno o malo, o verdadero o falso. Pero cierto grado de civilización promueve órdenes extensos, dotados de una complejidad intrínseca, donde con una mezcla de anacronismo y buena voluntad no dejan de brotar nostalgias por lo simple…”
Antonio Escotado, Espontaneidad y complejidad (2º Versión), en www.antonioescohotado.com

Podía haber titulado esta carta como “Los miedos de la izquierda, los sufrimientos del individuo”, pero he preferido ser más correcto y me he decantado por “La izquierda: ¿quién se ha llevado mi brújula”. Cuando mencionas que: “Yo no se mucho de la izquierda europea más que nada porque la busco y no la encuentro…” te entiendo perfectamente, es normal, es el resultado de un proceso lógico a donde los actos de la izquierda le han llevado. Un vacío existencial, y para ser mucho menos filosófico y más terrenal, un vacío intelectual. La izquierda se encuentra vacía porque nada tiene que ofrecer a un mundo del cual siempre ha negado formar parte y, principalmente, porque todas sus aportaciones se han visto una y otra vez desmentidas y borradas.

La izquierda encontró en la demonización del capitalismo su aliento vital, porque la derecha reclamó antes la defensa de la tradición y el liberalismo la figura del individuo y la libertad. Aún así, pocos recuerdan que el terreno de la crítica hacia el capitalismo no es únicamente campo de abono de la izquierda, y la derecha conservadora[1] de figuras como Joseph Schumpeter, Michael Novack, Daniel Bell o incluso Rusell Kira defendían que el capitalismo no sólo en su desarrollo económico o industrial, sino que incluso su influencia moral y cultural son nefastas para la sociedad; culpable incluso de vulgarizar, de “la fealdad, la monotonía, el hastío de la moderna existencia industrial.” Ironías del destino, la especialización del sistema capitalista llevo a abandonar esta rama tan poco productiva electoralmente a la derecha y dejar a la izquierda estos menesteres anti-capitalistas, mucho más productivos por lo visto en este tipo de trabajo.

Puestos entonces en su laboriosa tarea de criticar al sistema capitalista, pronto se dan cuenta de que necesitan un profeta, un guía y un concepto que les muestre el camino. Entonces llega Marx. Y Marx dice que todo es historia y que la historia es ciencia, y que además se repite, con otros ropajes, es cierto, pero se repite. No los sucesos o los hechos, pero si las estructuras de poder y dominación. Y encuentra el santo grial que la izquierda deseaba.

La cosa evoluciona y se llega casi a lo que los intelectuales de izquierda llegaron a llamar el paraíso proletario en la tierra: la URSS. Experimento socialista y comunista que fascinó y sigue fascinando a muchos que no sufrieron bajo los brazos tiránicos de sus líderes de partido. Este sueño de verano, aunque no de una noche lamentablemente, se rompe y entonces empiezan a oler las miserias de la planificación centralizada y del paraíso obrero en la tierra. Primer mazazo.

Mientras en la URSS se desarrolla la rebelión en la granja, en el resto de Europa las condiciones de vida mejoran de forma exponencial a pesar incluso de dos guerras mundiales. La clase proletaria se diluye y el término empieza a perder significación

 “[…] a medida que iba descubriendo nuevas maneras de hacer dinero-, el capitalismo ha producido más márgenes de ganancia empresarial, más dividendos para los inversores y más cotizaciones sociales, acercándose así a la gran sociedad prometida por Adam Smith, donde el progreso material suscitado por una eficiencia en el empleo de los recursos (gracias a que nadie lo organiza) se articula con el sistema de libertades y garantías conocido como Estado de Derecho.”[1]

Segundo mazazo, ya no tenemos perjudicados a los que la izquierda pueda seguir apelando.

