Mostrando entradas con la etiqueta filosofía. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta filosofía. Mostrar todas las entradas

20 de agosto de 2015

La miseria del político

"[...] cuanto más se gane en poder, más se pierde en saber"
 Karl R. Popper, La miseria del historicismo

El verano es tiempo para esos idilios intensos, ardientes y apasionados tan apropiados para los días largos y calurosos que estas fechas nos ofrecen. Y yo, fiel a esa idea de que las bicicletas son para el verano encuentro siempre mi "summer nights" en forma de libro. Si el año pasado fue El universo elegante de Briam Greene, que nos acerca los últimos descubrimientos de la física teórica, sobre todo la teoría de supercuerdas; este año mi amor era Universos ocultos. Un viaje a las dimensiones extras del cosmos de Lisa Randall la cual nos habla de que el universo tal y como lo conocemos, sigue siendo un misterio y que oculta muchas más secretos, como una cebolla, de lo que en principio sospechamos.

Todo iba sobre ruedas entre dimensiones extras, branas, espcios de Calabi-Yau y cuerdas hasta que por casualidad, en un debate en red sobre el fin de las energías basadas en los restos fósiles, mencioné la imposibilidad que tiene el ser humano de conocer el futuro y predicirlo, por el simple hecho de que desconoce el nivel de tecnología que habrá en ese momento. Esa tesis es el principal argumento contra el historicismo de Karl R. Popper, filósofo de la ciencia y sociólogo de principios del siglo XX y fuerte opositor del positivismo. Idea que que fue expuesta en su libro La miseria del historicismo.

Leido en mi etapa universitaria mientras cursaba mi licenciatura de sociología, recuerdo que el libro dejó en mi buenos momentos, sobre todo porque formaba parte de esas lecturas que yo me buscaba para desintoxicarme del pensamiento único que impregnaba macachonamente mi facultad. Y como es viejo amor de verano, me entró la melancolía y decidí leerlo de nuevo y bueno, el resultado fue embriagador.

Si bien por aquel entonces, me interesaba más el aspecto epistemológico del libro y sus relaciones más directas con la sociología de la ciencia y del conocimiento,debido a que en el aula se empeñaban en hacernos tragar, por las buenas o por las malas, a Marx como científico y a Karl Mannheim como sociólogo de referencia con su Ideología y Utopía: introducción a la sociología del conocimiento. Ahora descubría un Popper que aportaba grandes ideas a problemas más cercanos a la filosofía y la sociología política. Además, por aquel entonces no había descubierto aún La falta arrogancia de Hayek y mucho menos había produnfizado en su concepción sobre metodología de las ciencias sociales con conceptos tan claves como "cientifismo", "constructivismo", "ingeniería social" o la propia "fatal arrogancia". Lectura que ahora enriquecía de manera potencial la obra de Popper.

Y esa nueva fascinación por el autor de La sociedad abierta y sus enemigos viene de como en la obra, Popper ha sabido captar la mentalidad del intervencionista de una forma magistral, y debido a que no hay mayor ni mejor intervencionista que el político, muetra realmente cual es el modus operandi de éstos.

