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12 de noviembre de 2010

El amor en el nuevo comunismo. El enfoque de Alain Badieu

Me gusta comprobar la plasticidad ideológica del comunismo para, cual virus, cohabitar con cualquier otra ideología. El que ahora se nos presenta, y representa Alain Badieu en esta entrevista, es un comunismo new age muy característico.

Ya que no es la lucha de clases la que concentra la ruptura con el capitalismo, ni siquiera está ya en manos de la clase intelectual o del conocimiento como lo había argumentado Lukács, no, ahora es el concepto del amor el que marca la marcha revolucionaria del comunismo.

Para ello se afirman axiomas bastante discutibles:

A.- “Se ha establecido un régimen de existencia en el cual todo debe ser transformado en producto, en mercancía”. Para el Sr. Badieu esto ya lo había pronosticado Marx. Lamentablemente, el filósofo alemán no fue capaz de prever que acabaría el comunismo por convertir al hombre en la propia mercancía de su sistema.
Si por algo se caracteriza la economía actual es por su cada vez menor preocupación por el producto y sí por el servicio. Si todos los reproductores mp3 son iguales de buenos o malos entonces, ¿dónde está el secreto de Apple?; si un café es igual de sabroso o no en cualquier cafetería de barrio, ¿por qué triunfa Starbucks?; ¿por qué lo hacen Gmail y Google y no Hotmail e Internet Explorer?; ¿por qué vende más coches BMW que Mercedes? Podría poner mil ejemplos para demostrar que estamos en una economía de servicio y no de producto.

B.- “Una sociedad que no está gobernada por el hecho de que un hombre persigue su interés sino por la idea de la asociación de hombres. Es esa la asociación la que define los proyectos o las metas colectivas”. Pero no se explica cómo van a decidirse o quién va a tomar las riendas por las cuales se van a tomar las decisiones y las metas. Tampoco deja claro que pasaría si un individuo decide no formar parte para de ese colectivo. El principal problema del comunismo es su capacidad para diluir el valor del individuo, de la persona a favor de la masa. Millones de personas han muerto por la idea común de un estado igualitario y proletario, por la defensa de la verdadera religión o la supremacía de una raza. Para poder lograrlo, el primer paso es acabar con la individualidad, la diferencia. La persona no es más importante que el estado, la clase, la fe, etc. y cuando ello ocurre, por lo general, el propio concepto de respeto a la vida se difumina, pues qué valor tiene una vida humana frente al interés del bien común o colectivo.

No debe extrañarnos por tanto el miedo que la tecnología, y sobre todo internet, le dan. La capacidad de disidencia, incoformismo, debate y mecanismo de individualización que tienen las tecnologías de la comunicación, provocan auténtico pavor entre los que difienden a la masa. La libre circulación de conocimiento e información, por lo visto, no agradan a Badieu, que tilda de "falso igualitarismo" a una de las revoluciones más importantes de la historia de la humanidad. En el fondo, es consciente de que esa necesidad del comunismo por la masa obliga a una homogeneización y esa homogeneidad no es posible si en lo fundamental, en nuestra forma de pensar, se permite el debate, el libre conocimiento y la circulación sin restricciones de las ideas.

C.- Debemos tener cuidado en no confundir conceptos en apariencia iguales. Hobbes habla de lucha y no de competencia y aquí, los matices son en estos casos, importantes, sobre todo para un filósofo que dice ser alumno de un destacado intelectual de la filosofía analítica como Derrida. En la guerra se lucha, en el deporte se compite. Quizás ese ejemplo sea la forma más clara de encuadrar el problema. La competencia supone asumir unos valores de superación personal pero respetando al contrario. Eso no ocurre en la lucha.

Pero vayamos más allá; aceptemos el postulado de asumir la asociación como eje principal. El comunismo desde luego no tiene cabida en ese concepto desde el momento en que aceptamos que la disidencia, no se permite. Uno de los rasgos del asociacionismo es el carácter voluntario con el cual ingresan sus miembros. Sin embargo, seguimos sin dar respuesta a la pregunta de quién hará las tareas distributivas de los bienes y servicios necesarios en términos materiales.

Sin embargo, el capitalismo si. Es el interés propio, el egoísmo, el que nos lleva ya a una asociación voluntaria con el otro para logara aquello que no tenemos y necesitamos. El mercado no es más que la libre asociación de oferentes y demandantes que dan respuesta a sus necesidades vía comercio.