Si bien es cierto que la solución al anterior problema de no tener a quien defender pronto se vio solucionada por la escuela de Frankfurt. Y es que Adolf Hitler apareció en un momento en que la izquierda necesitaba urgentemente de alguien a quien atacar. No quiero decir aquí que este señor merezca ser defendido, sino que críticas más contundentes y feroces contra el nazismo fueron realizadas por los estudiosos de la escuela de austriaca como Frank A. Fetter; Ludwig von Mises; Friedrich August von Hayek; Friedrich A. Lutz; Vera C. Smith Lutz; Ludwig M. Lachmann; Alberto Benegas Lynch; Peter T. Bauer; Murray N. Rothbard; Israel M. Kirzner y otros muchos; pero se les ha leído mucho menos en cualquiera de los estamentos intelectuales, dominados por la elite de la izquierda.

Los intelectuales de la escuela de Frankfurt dotaron a la izquierda del nuevo grial que defender del capitalismo: la cultura y su malestar. Malestar por su masificación. Sin embargo, la crítica no pudo ir mucho más allá, porque iba en contra de uno de sus principios como era la educación para todo el mundo y derecho de acceso a la cultura de todo individuo. Claro que ellos siguen intentando definir lo que es cultura y lo que no, pero las luchas de las elites por nombrar lo que es mayúscula o minúscula en el campo de las artes es un debate que no nos concierne. He podido leer porque alguien inventó primero la imprenta y luego la fabricación en serie y me permitió comprar un libro a un precio aceptable. Tercer mazazo para la izquierda, y aún nos quedan.

Sin clases proletarias, burgueses sin escrúpulos, con una cultura al alcance de todos y el paraíso convertido en infierno, la izquierda se dijo que o encontraba algo o estaba perdida, ¡y vaya si lo encontró!, la globalización y el individuo. Este:

 " nuevo espíritu (nota del autor: del capitalismo) ha desarmado al inconformismo en sus modalidades más tradicionales, que fueron la crítica artista (sostenida por “intelectuales, artistas y dandys”) y una crítica social sostenida por el movimiento obrero. La primera rechazaba el trabajo en sí […] la segunda denunciaba el egoismo de los intereses particulares […]. La vena intelectualista sugiere seguir fieles a la transgresión (“mediante movimientos puramente críticos que no necesitan ni teoría ni práctica”), mientras la vena obrerista lamenta una “pleamar del individualismo.”[2]

En ello estamos, en la defensa de añorar “las antiguas identidades sociales (léase clases) y su antagonismo (léase guerra civil)”[3] Queremos fronteras, deseamos límites. La globalización es culpable de todos los males, ¿le duelen las muelas?, ¿le ha dejado su pareja?, ¿qué Fernando Alonso no ha ganado en Montmeló?, pues no le de más vueltas a la cabeza buscando responsables, la culpa es de la globalización[4]. Sólo les diré una cosa, tampoco esta vez la jugada les está saliendo bien.

Este es el problema de la izquierda, que se encuentra perdida y sin nada que decir porque ha escogido el bando perdedor desde hace mucho tiempo. Su nuevo sueño, “el ecologismo”; no siempre es partidario de seguirles de la mano y han resultado ser unos pupilos muy rebeldes y nada partidistas, ansiosos de caminar solos. ¿Encontrará un nuevo concepto con el que llenar su ideología la izquierda? Creo que no, pero algo me da que incluso aunque lo encuentre no les va a servir de mucho.


[1] Alberto Fernández Alonso (2006): “Neoconservadurismo, neoliberalismo: ¿Sabemos de qué estamos hablando? Una visión desde el liberalismo clásico.” Facultad de Sociología de A Coruña.
[2] Antonio Escohotado: “El espíritu del capitalismo” en www.antonioescohotado.com
[3] Ídem

21 de mayo de 2009

Ingenieros, mercado de trabajo y la necesidad de cambio del modelo económico

"Me pagan una miseria. No aprendo nada. Mi jefe no tiene ni idea." con esas palabras comienza un artículo de El País sobre la precariedad laboral y la falta de un plan de carrera para los ingenieros españoles.

