"El poder del dinero", documental emitido por Documentos TV (La 2 de RTVE) en España y de factura estadounidense, trata de arrojar luz a uno de los debates más interesantes de los últimos años en las ciencias sociales, más en concreto en la ciencia económica, como es la influencia de los sentimientos en las decisiones individuales.
Trata, pero no lo consigue, porque lamentablemente cae en un lenguaje de confrontación, rudo y vulgar para defender una tesis a la que no dejan llegar al espectador, sino que sirven en bandeja y sin posibilidad de discusión. Todos los mecanismos audiovisuales están al servicio del mensaje y no del espectador para construir su propia idea sobre el tema, desde montajes visuales como fórmulas incomprensibles para no economistas flotando en la pantalla hasta jugar con la luz en las entrevistas de los expertos consultados, siendo más oscura y fría la de los oponentes y más clara y cálida la de los que comparten sus postulados.
Pero dejando de lado el formato del documental, lo realmente trágico es el contenido del mismo. Lamentablemente, nuestra televisión pública ha dejado pasar una oportunidad más para formar al espectador en vez de adoctrinarle. Como ya he dicho, el vídeo partiendo de uno de los debates más importantes y de calado que se está viviendo en la ciencia económica, consigue servir al espectador ideas preconbebidas, tesis mal explicadas, mensajes confusos y buscando claramente la confrontación. Se percibe que el realizador del mismo carece de suficientes conocimientos económicos al igual que todo el equipo de producción. Ello logra que el producto final sea más un arma arrojadiza que un bien pedagógico que fomente el debate. Intentaré desgranar los motivos que me llevan a opinar así sobre el documental.
Comenzaré estableciendo una diferencia que en el mismo no parecen tener claro como es la distinción entre racional y racionalista. La RAE en su diccionario virtual define racional como " 1.- Perteneciente o relativo a la razón. 2.- Conforme a ella. 3.- Dotado de razón"; y racionalista como "1.- Que profesa la doctrina del racionalismo". Por tanto, todas las personas somos en mayor o menor medida racionales porque usamos razonamientos para llegar a una decisión, pero no todos somos racionalistas porque ello supondría aceptar los postulados de una filosofía detarminada, a saber, el Racionalismo. Esta distinción es importante tenerla clara pues sirvirá de argumentación para muchas de las siguientes líneas.
Una de las críticas que se vierten sobre la ciencia económica es que parte de sujetos racionales que no se comportan como tales y que sus métodos científicos son racionalistas y por tanto, incapaces de explicar el comportamiento individual en términos económicos y financieros. Vayamos por partes.
Todo sujeto individual se comporta de forma racional, como ya hemos visto en la definición, incluso un asesino, que bajo su particular razón, puede argumentar racionalmente todos sus actos. Otra cosa es que sus comportamientos sean aceptados como válidos en el ideario que la sociedad tiene establecido como lo racional.
Por otro lado, la ciencia económica, como toda ciencia, usa modelos para intentar comprender y explicar la realidad que estudia. Y estos modelos tienen como principal defecto eso, que son modelos más o menos complejos que nunca podrán ser un fiel reflejo del objeto de estudio que intentan estudiar. Si a este inconveniente unimos que las ciencias sociales tienen por objeto de estudio la sociedad misma tan cambiante, compleja y con individuos, cada uno de ellos con sus propias intenciones y motivos, podemos hacernos una idea del reto al que se enfrentan los científicos sociales. Los modelos económicos no pueden predecir la realidad, solo pueden hacerlo en base al propio modelo que establecen, asi que cuando un economista dice algo, lo que realmente está comunicando es que si la realidad social se comporta según el modelo que él maneja, podrá ocurrir lo que él dice. El problema de haber convertido a los economistas en los oráculos del siglo XXI daría para otra entrada.
Por tanto, todos los economistas son racionalistas en mayor o menor medida y, paradojas del documental, más aquellos que el propio reportaje pretende mostar como no racionalistas como el caso de Robert Shiller o Keynes. Paradigmático es el caso de este último, padre de toda una rama de la ciencia económica como la macroeconomía y fundador de uno de los modelos económicos más importantes, el modelo keynesiano.
Sobre los experimentos realizados por los economistas behavoristas me entran dudas de que opinaría un auténtico experto de esa rama, porque los mostrados en el documental son pobres y fácilmente desmontables. El primero de ellos, la subasta del billete de 20 $, que sirve como conclusión para demostrar el comportamiento irracional de los individuos en temas económicos me parece una mala broma. Las conclusiones en la compra por 28$ del billete subastado, parecen ignorar el coste de la norma establecida en el juego, según la cual el segundo mayor pujante tendrá que hacer efectiva su subasta. Se está fomentado de manera coactiva la subasta, pues ya nadie quiere hacerse con el billete de 20$, sino evitar el coste de haber intentado participar en la subasta, comportamiento más que racional.
El segundo experimento, poner precio a una botella de vino, es una clara muestra de que nuestra mente busca referentes racionales tanto de forma consciente como inconsciente. Al no poseer ninguna referencia sobre el bien a comprar y condicionar la compra de la misma al mandar escribir los dos últimos dígitos de la Seguridad Social de los participantes, está subgestionando nuestro cerebro de forma inconsciente. Y les puedo asegurar que la ciencia económica conoce muy bien esos mecanismos, que se lo pregunten a los expertos en finanzas o márketing.
El tercer experimento, parametrizando las reacciones físicas como el sudor, la pupila y monotorizando el ritmo cardíaco, respiración, etc. también tiene sus limitaciones. Aunque sirve para demostrar algo que nadie discute, que las emociones afectan nuestros comportamientos, lo difícil es asignar un valor a esa variable dentro de los modelos que los economistas manejan. Incluso un experimento tan controlado como el aquí mostrado, no puede controlar la reacción inconsciente de la sed ante la presencia de la cantimplora.
El cuarto experimento, la compra de una taza, es la demostración de algo que también los economistas saben desde hace mucho tiempo, que solo un necio confunde valor y precio. Cuando en un principio se pide a los participantes que den un precio a la taza y cuando, posteriormente a regalarles la taza les dicen que pongan otra vez el precio y este aumenta, no están más que constatando este hecho.
Podría entrar en muchos más temas expuestos en el documental, por ejemplo, la asunción de que toda la economía se basa en el modelo de las hipótesis de equilibro y eficiencia, algo falso e incorrecto pues existen escuelas que rechazan esas hipótesis como la rama austríaca. O como todos se acuerdan de la gran crisis del 29 pero nadie se acuerda del desastre de los años 70 originada por las medidas keynesianas aplicadas en las décadas anteriores. Que los propios economistas de la escuela austríaca tienen todo un mecanismo de explicación para la formación, desarrollo y consecuencias de las burbujas financieras y económicas y por tanto, las temidas burbujas no han sido desterradas de la ciencia económica.
Por tanto, para no convertir esta entrada, bastante larga ya, en un ensayo interminable, lo único que puedo hacer es recomendarles que vean el documental y saquen sus propias conclusiones y si quieren, las compartan en los comentarios.
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