8 de octubre de 2012

El banco malo: ingeniería financiera estatal al servicio de la banca

Entrada publicada originalmente en CapitaLibre

Les voy a contar un cuento. Era que se era en un país de sol y castañuelas, amante de la sangría y las fiestas que consiguió unirse a un club de gente muy especial. Este distinguido grupo tenía un señor que decidía cuando se podía prestar dinero muy barato y cuando no, y por aquel entonces, lo estaba casi regalando. Así, los bancos de los diferentes países socios comenzaron a vender préstamos por doquier. En la nación de nuestra historia, lo que vendieron sobre todo fue préstamos hipotecarios, pues los alegres ciudadanos querían todos poseer casa propia y en muchos casos, no solo una, sino varias. Los listos constructores se apuntaron al boom, al igual que las promotoras y durante un tiempo, el paraíso se estableció en la tierra de los hombres. Pero llegó un día en que el señor que mandaba sobre el precio del dinero decidió que debía valer más, y todo el castillo de naipes se desmoronó. Los bancos dejaron de prestar dinero, los ciudadanos tuvieron que pagar más para hacer frente a sus deudas, las constructoras dejaron de levantar más viviendas, las promotoras de venderlas y el Edén se esfumó. Bienvenido a la España de hoy en día.

Así los bancos y las cajas empezaron a llenar sus balances de algo que no esperaban tener, millones de euros en activos inmobiliarios procedentes de las constructoras, las promotoras y los ciudadanos que no podían hacer frente a los préstamos vendidos por esas mismas entidades. ¿Era grave el problema? Pues teniendo en cuenta que habían llegado a prestar 400.000 millones de euros, podemos afirmar que sí.



Las entidades financieras se encontraron de golpe con activos en sus balances que no sabían gestionar pues la actividad inmobiliaria le es totalmente ajena. Desconocían por completo el proceso que va desde la construcción a la venta y lo que es peor, no clasificaban de forma correcta los activos que les iban llegando. Ello suponía además, un coste financiero debido a las provisiones que debían destinar a esos activos y que poco a poco iba erosionando sus resultados. En un momento donde el mercado interbancario se cerró por completo, los ingresos vía activo se fueron al traste, la competencia vía pasivo se iba incrementando de forma vertiginosa y los resultados mermaban por el menor negocio y el aumento de las provisiones, las cajas de ahorro y los bancos comenzaron a sudar la gota gorda. Y por si todo ello no fuera poco, los Gobiernos y los organismos reguladores aumentaban las exigencias de solvencia y capital necesarias para seguir operando, aumentando más la presión.

Y al final sucedió lo que tenía que suceder, algunos quebraron. ¡Pues no!, el Gobierno decidió solucionar el problema realizando una reestructuración del sector, sobre todo en las cajas de ahorro, pero primando más los intereses políticos que los empresariales. Luego prestando dinero gracias a la primera intervención del FROB, más tarde nacionalizando las entidades problemáticas y por último, acudiendo a las arcas europeas con el tan hablado rescate. Y uno de los regalos envenenados que nos trae ese salvavidas europeo es el banco malo.

¿Qué diantres es un banco malo? Pues para empezar no es un banco, pero si que es algo malo. No se trata de una entidad bancaria porque para empezar no tendrá ficha bancaria, un requisito indispensable para ejercer el negocio bancario, sino de una gestora que aglutinará los activos inmobiliarios de las diferentes entidades que así lo soliciten. Su objetivo según el Memorándum de Rescate establecido entre España y la U.E. es "evitar la liquidación de activos tóxicos, fundamentalmente inmobiliarios, a precio de saldo."

¿Cómo diantres realizará esa misión? Comprando los activos a las entidades por un precio por encima del teórico del mercado, lo que han venido en llamar "valor económicamente sostenible en el tiempo". Con ello, según los expertos que han redactado el documento, pretenden evitar la volatilidad que está sufriendo el mercado inmobiliario a corto plazo, ya que nos encontramos, según ellos, en un mercado distorsionado por la falta de demanda y unos precios no fiables. Las ventajas que ofrece dicha solución son que un solo gestor administrará todo el stock y se podrá optimizar el precio sin sufrir los vaivenes del mercado.