D.- Regresando a la necesidad de un elemento aglutinador necesario en toda teoría de masas, en este caso es el amor el que cumple ese papel de atractor. Pero, ¿quién define que tipo de amo?, ¿será válido cualquier tipo de amor?, ¿hablamos de amor independiente del sexo?, ¿se acepta la homosexualidad o la bisexualidad como un amor más, o únicamente el heterosexual?, ¿se permitiría el amor por los efebos como en la Grecia Clásica?, ¿se trata de un amor a lo divino? Una cosa está clara, tiene una concepción de amor particular, ya que lo que para muchos es aceptable, para él no: “Hoy se busca domesticar al amor con una mezcla de pornografía libre…”.

Además, esa competencia que se desdibuja en la entrega amorosa por el otro, ¿cómo encaja en ella el amor de pareja fiel que defiende? Y si nuestra pareja decide tener una relación abierta, ¿no estamos entonces ante un caso de entrega completa a la masa?, ¿no sería una forma de acabar con la competencia, el egoísmo, las luchas y el individualismo la entrega absoluta a todas aquellas personas con las cuales no apetezca mantener relaciones?

Por último, ¿cómo es posible defender el amor siendo maoísta? Esta teoría marxista llegó incluso a decidir el número de hijos que una familia debería tener, provocar un auténtico asesinato y abandono de niñas en China; ¿es ese el amor que defiende Badieu, un amor que el estado puede regular?

1 de marzo de 2010

Willy Toledo a sueldo de la dictadura cubana

Desde el silencio del presidente del Gobierno el primer día, a la llamada de atención de los socios europeos a Zapatero para condenar la muerte de preso político Orlando Zapata, pasando por la respuesta callada de nuestro Ministerio de Exteriores, hemos llegado a la excreción verbal de un actor a sueldo del régimen ditactorial de La Habana como Willy Toledo.

El Sr. Toledo, representate insigne del sindicato de la ceja, resume perfectamente el sentir de los progres de este país y se atreve, con la valentía del que se sabe seguro en un país democrático, a llamar delincuente común a una persona que ha dejado su vida en la lucha por la libertad en Cuba.

Miles de personas sufren por dar una oportunidad a un país bajo las garras de una de las dictaduras más crueles y largas de la historia, personas que mueren por otorgar espacios de libertad a un pueblo oprimido. Y el Sr. Toledo que se cree un salva patrias resulta ser un guardian de la opresión, el asesinato y el sufrimiento.

12 de noviembre de 2009

Un ministro, Karl Marx y su valía actual. Actualización 2.0

El texto que sigue a estas palabras ha sido censurado en el blog del Sr. Sevilla. Por lo visto, algo de lo escrito por mi no habrá gustado al ex-ministro o al gestor de su blog. Nada por otro lado sorprendente de un defensor de Marx, al cual la libertad y la libertad de expresión, nunca le importaron.

Al principio no podía creer lo que estaba leyendo, pero después de varias lecturas y pellizcos en el brazo, para asegurar que no estaba en los brazos de Morfeo, no tuve ninguna duda, cualquiera puede llegar a ministro en este país.

Desfachatez, en grado doble y por tanto con ensañamiento y alevosía, la que perpetua en negro sobre blanco digital el autor de tremenda evacuación intelectual. Primero por verter en un texto ideas del cual el escritor del mismo reniega fervientemente en su fuero más interno. Segundo, porque asumiendo que acepta como relevantes las exposiciones de Marx, el Sr. Sevilla formó y forma parte de la clase dominante que permite que el individuo no sea feliz. Antes como mano ejecutora de la estructura que perpetua la supra-estructura, y ahora como parte de la élite empresarial burguesa. Mi abuela le acusaría de sinvergüenza y caradura.

Sobre la catadura moral no voy a verter nada más, pues bastante ha mostrado el señor Sevilla solo. Sin embargo, no puedo permanecer callado ante la supuesta validez intelectual que se pretende aquí "revisitar". El marxismo (por ende Marx), falla porque su dialéctica materialista es historicista. La conocida (y desconocida para el autor) crítica de Karl Popper al historicismo es que inviable desde el punto de vista epistemológico y además, inmoral.

Invaible a nivel del episteme porque (cito su prólogo en "La miseria del historicismo":

a) El curso de la historia humana está fuertemente influido por el crecimiento de los conocimientos humanos...

b) No podemos predecir, por métodos racionales o científicos el crecimiento futuro de nuestros conocimientos científicos...

c) No podemos por tanto predecir el curso futuro de la historia humana.

d) Esto significa que hemos de rechazar la posibilidad de una historia teórica; es decir, de una ciencia histórica y social de la misma naturaleza que la física teórica. No puede haber una teórica científica del desarrollo histórico que sirva de base a la predicción histórica.

e) La meta fundamental de los métodos históricistas está, por tanto, mal concebida; y el historicismo cae por su base."