Partiendo de su crítica al historicismo, corriente que busca las leyes históricas del desarrollo social, y dejando patentes las conexiones que entre historicismo y holismo existen, Popper habla de que existen dos formas de lograr que las ciencias sociales, y la sociología en concreto, hagan ciencia. La primera es la que define como ingeniera fragmentaria y la segunda la que define como ingeniería holística. La ingeniería fragmentaria, sin llegar a extenderme, es consciente de la dificulta de un conocimiento holístico y que por tanto, el científico debe centrarse en unos cuantos aspectos, que deben ser vistos desde la óptica de alcanzar algunos, no todos, los fines a traves de los medios disponibles (nótese su semenjanza con la definición de empesario que maneja la Escuela Austríaca de Economía). La ingeniría holística por el contrario, considera que la clave está en manejar por completo los medios, porque así, podrán alcanzarse todos los fines que se propongan. Asi, dice Popper:
"La ingeniería social utópica u holística, como opuesta a la ingeniería social fragmentaria, nunca tiene un carácter privado, sino sólo público. Busca remodelar a toda la sociedad de acuerdo con un determinado plan o modelo; busca apoderarse de las posiciones claves; y extender el poder del Estado... hasta que el Esado se identifique casi totalmente con la sociedad, y busca, además, controlar desde esas posiciones clave; las fuerzas históricas que moldean el futuro de la sociedad en desarrollo; ya sea parando ese desarrollo, ya previendo su curso y adaptando la sociedad a dicho curso."
Además, el ingeniero fragmentario sabe que no sabe, es decir no cae en esa fatal arrogancia que también explica Hayek, por lo tanto, da un valor excepcional al error y la equivocación, por cuanto es de ahí de donde puede extraer las lecciones necesarias para aprender y mejorar:
"Para el ingeniero o tecnólogo fragmentario, estas opiniones significan que, si quiere introducir métodos científicos en el estudio de la sociedad y en la política, lo más necesario es la adopción de una actitud crítica y el darse cuenta de que no sólo es necario el ensayo, sino también el error. Y tiene que aprender no sólo a esperar que haya equivocaciones, sino a buscarlas conscientemente."
El científico fragmentario descubre que "todos sufrimos una debilidad poco científica: el querer siempre tener razón", pero lucha contra ella con todas sus fuerzas. Todo lo contrario que ocurre en los holísticos, "y esta debilidad parece estar particularmente extentida entre los políticos".

Y esa es una de las características del método holísta, su negativa a reconoer errores, problema además que lleva en su propia esencia y que no puede permitirse el lujo de cambiar. Como bien expone Popper:
"La razón es que todo intento de planificación en gran escala es una empresa que tiene que causar, dicho de forma suave, considerables molestias a mucha gente y por un espacio de tiempo considerable. [...] será parte de su trabajo suprimir las objecciones no razonables. Pero con éstas supimirá también invariablemente la crítica razonable. [...] pasa por alto el hecho de que, si es fácil centrlizar el poder, es imposible centralizar todos los conocimientos distribuidos en muchas mentes individuales, cuya centralización sería necesaria para el sabio ejercicio del poder centarlizado. [...] Incapaz de conocer [...] que hay en las mentes de tantos individuos, tiene que intentar la simplificación de sus problemas por la eliminación de las diferencias indivudales: tiene que intentar el control y la uniformidad de los intereses y creencias por la educación y la propaganda."
A mi estas palabras de Popper, me suenan como a versos declamados a la orilla del mar con la luz de la luna, con los tiempos políticos que corren. Amores de verano, ya saben, "Summer loving had me a blast..."

28 de febrero de 2010

"Sobre la Felicidad" en Diálogos. Seneca

Un domingo soleado y casi primaveral que deja a la altura del betún la capidad de predicción de nuestro instituto de meteorología , lo he dedicado a pasear, oír música y leer a Lucius Annæus Seneca. Más exactamente su diálogo Sobre la Felicidad de su obra Diálogos.

Una muestra de la sabiduría del filósofo romano y que me ha hecho reflexionar sobre el tema de la felicidad. Espero que les guste.