Visto así, todo son ventajas ¿no?, pues no. Porque nos están volviendo a contar una gran mentira para volver a sacarles las castañas del fuego a los bancos y cajas. Para empezar, es falso que todas las entidades bancarias no tengan experiencia en el negocio inmobiliario, pues muchas de ellas tenían divisiones e incluso grupos inmobiliarios dentro de sus matrices donde además, eran accionistas de muchas constructoras y promotoras. Puede que no contasen con la experiencia y un conocimiento específico del negocio inmobiliario, pero no les era ajeno en absoluto. Segundo, con las bonitas palabras de "mercado distorsionado", "optimizar precio" y "valor económicamente sostenible" lo que están ocultando es una realidad patente ahora mismo, que los bancos y cajas no están dispuestos a reconocer un deterioro en el valor de esos activos y serán capaces de elaborar cualquier plan maléfico para evitar esas pérdidas y si pueden, incluso lograr algún beneficio. Todo ello sería respetable sino fuese porque para ello están usando dinero que es de todos y no el suyo, es decir, están suprimiendo lo que se conoce como riesgo de mercado utilizando como contrapartida fondos públicos.

Las consecuencias de entrada serán que los precios de los activos inmobiliarios no bajarán hasta el nivel que el mercado está marcado, pues no seamos ilusos, no es que haya falta de demanda, sino lo que existe es una falta de adaptación del precio de la oferta a las condiciones de precio de la demanda. ¿Cómo es ello posible? Porque los bancos y cajas están manteniendo artificialmente el valor de sus activos en sus balances, negándose a valorar a precios de mercado sus activos y asumir las pérdidas que dicha corrección supondría para ellos. Y el Estado, en vez de respetar el libre juego de la oferta y la demanda, decide intervenir para seguir manteniendo esa situación virtual más tiempo.

Es falso que el mercado esté volátil, como defienden los bancos y el Gobierno. La volatilidad en un mercado se entiende como subidas y bajadas en los precios de los bienes en el corto plazo, por ejemplo, si la acción de Telefónica un día sube un 0,25%, al día siguiente baja un 1%, al siguiente baja un 0,75%, luego baja un 0,50% y al finalizar la semana sube un 0,45%. Pero si el precio del bien lleva bajando un año entero, no es que se encuentre en una situación volátil, sino en una tendencia negativa de depreciación, porque los inversores están considerando que su precio está alto.

Otro argumento que utilizan los defensores del banco malo es que no es posible poner precio a los activos inmobiliarios que poseen las entidades bancarias. Una mentira más, porque siempre que exista un mercado, existe un precio, ahora bien, que esta valoración sea la que a nosotros nos guste, eso ya es otro cantar. Como ya he dicho, la demanda está ofreciendo un precio que la oferta no está queriendo asumir. Ahora que el libre juego del mercado no les conviene, deciden que es el momento de que el Estado intervenga, pero no cuando los precios subían sin parar antes del estallido de la crisis, no, entonces si éstos se disparaban año tras año era porque el mercado así lo decidía. Pues bien, ahora el mercado está decidiendo que esos activos valen mucho menos.

Se crea además, un importante riesgo moral (moral hazard) ya que las entidades bancarias no están escarmentado con todo esto, al contrario, la lección que están aprendiendo es que hagan lo que hagan, el Estado vendrá siempre a rescatarlas, convirtiéndose en un club selecto al que los vaivenes del mercado no les afecta cuando las cosas se ponen realmente mal. Mientras que hemos dejado quebrar a empresas constructoras, promotoras, cerrar miles de pymes y negocios pequeños que han aumentado la lista de parados, los bancos y cajas parecen poseer una carta blanca para su salvación.

Y que algunos sigan pensando que esto es un capitalismo liberal....