Esa frase resumen a la perfección la situación de muchos ingenieros en nuestro tejido productivo actual:
- sueldos bajos para los supuestos años invertidos en la preparación.
- puestos de trabajo mal definidos.
- jefes de cargo, no líderes de equipo.

La obtención de un título de Ingeniería Superior y Técnica en España se encuentra en los cinco y tres años respectivamente, por lo menos así era antes de la reforma de Bolonia. Plazo de tiempo que se cumple siempre y cuando se aprueben todas las asignaturas en un plazo máximo de dos convocatorias y se termine el proyecto de final de carrera en el último año, es decir, trabajo, trabajo, trabajo y dedicación.

¿Se ve premiado ese esfuerzo? En la mayoría de los casos no. Los ingenieros acaban en puestos de trabajo cuyas características ya hemos descrito: bajos sueldos, empleos rutinarios y sin posibilidades de mejora futura. ¿Por qué? Básicamente a dos cosas: a) la sobrecualificación que disponen para las tareas que se les encomiendan; b) la falta un management profesional en las empresas españolas, sobre todo las pymes.

España sufre un síndrome que puede clasificarse como "titulitis". Bajo esa enfermedad, parece ser indispensable para cualquier responsable de RR. HH. de una empresa que todo trabajo deba ser cubierto por una persona con un título, a ser posible univesitario. Ello nos lleva a que trabajos cuyas necesidades hubiesen sido cubiertas con perfiles más bajos, sean cubiertnos con perfiles donde los empleados superan con creces las demandas del puesto, siendo infravalorados.

El origen de esa situación podemos encontrarla en la mala imagen que hasta hace poco, tenían los profesionales provenientes de la Formación Profesional. Muchos de los puestos que debían ser cubiertos por ellos, eran ocupados por titulados superiores. Se imponía el estereotipo de que cuanto más estudiado mejor preparado, independientemente de las condiciones y necesidades del trabajo a realizar.

La falta de una dirección empresarial profesional y de calidad se encuentra sobre todo en nuestras PYMES, pero no es exclusivo de ellas. No puede culparse de ello por completo a los emprendedores y empresarios, ya que aquí es donde nuestro sistema educativo tiene su gran fallo. Nuestras escuelas y universidades no preparan para emprender, sino para crear funcionarios públicos. A ello hay que sumar la lejanía y el desconocimiento de la realidad empresarial en las aulas, y de las aulas en la empresa. La ignorancia es mutua en este terreno.

Sin embargo, quid del meollo, está en la gestión de los responsables de Recursos Humanos en las empresas. Y en este terreno, en España aún queda mucho por hacer para realizar una tarea del gestión del conocimiento y los recursos humanos eficaz, eficiente y de calidad.

Existen buenos profesionales en el ámbito de los RR.HH. pero necesitamos más, pero sobre todo, necesitamos que las diferentes direcciones de empresa vean la utilidad vital del departamento de RR. HH. como algo más allá de los meros encargados de realizar nóminas, contratar gente y despedir empleados. Y para ello, la receta de siempre: formación, formación y más formación.

La situación que por lo tanto viven muchos ingenieros es un factor clave para ver nuestras posibilidades para cambiar nuestro modelo productivo. En ellos y otros profesionales, pero en ellos, está la capacidad de poder dar un giro radical a nuestro modelo de sol, playa y ladrillo. Su mala situación es el reflejo de nuestra mala situación económica desde el punto de vista estructural.

Las políticas de I+D+i, de sociedad del conocimiento y de información, de nuevas tecnologías, etc. no pueden llevarse a cabo si no disponemos de los recursos necesarios y, una parte vital de dichos recursos son los humanos. Todo lo que no sea incentivar los estudios técnicos y científicos, favorecer los valores que caracterizan a un emprendedor, de fomentar la iniciativa, la competencia, la profesionalidad y el afán de superación dejan en el mero intento cualquiera de las políticas arriba mencionadas tan necearias.