En una maravillosa conclusión en un artículo publicado por el profesor Joaquín García-Huidobro Correa titulado "El liberalismo de Karl Popper", escribe: "Quienes recurren al historicismo dan muestras de no ser capaces de aceptar que el futuro es responsabilidad nuestra." Ahora entendemos que la crisis que se negaba a aceptar el presidente Zapatero, no fuera después de su confirmación, culpa nuestra.

La invalidez moral del historicismo nos lleva, otra vez en palabras del profesor García-Huidobro, a " sacrificar a los hombres de las generaciones presentes en aras de un futuro ideal. Su apelación al triunfo histórico no es más que una justificación de la ley de la fuerza."

Además, el Sr. Sevilla como economista o bien juega con nosotros al ocultarnos información valiosa, o bien desconoce por completo las críticas vertidas por la Escuela de Economía Austriaca a Marx. Yo opto más por lo segundo.

Böhm-Bawerk cuyas principales aportaciones fueron al interés y al capital y fue respecto de estas en las que desarrollo su más efectiva crítica al socialismo. El principal argumento es que la crítica que realizaba el socialismo es una crítica a la misma condición humana, ya que el problema central de la escasez con el que el socialismo tendría que enfrentarse, era igual que al que tenía que enfrentarse el capitalismo.

Y por supuesto, la crítica realizada por Mises y la imposibilidad del cálculo económico en el marxismo. Tema que además desarrolla de forma magnífica el profesor Huerta del Soto en su indispensable obra "Socialismo, cálculo económico y función empresarial."

Si de verdad tenemos que volver a Marx para entender la realidad y los problemas que nos rodean en la actualidad, jamás podré estar agradecido a Dios por la salida del Sr. Sevilla del Gobierno. Lamentablemente si fuese accionista de PricewaterhouseCoopers, estaría muy preocupado y asustado.

23 de septiembre de 2009

La izquierda busca su meta. Actualización.

El 16 de Mayo del 2007 escribí esta carta, publicada en este mismo blog, a un gran amigo que me preguntaba por el vacío existencial que experimentaba por sus ideas políticas. Una persona de izquierdas como él que nadaba en un mar de nada, en un agua de conceptos huecos. No se daba cuenta de que experimentaba en sus propias carnes lo que la izquierda venía padeciendo desde hace mucho tiempo.

Han pasado ya más de dos años y nada me hacía sospechar que la situación política española iba a ajustarse a las ideas de esa misiva. Las ideas de vacío y confusión, de un permanente anonadar, en las múltiples entradas que recoge la RAE al término, del quehacer político del Gobierno son la muestra clara de una izquierda totalmente extraviada.

Y en ese caminar totalmente ciego, pecan de orgullo y soberbia hasta límites insospechados. Hasta el punto de afirmar que "bajar impuestos es de izquierdas" para luego sostener que "subir impuestos es de izquierdas." Ellos son el todo y la nada, el continente y el contenido, el alfa y el omega donde buscar la salvación. Con razón afirmaba Lenin: " El marxismo es todopoderoso porque es cierto."

Cantemos pues "La Internacional" con el puño bien alzado mientras nuestros cuerpos se visten de ropajes y diseños exclusivos.

"¡Arriba parias de la tierra!
¡En pie, famélica legión!
Atruena la razón en marcha:
es el fin de la opresión. [...]"


La izquierda busca su meta

“Se entiende que el caos de la libertad sobrecoja, y que una añoranza de estructuras fijas funcione como aliado del no menos antiguo maniqueísmo: o blanco o negro, o bueno o malo, o verdadero o falso. Pero cierto grado de civilización promueve órdenes extensos, dotados de una complejidad intrínseca, donde con una mezcla de anacronismo y buena voluntad no dejan de brotar nostalgias por lo simple…”
Antonio Escotado, Espontaneidad y complejidad (2º Versión), en www.antonioescohotado.com

Podía haber titulado esta carta como “Los miedos de la izquierda, los sufrimientos del individuo”, pero he preferido ser más correcto y me he decantado por “La izquierda: ¿quién se ha llevado mi brújula”. Cuando mencionas que: “Yo no se mucho de la izquierda europea más que nada porque la busco y no la encuentro…” te entiendo perfectamente, es normal, es el resultado de un proceso lógico a donde los actos de la izquierda le han llevado. Un vacío existencial, y para ser mucho menos filosófico y más terrenal, un vacío intelectual. La izquierda se encuentra vacía porque nada tiene que ofrecer a un mundo del cual siempre ha negado formar parte y, principalmente, porque todas sus aportaciones se han visto una y otra vez desmentidas y borradas.