25 de mayo de 2012

Entre la economía y la ciencia económica

"El poder del dinero", documental emitido por Documentos TV (La 2 de RTVE) en España y de factura estadounidense, trata de arrojar luz a uno de los debates más interesantes de los últimos años en las ciencias sociales, más en concreto en la ciencia económica, como es la influencia de los sentimientos en las decisiones individuales.

Trata, pero no lo consigue, porque lamentablemente cae en un lenguaje de confrontación, rudo y vulgar para defender una tesis a la que no dejan llegar al espectador, sino que sirven en bandeja y sin posibilidad de discusión. Todos los mecanismos audiovisuales están al servicio del mensaje y no del espectador para construir su propia idea sobre el tema, desde montajes visuales como fórmulas incomprensibles para no economistas flotando en la pantalla hasta jugar con la luz en las entrevistas de los expertos consultados, siendo más oscura y fría la de los oponentes y más clara y cálida la de los que comparten sus postulados.

Pero dejando de lado el formato del documental, lo realmente trágico es el contenido del mismo. Lamentablemente, nuestra televisión pública ha dejado pasar una oportunidad más para formar al espectador en vez de adoctrinarle. Como ya he dicho, el vídeo partiendo de uno de los debates más importantes y de calado que se está viviendo en la ciencia económica, consigue servir al espectador ideas preconbebidas, tesis mal explicadas, mensajes confusos y buscando claramente la confrontación. Se percibe que el realizador del mismo carece de suficientes conocimientos económicos al igual que todo el equipo de producción. Ello logra que el producto final sea más un arma arrojadiza que un bien pedagógico que fomente el debate. Intentaré desgranar los motivos que me llevan a opinar así sobre el documental.

Comenzaré estableciendo una diferencia que en el mismo no parecen tener claro como es la distinción entre racional y racionalista. La RAE en su diccionario virtual define racional como " 1.- Perteneciente o relativo a la razón. 2.- Conforme a ella. 3.- Dotado de razón"; y racionalista como "1.- Que profesa la doctrina del racionalismo". Por tanto, todas las personas somos en mayor o menor medida racionales porque usamos razonamientos para llegar a una decisión, pero no todos somos racionalistas porque ello supondría aceptar los postulados de una filosofía detarminada, a saber, el Racionalismo. Esta distinción es importante tenerla clara pues sirvirá de argumentación para muchas de las siguientes líneas.

Una de las críticas que se vierten sobre la ciencia económica es que parte de sujetos racionales que no se comportan como tales y que sus métodos científicos son racionalistas y por tanto, incapaces de explicar el comportamiento individual en términos económicos y financieros. Vayamos por partes.

Todo sujeto individual se comporta de forma racional, como ya hemos visto en la definición, incluso un asesino, que bajo su particular razón, puede argumentar racionalmente todos sus actos. Otra cosa es que sus comportamientos sean aceptados como válidos en el ideario que la sociedad tiene establecido como lo racional.

Por otro lado, la ciencia económica, como toda ciencia, usa modelos para intentar comprender y explicar la realidad que estudia. Y estos modelos tienen como principal defecto eso, que son modelos más o menos complejos que nunca podrán ser un fiel reflejo del objeto de estudio que intentan estudiar. Si a este inconveniente unimos que las ciencias sociales tienen por objeto de estudio la sociedad misma tan cambiante, compleja y con individuos, cada uno de ellos con sus propias intenciones y motivos, podemos hacernos una idea del reto al que se enfrentan los científicos sociales. Los modelos económicos no pueden predecir la realidad, solo pueden hacerlo en base al propio modelo que establecen, asi que cuando un economista dice algo, lo que realmente está comunicando es que si la realidad social se comporta según el modelo que él maneja, podrá ocurrir lo que él dice. El problema de haber convertido a los economistas en los oráculos del siglo XXI daría para otra entrada.