"Todos los hombres, hermano Galión, quieren vivir felizmente. Pero andan a ciegas, cuando tratan de encontrar aquello que hace feliz la vida. No es fácil, por tanto, conseguir la felicidad, pues, con cuanto mayor afán uno la busca, más se aleja de ella, si ha equivocado el camino. La misma velocidad es causa de mayor alejamiento, si el camino va en sentido contrario. En consecuencia, lo primero que hay que determinar en qué queremos y después fijarnos en el camino por donde podemos avanzar con más celeridad hacia ello. Ya puestos en el camino, habremos de entender, cuánto hemos avanzado cada día y cuánto más cerca estamos del término del viaje al que nos empuja y acucia el deseo natural.
Porque si vagamos de acá para allá, sin otro guía que el griterío y la barabúnda discordante que nos llama hacia diferentes direcciones, malgastaremos nuestra corta vida, aunque por otra parte, nos afanemos en cultivar día y noche nuestra alma. Decidamos, pues, adónde queremos ir y por dónde. Pero, no sin ayuda de persona experimentada, que conozca bien el camino por donde queremos ir, pues en este viaje no se dan las mismas condiciones que en los otros. En éstos siempre hay algún sendero, y los lugareños a quienes preguntemos no permiten extraviarnos. Aquí, en cambio, el camino más trillado y más conocido es el que más nos engaña.
Nada, pues, hay que cuidar tanto como no seguir al estilo de las ovejas, al rebaño de los que van delante de nosotros, con la mira puesta no allá a donde se ha de ir, sino a donde se va."

Sobre la felicidad en Diálogos de Seneca.

12 de noviembre de 2009

Un ministro, Karl Marx y su valía actual. Actualización 2.0

El texto que sigue a estas palabras ha sido censurado en el blog del Sr. Sevilla. Por lo visto, algo de lo escrito por mi no habrá gustado al ex-ministro o al gestor de su blog. Nada por otro lado sorprendente de un defensor de Marx, al cual la libertad y la libertad de expresión, nunca le importaron.

Al principio no podía creer lo que estaba leyendo, pero después de varias lecturas y pellizcos en el brazo, para asegurar que no estaba en los brazos de Morfeo, no tuve ninguna duda, cualquiera puede llegar a ministro en este país.

Desfachatez, en grado doble y por tanto con ensañamiento y alevosía, la que perpetua en negro sobre blanco digital el autor de tremenda evacuación intelectual. Primero por verter en un texto ideas del cual el escritor del mismo reniega fervientemente en su fuero más interno. Segundo, porque asumiendo que acepta como relevantes las exposiciones de Marx, el Sr. Sevilla formó y forma parte de la clase dominante que permite que el individuo no sea feliz. Antes como mano ejecutora de la estructura que perpetua la supra-estructura, y ahora como parte de la élite empresarial burguesa. Mi abuela le acusaría de sinvergüenza y caradura.

Sobre la catadura moral no voy a verter nada más, pues bastante ha mostrado el señor Sevilla solo. Sin embargo, no puedo permanecer callado ante la supuesta validez intelectual que se pretende aquí "revisitar". El marxismo (por ende Marx), falla porque su dialéctica materialista es historicista. La conocida (y desconocida para el autor) crítica de Karl Popper al historicismo es que inviable desde el punto de vista epistemológico y además, inmoral.

Invaible a nivel del episteme porque (cito su prólogo en "La miseria del historicismo":

a) El curso de la historia humana está fuertemente influido por el crecimiento de los conocimientos humanos...

b) No podemos predecir, por métodos racionales o científicos el crecimiento futuro de nuestros conocimientos científicos...

c) No podemos por tanto predecir el curso futuro de la historia humana.

d) Esto significa que hemos de rechazar la posibilidad de una historia teórica; es decir, de una ciencia histórica y social de la misma naturaleza que la física teórica. No puede haber una teórica científica del desarrollo histórico que sirva de base a la predicción histórica.

e) La meta fundamental de los métodos históricistas está, por tanto, mal concebida; y el historicismo cae por su base."

En una maravillosa conclusión en un artículo publicado por el profesor Joaquín García-Huidobro Correa titulado "El liberalismo de Karl Popper", escribe: "Quienes recurren al historicismo dan muestras de no ser capaces de aceptar que el futuro es responsabilidad nuestra." Ahora entendemos que la crisis que se negaba a aceptar el presidente Zapatero, no fuera después de su confirmación, culpa nuestra.