La izquierda encontró en la demonización del capitalismo su aliento vital, porque la derecha reclamó antes la defensa de la tradición y el liberalismo la figura del individuo y la libertad. Aún así, pocos recuerdan que el terreno de la crítica hacia el capitalismo no es únicamente campo de abono de la izquierda, y la derecha conservadora[1] de figuras como Joseph Schumpeter, Michael Novack, Daniel Bell o incluso Rusell Kira defendían que el capitalismo no sólo en su desarrollo económico o industrial, sino que incluso su influencia moral y cultural son nefastas para la sociedad; culpable incluso de vulgarizar, de “la fealdad, la monotonía, el hastío de la moderna existencia industrial.” Ironías del destino, la especialización del sistema capitalista llevo a abandonar esta rama tan poco productiva electoralmente a la derecha y dejar a la izquierda estos menesteres anti-capitalistas, mucho más productivos por lo visto en este tipo de trabajo.

Puestos entonces en su laboriosa tarea de criticar al sistema capitalista, pronto se dan cuenta de que necesitan un profeta, un guía y un concepto que les muestre el camino. Entonces llega Marx. Y Marx dice que todo es historia y que la historia es ciencia, y que además se repite, con otros ropajes, es cierto, pero se repite. No los sucesos o los hechos, pero si las estructuras de poder y dominación. Y encuentra el santo grial que la izquierda deseaba.

La cosa evoluciona y se llega casi a lo que los intelectuales de izquierda llegaron a llamar el paraíso proletario en la tierra: la URSS. Experimento socialista y comunista que fascinó y sigue fascinando a muchos que no sufrieron bajo los brazos tiránicos de sus líderes de partido. Este sueño de verano, aunque no de una noche lamentablemente, se rompe y entonces empiezan a oler las miserias de la planificación centralizada y del paraíso obrero en la tierra. Primer mazazo.

Mientras en la URSS se desarrolla la rebelión en la granja, en el resto de Europa las condiciones de vida mejoran de forma exponencial a pesar incluso de dos guerras mundiales. La clase proletaria se diluye y el término empieza a perder significación

 “[…] a medida que iba descubriendo nuevas maneras de hacer dinero-, el capitalismo ha producido más márgenes de ganancia empresarial, más dividendos para los inversores y más cotizaciones sociales, acercándose así a la gran sociedad prometida por Adam Smith, donde el progreso material suscitado por una eficiencia en el empleo de los recursos (gracias a que nadie lo organiza) se articula con el sistema de libertades y garantías conocido como Estado de Derecho.”[1]

Segundo mazazo, ya no tenemos perjudicados a los que la izquierda pueda seguir apelando.

Si bien es cierto que la solución al anterior problema de no tener a quien defender pronto se vio solucionada por la escuela de Frankfurt. Y es que Adolf Hitler apareció en un momento en que la izquierda necesitaba urgentemente de alguien a quien atacar. No quiero decir aquí que este señor merezca ser defendido, sino que críticas más contundentes y feroces contra el nazismo fueron realizadas por los estudiosos de la escuela de austriaca como Frank A. Fetter; Ludwig von Mises; Friedrich August von Hayek; Friedrich A. Lutz; Vera C. Smith Lutz; Ludwig M. Lachmann; Alberto Benegas Lynch; Peter T. Bauer; Murray N. Rothbard; Israel M. Kirzner y otros muchos; pero se les ha leído mucho menos en cualquiera de los estamentos intelectuales, dominados por la elite de la izquierda.

Los intelectuales de la escuela de Frankfurt dotaron a la izquierda del nuevo grial que defender del capitalismo: la cultura y su malestar. Malestar por su masificación. Sin embargo, la crítica no pudo ir mucho más allá, porque iba en contra de uno de sus principios como era la educación para todo el mundo y derecho de acceso a la cultura de todo individuo. Claro que ellos siguen intentando definir lo que es cultura y lo que no, pero las luchas de las elites por nombrar lo que es mayúscula o minúscula en el campo de las artes es un debate que no nos concierne. He podido leer porque alguien inventó primero la imprenta y luego la fabricación en serie y me permitió comprar un libro a un precio aceptable. Tercer mazazo para la izquierda, y aún nos quedan.