Por tanto, todos los economistas son racionalistas en mayor o menor medida y, paradojas del documental, más aquellos que el propio reportaje pretende mostar como no racionalistas como el caso de Robert Shiller o Keynes. Paradigmático es el caso de este último, padre de toda una rama de la ciencia económica como la macroeconomía y fundador de uno de los modelos económicos más importantes, el modelo keynesiano.

Sobre los experimentos realizados por los economistas behavoristas me entran dudas de que opinaría un auténtico experto de esa rama, porque los mostrados en el documental son pobres y fácilmente desmontables. El primero de ellos, la subasta del billete de 20 $, que sirve como conclusión para demostrar el  comportamiento irracional de los individuos en temas económicos me parece una mala broma. Las conclusiones en la compra por 28$ del billete subastado, parecen ignorar el coste de la norma establecida en el juego, según la cual el segundo mayor pujante tendrá que hacer efectiva su subasta. Se está fomentado de manera coactiva la subasta, pues ya nadie quiere hacerse con el billete de 20$, sino evitar el coste de haber intentado participar en la subasta, comportamiento más que racional.

El segundo experimento, poner precio a una botella de vino, es una clara muestra de que nuestra mente busca referentes racionales tanto de forma consciente como inconsciente. Al no poseer ninguna referencia sobre el bien a comprar y condicionar la compra de la misma al mandar escribir los dos últimos dígitos de la Seguridad Social de los participantes, está subgestionando nuestro cerebro de forma inconsciente. Y les puedo asegurar que la ciencia económica conoce muy bien esos mecanismos, que se lo pregunten a los expertos en finanzas o márketing.

El tercer experimento, parametrizando las reacciones físicas como el sudor, la pupila y monotorizando el ritmo cardíaco, respiración, etc. también tiene sus limitaciones. Aunque sirve para demostrar algo que nadie discute, que las emociones afectan nuestros comportamientos, lo difícil es asignar un valor a esa variable dentro de los modelos que los economistas manejan. Incluso un experimento tan controlado como el aquí mostrado, no puede controlar la reacción inconsciente de la sed ante la presencia de la cantimplora.

El cuarto experimento, la compra de una taza, es la demostración de algo que también los economistas saben desde hace mucho tiempo, que solo un necio confunde valor y precio. Cuando en un principio se pide a los participantes que den un precio a la taza y cuando, posteriormente a regalarles la taza les dicen que pongan otra vez el precio y este aumenta, no están más que constatando este hecho.

Podría entrar en muchos más temas expuestos en el documental, por ejemplo, la asunción de que toda la economía se basa en el modelo de las hipótesis de equilibro y eficiencia, algo falso e incorrecto pues existen escuelas que rechazan esas hipótesis como la rama austríaca. O como todos se acuerdan de la gran crisis del 29 pero nadie se acuerda del desastre de los años 70 originada por las medidas keynesianas aplicadas en las décadas anteriores. Que los propios economistas de la escuela austríaca tienen todo un mecanismo de explicación para la formación, desarrollo y consecuencias de las burbujas financieras y económicas y por tanto, las temidas burbujas no han sido desterradas de la ciencia económica.

Por tanto, para no convertir esta entrada, bastante larga ya, en un ensayo interminable, lo único que puedo  hacer es recomendarles que vean el documental y saquen sus propias conclusiones y si quieren, las compartan en los comentarios.

16 de marzo de 2012

De la Teoría Monetaria Moderna o la paja mental de algunos economistas.

Envueltos como estamos en un periodo donde los Estados han gastado más de lo que deberían y ahora empezamos a pagarlo todos, están surgiendo nuevas posiciones teóricas que defienden el gasto público y los déficits como herramientas necesarias para el crecimiento económico. En definitiva, se trata de los de siempre pero con otros disfraces y aunque se lleven mal con sus primos keynesianos, neo-keynesianos o post-keynesianos no pueden ocultar los rasgos familiares. Y uno de estos primos recién llegados son los que se han dado en llamar Teoría Monetaria Moderna.