La invalidez moral del historicismo nos lleva, otra vez en palabras del profesor García-Huidobro, a " sacrificar a los hombres de las generaciones presentes en aras de un futuro ideal. Su apelación al triunfo histórico no es más que una justificación de la ley de la fuerza."

Además, el Sr. Sevilla como economista o bien juega con nosotros al ocultarnos información valiosa, o bien desconoce por completo las críticas vertidas por la Escuela de Economía Austriaca a Marx. Yo opto más por lo segundo.

Böhm-Bawerk cuyas principales aportaciones fueron al interés y al capital y fue respecto de estas en las que desarrollo su más efectiva crítica al socialismo. El principal argumento es que la crítica que realizaba el socialismo es una crítica a la misma condición humana, ya que el problema central de la escasez con el que el socialismo tendría que enfrentarse, era igual que al que tenía que enfrentarse el capitalismo.

Y por supuesto, la crítica realizada por Mises y la imposibilidad del cálculo económico en el marxismo. Tema que además desarrolla de forma magnífica el profesor Huerta del Soto en su indispensable obra "Socialismo, cálculo económico y función empresarial."

Si de verdad tenemos que volver a Marx para entender la realidad y los problemas que nos rodean en la actualidad, jamás podré estar agradecido a Dios por la salida del Sr. Sevilla del Gobierno. Lamentablemente si fuese accionista de PricewaterhouseCoopers, estaría muy preocupado y asustado.

16 de abril de 2009

Pensadores liberales franceses II: Raymond Aron. El último de los liberales (II)

En la anterior entrada sobre R. Aron, terminamos la misma hablando de la diferenciación que realiza entre el espíritu reformista y el espíritu revolucionario. Sigamos pues.

La diferencia entre ambos espíritus se debe a que el reformista es consciente en todo momento de que el progreso, el auténtico y verdadero progreso, tiene tres características fundamentales: a) es contingente porque depende en todo momento del individuo y su acción; b) parcial porque los objetivos se consiguen uno a uno, paso a paso; c) e imperfecto, porque la realidad contiene en su seno el error, la frustación.

Asi el reformista es prosaico, es decir, comedido, cauto, precavido y tiene en todo momento en cuenta las consecuencias de su acción. Frente a esa prosa, el espíritu revolucionaro es poético, es envalentonado, incauto, como un torrente sin contro y medida al que nada ni nadie preocupa para alcanzar su meta o metas. De ahí la crítica y el rechazo de R. Aron al comunismo: "El comunismo es una versión degradada del mensaje occidental. Retiene su ambición de conquistar la naturaleza humana y mejorar el destino de los humildes pero sacrifica lo que fue y que tiene que seguir siendo el corazón mismo de la aventura humana: la libertad de investigación, la libertad de controversia, la libertad de crítica, y el voto."

Bajo la óptica de Aron, la poética del comunismo se vuelve una poética inhumana, en una poesía de lo absoluto donde la emancipación no es ya que desaparezca, sino que se vuelve "indistinguible de la omnipotencia del estado." La voluntad individual se diluye frente al abrazo "omni-presente" pero al fin y al cabo, "omni-futuro" del Estado totalitario.

Este futuro que profetizan una y otra vez los espíritus revolucionarios, y que en el marxismo está claramente presente, tiene además un nuevo elemento esencial: la irrefutabilidad. Y como no existe la posibilidad de contrastación, el marxismo se vuelve en opio de los intelectuales. Por lo tanto, dice nuestro protagonista, cuando Merlau-Ponty argumenta "que el proletariado es la única forma de aúténtica inter-subjetividad" o que "el marxismo no es una filosofía de la historia, es la filosofía de la historia, y rehusar aceptarlo es cancelar nuestra razón histórica." No hay posibilidad para refutar esas tesis, ya que la refutación es imposible, sólo queda una "desintoxicación."