Sin clases proletarias, burgueses sin escrúpulos, con una cultura al alcance de todos y el paraíso convertido en infierno, la izquierda se dijo que o encontraba algo o estaba perdida, ¡y vaya si lo encontró!, la globalización y el individuo. Este:

 " nuevo espíritu (nota del autor: del capitalismo) ha desarmado al inconformismo en sus modalidades más tradicionales, que fueron la crítica artista (sostenida por “intelectuales, artistas y dandys”) y una crítica social sostenida por el movimiento obrero. La primera rechazaba el trabajo en sí […] la segunda denunciaba el egoismo de los intereses particulares […]. La vena intelectualista sugiere seguir fieles a la transgresión (“mediante movimientos puramente críticos que no necesitan ni teoría ni práctica”), mientras la vena obrerista lamenta una “pleamar del individualismo.”[2]

En ello estamos, en la defensa de añorar “las antiguas identidades sociales (léase clases) y su antagonismo (léase guerra civil)”[3] Queremos fronteras, deseamos límites. La globalización es culpable de todos los males, ¿le duelen las muelas?, ¿le ha dejado su pareja?, ¿qué Fernando Alonso no ha ganado en Montmeló?, pues no le de más vueltas a la cabeza buscando responsables, la culpa es de la globalización[4]. Sólo les diré una cosa, tampoco esta vez la jugada les está saliendo bien.

Este es el problema de la izquierda, que se encuentra perdida y sin nada que decir porque ha escogido el bando perdedor desde hace mucho tiempo. Su nuevo sueño, “el ecologismo”; no siempre es partidario de seguirles de la mano y han resultado ser unos pupilos muy rebeldes y nada partidistas, ansiosos de caminar solos. ¿Encontrará un nuevo concepto con el que llenar su ideología la izquierda? Creo que no, pero algo me da que incluso aunque lo encuentre no les va a servir de mucho.


[1] Alberto Fernández Alonso (2006): “Neoconservadurismo, neoliberalismo: ¿Sabemos de qué estamos hablando? Una visión desde el liberalismo clásico.” Facultad de Sociología de A Coruña.
[2] Antonio Escohotado: “El espíritu del capitalismo” en www.antonioescohotado.com
[3] Ídem

16 de abril de 2009

Pensadores liberales franceses II: Raymond Aron. El último de los liberales (II)

En la anterior entrada sobre R. Aron, terminamos la misma hablando de la diferenciación que realiza entre el espíritu reformista y el espíritu revolucionario. Sigamos pues.

La diferencia entre ambos espíritus se debe a que el reformista es consciente en todo momento de que el progreso, el auténtico y verdadero progreso, tiene tres características fundamentales: a) es contingente porque depende en todo momento del individuo y su acción; b) parcial porque los objetivos se consiguen uno a uno, paso a paso; c) e imperfecto, porque la realidad contiene en su seno el error, la frustación.

Asi el reformista es prosaico, es decir, comedido, cauto, precavido y tiene en todo momento en cuenta las consecuencias de su acción. Frente a esa prosa, el espíritu revolucionaro es poético, es envalentonado, incauto, como un torrente sin contro y medida al que nada ni nadie preocupa para alcanzar su meta o metas. De ahí la crítica y el rechazo de R. Aron al comunismo: "El comunismo es una versión degradada del mensaje occidental. Retiene su ambición de conquistar la naturaleza humana y mejorar el destino de los humildes pero sacrifica lo que fue y que tiene que seguir siendo el corazón mismo de la aventura humana: la libertad de investigación, la libertad de controversia, la libertad de crítica, y el voto."

Bajo la óptica de Aron, la poética del comunismo se vuelve una poética inhumana, en una poesía de lo absoluto donde la emancipación no es ya que desaparezca, sino que se vuelve "indistinguible de la omnipotencia del estado." La voluntad individual se diluye frente al abrazo "omni-presente" pero al fin y al cabo, "omni-futuro" del Estado totalitario.

Este futuro que profetizan una y otra vez los espíritus revolucionarios, y que en el marxismo está claramente presente, tiene además un nuevo elemento esencial: la irrefutabilidad. Y como no existe la posibilidad de contrastación, el marxismo se vuelve en opio de los intelectuales. Por lo tanto, dice nuestro protagonista, cuando Merlau-Ponty argumenta "que el proletariado es la única forma de aúténtica inter-subjetividad" o que "el marxismo no es una filosofía de la historia, es la filosofía de la historia, y rehusar aceptarlo es cancelar nuestra razón histórica." No hay posibilidad para refutar esas tesis, ya que la refutación es imposible, sólo queda una "desintoxicación."