¿Significa ello más ingenieros y menos sociólogos, economistas o filósofos? No. Porque todos son necesarios con sus cualidades profesionales, porque todos son igual capaces para la creatividad, para emprender, para crear las empresas del nuevo siglo. Pero reconozcamos por lo menos a los primeros, que en lo que se trata de nueva economía o economía del conocimiento y la tecnología, tienen algo más que decir. ¿Se imaginan que les dejamos, les fomentamos, les oímos y trabajamos juntos? Pues no se lo imaginen, porque es lo que de verdad y con urgencia necesitamos.

16 de abril de 2009

Pensadores liberales franceses II: Raymond Aron. El último de los liberales (II)

En la anterior entrada sobre R. Aron, terminamos la misma hablando de la diferenciación que realiza entre el espíritu reformista y el espíritu revolucionario. Sigamos pues.

La diferencia entre ambos espíritus se debe a que el reformista es consciente en todo momento de que el progreso, el auténtico y verdadero progreso, tiene tres características fundamentales: a) es contingente porque depende en todo momento del individuo y su acción; b) parcial porque los objetivos se consiguen uno a uno, paso a paso; c) e imperfecto, porque la realidad contiene en su seno el error, la frustación.

Asi el reformista es prosaico, es decir, comedido, cauto, precavido y tiene en todo momento en cuenta las consecuencias de su acción. Frente a esa prosa, el espíritu revolucionaro es poético, es envalentonado, incauto, como un torrente sin contro y medida al que nada ni nadie preocupa para alcanzar su meta o metas. De ahí la crítica y el rechazo de R. Aron al comunismo: "El comunismo es una versión degradada del mensaje occidental. Retiene su ambición de conquistar la naturaleza humana y mejorar el destino de los humildes pero sacrifica lo que fue y que tiene que seguir siendo el corazón mismo de la aventura humana: la libertad de investigación, la libertad de controversia, la libertad de crítica, y el voto."

Bajo la óptica de Aron, la poética del comunismo se vuelve una poética inhumana, en una poesía de lo absoluto donde la emancipación no es ya que desaparezca, sino que se vuelve "indistinguible de la omnipotencia del estado." La voluntad individual se diluye frente al abrazo "omni-presente" pero al fin y al cabo, "omni-futuro" del Estado totalitario.

Este futuro que profetizan una y otra vez los espíritus revolucionarios, y que en el marxismo está claramente presente, tiene además un nuevo elemento esencial: la irrefutabilidad. Y como no existe la posibilidad de contrastación, el marxismo se vuelve en opio de los intelectuales. Por lo tanto, dice nuestro protagonista, cuando Merlau-Ponty argumenta "que el proletariado es la única forma de aúténtica inter-subjetividad" o que "el marxismo no es una filosofía de la historia, es la filosofía de la historia, y rehusar aceptarlo es cancelar nuestra razón histórica." No hay posibilidad para refutar esas tesis, ya que la refutación es imposible, sólo queda una "desintoxicación."

Resulta así comprensible la predilección de Aron por la intelectualidad anglosajona frente a la tradicional intelectualidad francesa de la cual era miembro. Dice al respecto: "el arte de los intelectuales británicos es reducir a términos técnicos los conflictos a menudo ideológicos, el arte de los intelectuales americanos es convertir en discusiones morales las controversias que se refieren más a los medios que a los fines, el arte de los intelectuales franceses es el de ignorar y, a menudo, agravar los problemas propios de la nación, por la voluntad orgullosa de pensar por toda la humanidad."