Resulta así comprensible la predilección de Aron por la intelectualidad anglosajona frente a la tradicional intelectualidad francesa de la cual era miembro. Dice al respecto: "el arte de los intelectuales británicos es reducir a términos técnicos los conflictos a menudo ideológicos, el arte de los intelectuales americanos es convertir en discusiones morales las controversias que se refieren más a los medios que a los fines, el arte de los intelectuales franceses es el de ignorar y, a menudo, agravar los problemas propios de la nación, por la voluntad orgullosa de pensar por toda la humanidad."

Lo anterior nos lleva irremediablemente a uno de las metas principales de Aron: la lucha contra el fanatismo. Escribe al respecto: "El hombre [...] no está obligado a resignarse a lo injustificable. Es porque le gustan los seres humanos individuales, porque participa en comunidades reales y respeta la verdad por lo que rehúsa entregar su alma a un ideal de humanidad abstracto, un partido tiránico y un absurdo escolasticismo... Si la tolerancia nace de la duda, enseñémosle a todo el mundo a dudar de todos los modelos y todas las utopías, a desafiar a todos los profetas de la redención y a todos los heraldos de la catástrofe..." Acabar con el fanatismo, sin lugar a dudas; pero también, y en esto pone mucha atención R. Aron, a no dejarnos llevar por la enfermedad de la indiferencia.

Después de "El Opio de los intelectuales", Aron publica "Dix-huit leçons sur la société industrielle", "La lutte de classes. Nouvelles leçons sur les sociétés industrielles" y "Démocratie et totalitarisme". En todas ellas se ocupa profúsamente del análisis de la sociedad industrial, del capitalismo y del sistema comunista. Pero eso lo veremos en el siguiente capítulo.

12 de marzo de 2009

Pensadores liberales franceses II: Raymond Aron. El último de los liberales (I)

Comenzábamos esta andadura entorno a los intelectuales y pensadores franceses liberales con J. F. Revel . Hoy nos centraremos en el pensamiento de uno de los sociólogos franceses más originales y brillantes, hablaremos de Raymond Aron. Sobre él han dicho figuras como R. Dahrendorf: "Raymond Aron es el único científico de las últimas décadas que debido a la amplitud de sus intereses, a la combinación de su capacidad analítica y de acción, a su compromiso y capacidad de comprensión y a la mezcla de reserva y capacidad crítica, puede ser comparado con la figura de Max Weber."; Allan Bloom afirma: "el hombre que durante cincuenta años... ha tenido razón en lo que se dijo sobre Hitler, tuvo razón en lo que dijo sobre Stalin y tuvo razón cuando dijo que nuestros regímenes occidentales, con todos sus defectos, eran la única esperanza de la humanidad."

La obra de Aron según José Jiménez-Blanco puede estructurarse en cinco partes:

- primera parte: averiguar las posibilidades de la Filosofía Histórica.
- segunda parte: las RR. II. y la estretegia internacional.
- tercera parte: la sociedad industrial.
- cuarta parte: la pedagogía de la sociología.
- quinta parte: lo que podemos llamar, "espectador comprometido".

Estudiante en el École Normale Superieure de París decide marcharse a Alemania, más exactamente a las Universidades de Colonia y Berlín, donde entra en contacto con el pensamiento social y filosófico alemán. A su vuelta a Francia, decide dar a conocer los conocimientos adquiridos durante su estancia en el país germano; escribe para ello dos obras: "Introducción a la filosofía de la historia" y "La sociología alemana contemporánea".

Es principalmente la segunda obra de las citadas la que adquiere mayor relevancia, pues en ella desglosa una serie de autores como G. Simmel, F. Tönnies, K. Mannheim o M. Weber, que le permiten establecer una diferencia entre una sociología de línea sistémica y otra histórica.

SISTÉMICA --------------------------------HISTÓRICA
Estructuras..........................................Dinámica
Relaciones y Grupos...........................Leyes Sociales
Simmel y Tönnies...............................Mannheim y Weber.