Resulta así comprensible la predilección de Aron por la intelectualidad anglosajona frente a la tradicional intelectualidad francesa de la cual era miembro. Dice al respecto: "el arte de los intelectuales británicos es reducir a términos técnicos los conflictos a menudo ideológicos, el arte de los intelectuales americanos es convertir en discusiones morales las controversias que se refieren más a los medios que a los fines, el arte de los intelectuales franceses es el de ignorar y, a menudo, agravar los problemas propios de la nación, por la voluntad orgullosa de pensar por toda la humanidad."

Lo anterior nos lleva irremediablemente a uno de las metas principales de Aron: la lucha contra el fanatismo. Escribe al respecto: "El hombre [...] no está obligado a resignarse a lo injustificable. Es porque le gustan los seres humanos individuales, porque participa en comunidades reales y respeta la verdad por lo que rehúsa entregar su alma a un ideal de humanidad abstracto, un partido tiránico y un absurdo escolasticismo... Si la tolerancia nace de la duda, enseñémosle a todo el mundo a dudar de todos los modelos y todas las utopías, a desafiar a todos los profetas de la redención y a todos los heraldos de la catástrofe..." Acabar con el fanatismo, sin lugar a dudas; pero también, y en esto pone mucha atención R. Aron, a no dejarnos llevar por la enfermedad de la indiferencia.

Después de "El Opio de los intelectuales", Aron publica "Dix-huit leçons sur la société industrielle", "La lutte de classes. Nouvelles leçons sur les sociétés industrielles" y "Démocratie et totalitarisme". En todas ellas se ocupa profúsamente del análisis de la sociedad industrial, del capitalismo y del sistema comunista. Pero eso lo veremos en el siguiente capítulo.

12 de marzo de 2009

Pensadores liberales franceses II: Raymond Aron. El último de los liberales (I)

Comenzábamos esta andadura entorno a los intelectuales y pensadores franceses liberales con J. F. Revel . Hoy nos centraremos en el pensamiento de uno de los sociólogos franceses más originales y brillantes, hablaremos de Raymond Aron. Sobre él han dicho figuras como R. Dahrendorf: "Raymond Aron es el único científico de las últimas décadas que debido a la amplitud de sus intereses, a la combinación de su capacidad analítica y de acción, a su compromiso y capacidad de comprensión y a la mezcla de reserva y capacidad crítica, puede ser comparado con la figura de Max Weber."; Allan Bloom afirma: "el hombre que durante cincuenta años... ha tenido razón en lo que se dijo sobre Hitler, tuvo razón en lo que dijo sobre Stalin y tuvo razón cuando dijo que nuestros regímenes occidentales, con todos sus defectos, eran la única esperanza de la humanidad."

La obra de Aron según José Jiménez-Blanco puede estructurarse en cinco partes:

- primera parte: averiguar las posibilidades de la Filosofía Histórica.
- segunda parte: las RR. II. y la estretegia internacional.
- tercera parte: la sociedad industrial.
- cuarta parte: la pedagogía de la sociología.
- quinta parte: lo que podemos llamar, "espectador comprometido".

Estudiante en el École Normale Superieure de París decide marcharse a Alemania, más exactamente a las Universidades de Colonia y Berlín, donde entra en contacto con el pensamiento social y filosófico alemán. A su vuelta a Francia, decide dar a conocer los conocimientos adquiridos durante su estancia en el país germano; escribe para ello dos obras: "Introducción a la filosofía de la historia" y "La sociología alemana contemporánea".

Es principalmente la segunda obra de las citadas la que adquiere mayor relevancia, pues en ella desglosa una serie de autores como G. Simmel, F. Tönnies, K. Mannheim o M. Weber, que le permiten establecer una diferencia entre una sociología de línea sistémica y otra histórica.

SISTÉMICA --------------------------------HISTÓRICA
Estructuras..........................................Dinámica
Relaciones y Grupos...........................Leyes Sociales
Simmel y Tönnies...............................Mannheim y Weber.

En la segunda parte de la obra se centra especialmente en la obra de su admirado Max Weber, compartiendo su enfoque sociológico, dice al respecto: "Actuar es tomar una decisión, tratar con los hechos de cada día y dirigirlos hacia un fin en situaciones que los seres humanos no escogemos. La filosofía política no es más que un entendimiento profundo de la acción temporal, una reflexión sobre las condiciones en que se expresan nuestros deseos y un análisis de las prioridades políticas en su relación tanto con la realidad como con nuestros ideales". (Cita extraída de JOSEP PICÓ (2003): Los años doralos de la sociología (1945-1975). Alianza Editorial. Madrid. pág. 311). Empezamos a percibir en esta admiración por Weber ese aspecto de "espectador comprometido" que luego desarrollará R. Aron, influenciado claramente por el papel que Weber analiza del político y el cíentífico.

