14 de julio de 2006

Un añito hace ya.....

Corría el verano del año 2005, un 8 de Julio para ser más exactos, cuando esta alma inquieta decidió dar el paso de tener su propio blog. Al principio dudaba a qué iba a dedicar ese pequeño espacio de universo virtual, pero después de darle a la cabeza unos minutos vi la luz: un blog sobre lo que te gusta y apasiona: las ciencias sociales. Si señores, decidí dedicar tiempo a publicar en internet mis reflexiones, humildes análisis y modestos escritos, sobre sociología, economía y otras ciencias, y todo ello aderezado con una pizca de sano y necesario liberalismo. Un trabajo nada pequeño, sobre todo teniendo en cuenta quien tenía que realizarlo.

No voy hacer una enumeración de todos los temas que aquí he tratado, el que desee hacer un recorrido por ellos dispone del archivo; lo que si voy hacer hoy, en un día tan especial para este riconcito personal mio, es agradecer muy mucho a todos los visitantes que durante este tiempo me han leído.

Y es obligación que comience con Patricio, mi colega de Chile, él cual no ha parado de visitarme, comentar y opinar mis entradas, dar consejos y recomendaciones a este pésimo blogero. Él fue el primero que se atrevió a comentar una entrada, el primero en enlazarme a su magnífico blog y el que posteriormente me recomendó otros blogs de compañeros y amigos suyos, los cuales con el tiempo también se han convertido en visitantes habituales de estas lineas. De esta forma, amigo Patricio, gracias por las visitas y por cada segundo de tu precioso tiempo dedicado a esta página. Y con él, quiero agradecer a todos los que desde Chile sobre todo, pero Iberoamérica en particular, me visitan y comentan.

Quiero agradecer también a mi pequeño equipo de informáticos personales que siempre han estado ahí para resoler mis dudas, propias de un torpe informático como el que aquí escribe. Pero sobre todo por visitar este blog sobre temas que a ellos, muchas veces les resultan ajenos o aburridos. Doble esfuerzo el leerme y hacerlo sobre ciencias sociales. Gracias por tanto a David por tu infinita paciencia y tus siempre interesantes puntos de vista; a Gutier por aguantar mis problemas con R. También a Juan de Dios, mi ex-profesor de Técnicas de Investigación Social, por los inmerecidos alagos y el privilegio de un lector tan cualificado.

Reflexiones tiene un año ya gracias a todos vosotros, y por vosotros, sufre un lavado de cara y futuras mejoras, para que cada vez que volvaís por este pequeño lugar de la imensa red, encontreís algo interesante que os motive a pensar, reflexionar y dejar si quereis, vuestro comentario.

Nos vemos dentro de otro año espero.

4 de julio de 2006

Buenas ideas pero muy mal aplicadas

He leído con mucha estupefacción un artículo en Liberalismo.org de Eric Steven Raymond titulado La ética desde el cañón de un arma de fuego: lo que el portar armas enseña sobre la vida buena. En él, el autor desperdicia grandes ideas de la ética individual para defender una tesis totalmente descabellada: el derecho a portar armas.

Eric S. Raymon es un liberal, una de las figuras más destacadas del Movimiento del Software Libre y el Código abierto y autor de varias obras como The Catedral and the Bazar y de Jargon File, un diccionario hacker. Pero también es uno de los máximos defensores a la Segunda Enmienda, la que reconoce el derecho a portar armas en los EE.UU.

En el artículo en cuestión, Raymon parte de una concepción ética individual que centra toda responsabilidad final en el individuo: “La primera y más importante de estas lecciones es esta: al final, todo depende de ti”. Yo no puedo más que estar totalmente de acuerdo con él en este aspecto, creo que como seres racionales que somos, al final, nosotros como individuos tenemos la responsabilidad total a la hora decidir actuar de una manera determinada u otra. Pero hasta aquí mi coincidencia con las ideas expuestas en el artículo.

El autor defiende una serie de tesis bastantes extravagantes y polémicas, por lo menos a ojos de un europeo occidental, veamos cuales:

  • El hombre (y la mujer) libre lo es por su responsabilidad personal e individual, y el mejor reflejo de esa madurez ética es el portar armas. “En ser un modo de exorcizar este demonio, de reclamar para nosotros mismos la dignidad y el valor y la autoconfianza ética de un hombre (o mujer) libre, radica, en último término, la máxima importancia del llevar armas personales.”
  •  “Y es aquí donde la ética y la psicología nos traen de vuelta al portar armas. Pues la causalidad fluye aquí en ambos sentidos; la dignidad de un hombre libre es lo que le hace éticamente competente para portar armas, y el acto de portar armas promueve (enseñando sus duras y sutiles lecciones) las cualidades interiores que componen la dignidad de un hombre libre.”

Prácticamente el autor ataca la tesis de Hobbes de la concesión del poder coactivo y de la violencia al Estado por parte de los individuos, defendiendo que lo único que se consigue con ello es volver irresponsables a las personas por culpa de eximirles de una de las responsabilidades más importantes, el portar armas. Así se produce, según Raymond un proceso de fed back donde el único perjudicado es el individuo. Primero se otorga el poder de la fuerza a una institución pública para que la use como le convenga, ello provoca una perdida de poder individual pero a mayores, provoca una caída moral y ética en el individuo.

No sé que palabras usar para, finamente decir, que lo anterior es de una burda ideología barata que ha entendido totalmente al revés la ética individual, el liberalismo y que sigue anclada defendiendo una enmienda que tenía sentido en pleno siglo XVIII pero no en el siglo XXI.

La mayor cota de responsabilidad ética y moral del hombre, como ser individual o incluso como ser social, consiste precisamente en no tener la necesidad e portar armas para sentirse fuerte y seguro. Las sociedades democráticas europeas han logrado que sus ciudadanos no tengan ese miedo constante que si recorre los EE. UU. en parte, usado de forma muy maquiavélica por el propio Gobierno Federal y Estatal.

El confiar en mis semejantes supone que no vea en ellos un enemigo potencial, un ser despreciable que intenta hacerme daño constantemente y debido a ello, tenga que defenderme con todos los medios a mi alcance. Lo anterior no supone un estado superior de ética moral individual, ni supone una fase más elevada de fuerza y poder personal, todo lo contrario, es la constatación del miedo, de la desconfianza, de la necesidad de tener un objeto personal que me de seguridad, pues como individuo, como persona humana, mis ideas morales y éticas no van a ser respetadas sino es mediante el uso de la fuerza y de las armas.

Desviar la verdadera ética que prima al individuo por encima de todo como ser racional y poseedor de derechos, al derecho de poseer un arma como principal fundamento de dicha moral, supone un juego de malabares peligroso para todos. El autor debería pensar que el lejano oeste ya no existe y que, ya no va encontrarse con fieros osos y lobos en su granja. Ahora va a toparse con otra persona, la cual si no admite sus ideas, o no acepta su forma de pensar, tiene que respetarla por el valor intrínseco que las otras visiones vitales tienen, no por la responsabilidad que portar un arma hace recaer sobre un individuo.