Lo anterior nos lleva irremediablemente a uno de las metas principales de Aron: la lucha contra el fanatismo. Escribe al respecto: "El hombre [...] no está obligado a resignarse a lo injustificable. Es porque le gustan los seres humanos individuales, porque participa en comunidades reales y respeta la verdad por lo que rehúsa entregar su alma a un ideal de humanidad abstracto, un partido tiránico y un absurdo escolasticismo... Si la tolerancia nace de la duda, enseñémosle a todo el mundo a dudar de todos los modelos y todas las utopías, a desafiar a todos los profetas de la redención y a todos los heraldos de la catástrofe..." Acabar con el fanatismo, sin lugar a dudas; pero también, y en esto pone mucha atención R. Aron, a no dejarnos llevar por la enfermedad de la indiferencia.

Después de "El Opio de los intelectuales", Aron publica "Dix-huit leçons sur la société industrielle", "La lutte de classes. Nouvelles leçons sur les sociétés industrielles" y "Démocratie et totalitarisme". En todas ellas se ocupa profúsamente del análisis de la sociedad industrial, del capitalismo y del sistema comunista. Pero eso lo veremos en el siguiente capítulo.

22 de marzo de 2009

Reflexiones a una lectura de Bauman

"Trístemente estamos rodeados de una teoría social tan desfasada y anclada en pensamientos pasados, que nos lastran a seguir en el pasado. Y los cantos de sirena del Postmodernismo no sólo nos han vuelto relativistas, sino también paranóicos, irracionales y lo que es peor, unos charlatanes del vacio y la nada." Escrito por Alberto, individuo líquido de una sociedad líquida, de amor líquido y cuya libertad líquida es incapaz de escapar de la seducción de consumo actual. O al menos eso cree Bauman y su sociología líquida, que yo más bien tildaría de diluida.

12 de marzo de 2009

Pensadores liberales franceses II: Raymond Aron. El último de los liberales (I)

Comenzábamos esta andadura entorno a los intelectuales y pensadores franceses liberales con J. F. Revel . Hoy nos centraremos en el pensamiento de uno de los sociólogos franceses más originales y brillantes, hablaremos de Raymond Aron. Sobre él han dicho figuras como R. Dahrendorf: "Raymond Aron es el único científico de las últimas décadas que debido a la amplitud de sus intereses, a la combinación de su capacidad analítica y de acción, a su compromiso y capacidad de comprensión y a la mezcla de reserva y capacidad crítica, puede ser comparado con la figura de Max Weber."; Allan Bloom afirma: "el hombre que durante cincuenta años... ha tenido razón en lo que se dijo sobre Hitler, tuvo razón en lo que dijo sobre Stalin y tuvo razón cuando dijo que nuestros regímenes occidentales, con todos sus defectos, eran la única esperanza de la humanidad."

La obra de Aron según José Jiménez-Blanco puede estructurarse en cinco partes:

- primera parte: averiguar las posibilidades de la Filosofía Histórica.
- segunda parte: las RR. II. y la estretegia internacional.
- tercera parte: la sociedad industrial.
- cuarta parte: la pedagogía de la sociología.
- quinta parte: lo que podemos llamar, "espectador comprometido".

Estudiante en el École Normale Superieure de París decide marcharse a Alemania, más exactamente a las Universidades de Colonia y Berlín, donde entra en contacto con el pensamiento social y filosófico alemán. A su vuelta a Francia, decide dar a conocer los conocimientos adquiridos durante su estancia en el país germano; escribe para ello dos obras: "Introducción a la filosofía de la historia" y "La sociología alemana contemporánea".

Es principalmente la segunda obra de las citadas la que adquiere mayor relevancia, pues en ella desglosa una serie de autores como G. Simmel, F. Tönnies, K. Mannheim o M. Weber, que le permiten establecer una diferencia entre una sociología de línea sistémica y otra histórica.

SISTÉMICA --------------------------------HISTÓRICA
Estructuras..........................................Dinámica
Relaciones y Grupos...........................Leyes Sociales
Simmel y Tönnies...............................Mannheim y Weber.