La admiración por el enfoque metodológico del sociólogo alemán más importante comienza ya en su otra obra de corte filosófico histórico, "Introducción a la Filosofía de la Historia". En la cual comparte con Weber los problemas que atañen a las ciencias de la naturaleza y las ciencias sociales en torno al tema de la subjetividad y la objetividad. Recordemos que para Weber la compresión es claramente subjetiva, pero donde la labor científica alcanza status objetivo es en la explicación.

La citada estancia en Alemania le permite conocer también profundamente la obra de un importante pensador: Karl Marx. Con el autor de "El Capital", Aron establece un largo e inteligente diálogo que se ve reflejado muy bien en su obra quizás más conocida: "El opio de los intelectuales".

El tema principal de la obra es "el embrujamiento - el desorden moral e intelectual que provoca adherirse a ciertas ideologías." (cita extraída de ROGER KIMBALL (2002): Lives of the Mind, the use and abuse of intelligence from Hegel to Wodehouse. Ivan R. Dee Publisher. Chicago. pág. 4) Aron establece una distinción en el marxismo separando por un lado un marxismo científico y por otro lado, un marxismo vulgar.

El primero lo hallamos en "El Capital" y sus conclusiones. El segundo en toda la obra filosófico utópico de Marx, es decir, en su materialismo dialéctico. Frente al marxismo más científico, Aron dice que ya no es que las modernas teorías del pensamiento económico hayan demostrado la imposibilidad de la teoría económica de Marx; sino que, frente al Marx más profético, sus augurios no se han cumplido, con lo cual, para Aron, toda validez intelectual de "El Capital" pierde importancia.

La crítica al marxismo vulgar lleva a Aron a exponer la necesidad de diferenciar lo "prosaico" de lo "poético" (ideas que desarrolla en sus Memorias cuando escribe sobre las intenciones de su obra "El opio de los intelectuales"). Kimball recoge muy bien esas intenciones de Aron. "Aron escribió (en sus Memorias) que en El opio de los intelectuales había tratado de "bajar la poesía de la ideología al nivel de la prosa de la realidad." . Lo que Aron llama el "Mito de la Revolución" (como el "Mito de la Izquierda" y el "Mito del Proletariado") resultaba tan seductor precisamente por su atractivo "poético": inducía la ilusión de que "todo es posible", de que todo... puede ser completamente transformado en el fiero crisol de la actividad revolucionaria. Combinar la doctrina de la inevitabilidad histórica -- la monstruosa idea que Marx recogio de Hegel -- con el Mito de la Revolución era una receta para la tiranía política. ¿Qué importa la liquidación de los kulaks frente al necesario despliegue de la Dialéctica?" (cita extraída de ROGER KIMBALL (2002): Lives of the Mind, the use and abuse of intelligence from Hegel to Wodehouse. Ivan R. Dee Publisher. Chicago. pág. 9)

Confronta así un espíritu revolucionario contra un espíritu reformista. Viste al primero de un halo poético, fantástico y cegado por el fanatismo; mientras que el segundo es prosaico, real y escéptico. Temas que desarrollaremos un poco más en la siguiente parte de esta entrada.

2 de abril de 2008

Marx no puede

Marx no puede, simplemente no puede.

Puede que la interpretación de los textos no sea una disciplina fácil, de ahí quizás que no a todo el mundo se le de especialmente bien la hermenéutica o la filosofía analítica. Esa es la sensación que me dejó la lectura de un artículo publicado por Kantor titulado “Cuba y Marruecos en Club Lorem Ipsum, donde creo que el autor no se percata de la incapacidad de la teoría marxista para explicar cualquier progreso o desarrollo económico actual.

La lectura básica que sustenta su teoría parte de Karl Marx, defendiendo su elección o valided “siempre que le juzguemos por la magnitud de sus aciertos, e ignoremos la de sus errores” (sic), bajo esa condición tan laxa se puede salvar incluso a Hitler por como mejoró de forma increíble la condición económica de los alemanes después de la I Guerra Mundial, siempre y cuando obviemos sus errores. Sin embargo, el problema radica en que Kantor comete una serie de malas interpretaciones en la teoría marxista.