En la segunda parte de la obra se centra especialmente en la obra de su admirado Max Weber, compartiendo su enfoque sociológico, dice al respecto: "Actuar es tomar una decisión, tratar con los hechos de cada día y dirigirlos hacia un fin en situaciones que los seres humanos no escogemos. La filosofía política no es más que un entendimiento profundo de la acción temporal, una reflexión sobre las condiciones en que se expresan nuestros deseos y un análisis de las prioridades políticas en su relación tanto con la realidad como con nuestros ideales". (Cita extraída de JOSEP PICÓ (2003): Los años doralos de la sociología (1945-1975). Alianza Editorial. Madrid. pág. 311). Empezamos a percibir en esta admiración por Weber ese aspecto de "espectador comprometido" que luego desarrollará R. Aron, influenciado claramente por el papel que Weber analiza del político y el cíentífico.

La admiración por el enfoque metodológico del sociólogo alemán más importante comienza ya en su otra obra de corte filosófico histórico, "Introducción a la Filosofía de la Historia". En la cual comparte con Weber los problemas que atañen a las ciencias de la naturaleza y las ciencias sociales en torno al tema de la subjetividad y la objetividad. Recordemos que para Weber la compresión es claramente subjetiva, pero donde la labor científica alcanza status objetivo es en la explicación.

La citada estancia en Alemania le permite conocer también profundamente la obra de un importante pensador: Karl Marx. Con el autor de "El Capital", Aron establece un largo e inteligente diálogo que se ve reflejado muy bien en su obra quizás más conocida: "El opio de los intelectuales".

El tema principal de la obra es "el embrujamiento - el desorden moral e intelectual que provoca adherirse a ciertas ideologías." (cita extraída de ROGER KIMBALL (2002): Lives of the Mind, the use and abuse of intelligence from Hegel to Wodehouse. Ivan R. Dee Publisher. Chicago. pág. 4) Aron establece una distinción en el marxismo separando por un lado un marxismo científico y por otro lado, un marxismo vulgar.

El primero lo hallamos en "El Capital" y sus conclusiones. El segundo en toda la obra filosófico utópico de Marx, es decir, en su materialismo dialéctico. Frente al marxismo más científico, Aron dice que ya no es que las modernas teorías del pensamiento económico hayan demostrado la imposibilidad de la teoría económica de Marx; sino que, frente al Marx más profético, sus augurios no se han cumplido, con lo cual, para Aron, toda validez intelectual de "El Capital" pierde importancia.

La crítica al marxismo vulgar lleva a Aron a exponer la necesidad de diferenciar lo "prosaico" de lo "poético" (ideas que desarrolla en sus Memorias cuando escribe sobre las intenciones de su obra "El opio de los intelectuales"). Kimball recoge muy bien esas intenciones de Aron. "Aron escribió (en sus Memorias) que en El opio de los intelectuales había tratado de "bajar la poesía de la ideología al nivel de la prosa de la realidad." . Lo que Aron llama el "Mito de la Revolución" (como el "Mito de la Izquierda" y el "Mito del Proletariado") resultaba tan seductor precisamente por su atractivo "poético": inducía la ilusión de que "todo es posible", de que todo... puede ser completamente transformado en el fiero crisol de la actividad revolucionaria. Combinar la doctrina de la inevitabilidad histórica -- la monstruosa idea que Marx recogio de Hegel -- con el Mito de la Revolución era una receta para la tiranía política. ¿Qué importa la liquidación de los kulaks frente al necesario despliegue de la Dialéctica?" (cita extraída de ROGER KIMBALL (2002): Lives of the Mind, the use and abuse of intelligence from Hegel to Wodehouse. Ivan R. Dee Publisher. Chicago. pág. 9)

Confronta así un espíritu revolucionario contra un espíritu reformista. Viste al primero de un halo poético, fantástico y cegado por el fanatismo; mientras que el segundo es prosaico, real y escéptico. Temas que desarrollaremos un poco más en la siguiente parte de esta entrada.