En la segunda parte de la obra se centra especialmente en la obra de su admirado Max Weber, compartiendo su enfoque sociológico, dice al respecto: "Actuar es tomar una decisión, tratar con los hechos de cada día y dirigirlos hacia un fin en situaciones que los seres humanos no escogemos. La filosofía política no es más que un entendimiento profundo de la acción temporal, una reflexión sobre las condiciones en que se expresan nuestros deseos y un análisis de las prioridades políticas en su relación tanto con la realidad como con nuestros ideales". (Cita extraída de JOSEP PICÓ (2003): Los años doralos de la sociología (1945-1975). Alianza Editorial. Madrid. pág. 311). Empezamos a percibir en esta admiración por Weber ese aspecto de "espectador comprometido" que luego desarrollará R. Aron, influenciado claramente por el papel que Weber analiza del político y el cíentífico.

La admiración por el enfoque metodológico del sociólogo alemán más importante comienza ya en su otra obra de corte filosófico histórico, "Introducción a la Filosofía de la Historia". En la cual comparte con Weber los problemas que atañen a las ciencias de la naturaleza y las ciencias sociales en torno al tema de la subjetividad y la objetividad. Recordemos que para Weber la compresión es claramente subjetiva, pero donde la labor científica alcanza status objetivo es en la explicación.

La citada estancia en Alemania le permite conocer también profundamente la obra de un importante pensador: Karl Marx. Con el autor de "El Capital", Aron establece un largo e inteligente diálogo que se ve reflejado muy bien en su obra quizás más conocida: "El opio de los intelectuales".

El tema principal de la obra es "el embrujamiento - el desorden moral e intelectual que provoca adherirse a ciertas ideologías." (cita extraída de ROGER KIMBALL (2002): Lives of the Mind, the use and abuse of intelligence from Hegel to Wodehouse. Ivan R. Dee Publisher. Chicago. pág. 4) Aron establece una distinción en el marxismo separando por un lado un marxismo científico y por otro lado, un marxismo vulgar.

El primero lo hallamos en "El Capital" y sus conclusiones. El segundo en toda la obra filosófico utópico de Marx, es decir, en su materialismo dialéctico. Frente al marxismo más científico, Aron dice que ya no es que las modernas teorías del pensamiento económico hayan demostrado la imposibilidad de la teoría económica de Marx; sino que, frente al Marx más profético, sus augurios no se han cumplido, con lo cual, para Aron, toda validez intelectual de "El Capital" pierde importancia.

La crítica al marxismo vulgar lleva a Aron a exponer la necesidad de diferenciar lo "prosaico" de lo "poético" (ideas que desarrolla en sus Memorias cuando escribe sobre las intenciones de su obra "El opio de los intelectuales"). Kimball recoge muy bien esas intenciones de Aron. "Aron escribió (en sus Memorias) que en El opio de los intelectuales había tratado de "bajar la poesía de la ideología al nivel de la prosa de la realidad." . Lo que Aron llama el "Mito de la Revolución" (como el "Mito de la Izquierda" y el "Mito del Proletariado") resultaba tan seductor precisamente por su atractivo "poético": inducía la ilusión de que "todo es posible", de que todo... puede ser completamente transformado en el fiero crisol de la actividad revolucionaria. Combinar la doctrina de la inevitabilidad histórica -- la monstruosa idea que Marx recogio de Hegel -- con el Mito de la Revolución era una receta para la tiranía política. ¿Qué importa la liquidación de los kulaks frente al necesario despliegue de la Dialéctica?" (cita extraída de ROGER KIMBALL (2002): Lives of the Mind, the use and abuse of intelligence from Hegel to Wodehouse. Ivan R. Dee Publisher. Chicago. pág. 9)

Confronta así un espíritu revolucionario contra un espíritu reformista. Viste al primero de un halo poético, fantástico y cegado por el fanatismo; mientras que el segundo es prosaico, real y escéptico. Temas que desarrollaremos un poco más en la siguiente parte de esta entrada.