Menciona que Marx “identificó el progreso tecnológico como el motor de la Historia…”. Si leemos el Manifiesto Comunista (1848) encontramos:

“Toda la historia de la sociedad humana, hasta la actualidad, es una historia de la lucha de clases”

“Hasta hoy, toda la historia de la sociedad ha sido una constante sucesión de antagonismos de clase…”

Si analizamos lo que significa el progreso tecnológico para el marxismo nos encontramos que se trata de un desarrollo meramente cualitativo de las fuerzas productivas. Dicho desarrollo tecnológico está unido con la ley del valor – trabajo, base fundamental del sistema capitalista. Resumiendo muy mucho, el progreso tecnológico tiene como meta principal aumentar los beneficios del capital reduciendo los costes de utilización del capital e incluso, en los casos de suplantación de mano de obra, como fuente para la regulación salarial a la baja, aumentando así la plusvalía del burgués. Se trata de un fenómeno social, una forma innovadora en hacer las cosas o aplicar nuevas tecnologías, que como todo fenómeno social se encuentra supeditado a la súper-estructura económica.

El problema continúa a la hora de aplicar la teoría de clases marxista a los procesos de desarrollo capitalista, tanto los que ocurrieron en el pasado y llevaron a los actuales países ricos a su actual nivel, como los nuevos procesos que se están llevando a cabo en la actualidad en todo el mundo.

Defender o argumentar las causas del desarrollo económico capitalista en términos de materialismo histórico es cometer el mismo error que cometió Marx. Mejor dicho, aceptar el error de Marx es aceptar de forma consciente una teoría falsa, con todos los resultados negativos que ello produce. El problema radica en que Marx fue incapaz de explicar de forma convincente el paso que lleva a de una sociedad feudal a una sociedad capitalista, simplemente porque él sólo se centra en la lucha de clases, su antagonismo y la centralidad del materialismo histórico que de ello se deriva. Afirmar que el paso del Antiguo Régimen a la Sociedad Industrial es meramente un cambio en la posesión de los medios de producción es ignorar todos los desarrollos socioculturales de la historia: la aparición del protestantismo, el liberalismo, la ciencia como explicación frente a la religión, etc.

La aplicación de los postulados marxistas busca demostrar, y esa es la tesis central del trabajo de Kantor, que España debe centrar su atención no en China y la India como destino de sus inversiones, sino en Cuba y Marruecos (“el Magreb es nuestra China y LATAM nuestra India”). El resultado de esta tesis se basa principalmente en las oportunidades que se presentan en esos países frente a los países asiáticos debido a:

a) la mano de obra abundante y barata (ejercito de reserva)

b) la existencia de unas clases feudales en ambos países que desean un desarrollo capitalista en sus países

c) la influencia de España en esos países es lo suficientemente fuerte para promover los cambios necesarios

Kantor se olvida que:

a) la sociedad comunista cubana no es un sistema feudal, sino el desarrollo posterior que Marx esperaba de una sociedad capitalista, por lo tanto, no sería una evolución sino más bien una involución. Bajo los postulados de la teoría marxista, Cuba ha superado todos los males de la lucha de clases y su sociedad es perfecta.

b) Las teorías de Marx no pueden hacer una sociología correcta de las sociedades islámicas, porque es evidente que los estudios de Marx son principalmente occidentalistas. A todo ello, está más que claro que estas sociedades no tienen problemas debido a la posesión de los medios de producción material, sino que es el mundo político-religioso el que lo impregna todo.

Ello no invalida que sean Cuba y Marruecos los polos principales de inversión española, simplemente que Kantor no da las razones correctas para sostener dicha tesis. De hecho, debido al uso de esa perspectiva marxista se olvida de otras explicaciones que pueden aclarar el éxito de China e India:

a) China mantiene sus costes precisamente por tratarse de una sociedad comunista donde los salarios de los trabajadores no son dados por el libre juego del mercado, sino impuestos por el Estado. Si Cuba va a dejar el comunismo, ¿qué ventajas puede reportar sobre el país asiático? ¿No sería mejor que siguiese siendo comunista?

b) La India es el back office del mundo porque tiene una ventaja competitiva respecto a los países elegidos por Kantor: se trata de un país angloparlante. La descentralización y subcontratación de los procesos operativos de menor valor se trasladan allí porque el inglés es idioma oficial y para la gran mayoría de la población es su lengua materna.

c) Los costes de apertura de nuevos mercados en China e India son mucho menores que en Marruecos y Cuba, donde harían falta inversiones millonarias en infraestructuras, que si bien incluso en los países del continente asiático son aún tercermundistas, el desarrollo en los países seleccionados por Kantor son aún menores. Recordemos que no hace mucho en Cuba no podía tenerse nevera y por ejemplo en India, el acceso a Internet es impresionante.