Su origen pueden retrotraerse hasta el economista alemán G.F. Knapp,  las aportaciones de Alfred Mitchell-Innes y sobre todo, las ideas de un sistema financiero fiduciario con pleno empleo y baja inflación de Abba P. Lerner. Hoy en día su "resurgimiento" se debe principalmente a James K. Galbraith, Lord Robert Skidelsky, Randall Stephanie Kelton y Bil Mitchel entre otros. Su desarrollo teórico se ha centralizado sobre todo en las universidades de Texas, Missouri, el Bard College de Nueva York y el Instituto Roosvelt; pero realmente su difusión entre el público mayoritario se ha producido gracias al mundo blogger con páginas como The Daily Beast, New Deal 2.0, Naked Capitalism y Firedoglake.

La Teoría Monetaria Moderna (TMM en adelante), intenta anlizar las economías modernas con una modena nacional de caracter fiduciario establecido y creado por el Estado. El dinero entra en circulación a través del gasto público y los impuestos son empleados, en vez de para sostener dicho gasto, para dar valor vía coacción para establecer como instrumento de pago la propia moneda creada, ya que no podrán pagarse en otra divisa que no sea la nacional. Ya que los gobiernos pueden emitir su propia moneda, sostienen que el nivel de impuestos en relación con el gasto público son un claro instrumento de política económica y no solamente, un medio para financiar la actividad del estado.

La estructura teórica de la TMM se construye bajo dos pilares o relaciones, una horizontal y otra vertical. La relación horizontal es la que se da entre el gobierno, el banco central y los bancos privados mientra que, la relación vertical es la que se produce entre el sistema bancario y el sector privado.

Antes de meternos de lleno en ambas relaciones, se hace necesario establecer  que se cumple la siguiente ecuación: (G-T) = (S-I) - Nx, donde G es el gasto público, T los impuestos, S el ahorro, I la inversión y Nx las exportaciones netas o sector exterior. Que el dinero es creado por el estado y que los bancos centrales ya no son independientes del mismo.

La relación vertical nos dice que el ahorro neto solo es posible si los estados crean déficit. Los bancos privados colocan sus reservas ante el banco central, si el estado gasta más de lo que ingresa por impuestos, creará moneda que colocará en el banco central y éste a su vez, hará aumentar las reservas de los bancos privados. El efecto contrario de reducción de reservas ocurre en caso de superavit.

Este mecanismo de funcionamiento puede llevarnos a pensar que provocará un efecto de crowding out, pero no es así según los teóricos de la TMM, lo único que hace es presionar a la baja el tipo de interés del mercado interbancario, ya que influye en las reservas obligatorias que toda entidad debe depositar en el banco central.

La relación horizontal argumenta que frente a la teoría aceptada del efecto multiplicador del dinero, por el cual son los bancos privados debido a la reserva fracionada los que crean dinero, no son dichas entidades lo que lo hacen, sino el estado debido a la generación de déficit. Las posiciones de reserva son irrelevantes, según esta teoría, ya que lo único que impide a un banco privado prestar más son consideraciones internas de solvencia y rentabilidad.

Lo que subyace detrás de la teoría de la TMM es que el gasto público tiene un efecto positivo en la economía ya que aumenta las reservas monetarias de los bancos privados. Ello permite un aumento del ahorro neto y por tanto de la inversión, lo que conlleva un crecimiento de la economía. Para controlar la inflación que el proceso pudiese ocasionar, se aumentarían los impuestos que son el mecanismo del gobierno para controlar el consumo y por ende, los precios. El objetivo por tanto de pleno empleo es posible si el estado aumenta su déficit hasta conseguir que el ahorro neto y la inversión propicién la suficiente expasión de la economía que permita contratar a los empleados desocupados.

LA TMM no deja ser por tanto, una evolución monetaria de la teoría keynesiana del gasto público. Mientras que los keynesianos defienden que la única política económica válidad para el crecimiento económico es la política fiscal de aumento de la demanda agregada via gasto público y financiación de los déficits via aumento de impuestos. Los defensores de la TMM dicen que los impuestos no financian la actividad pública sino que permiten controlar la inflación y la única forma de crecer económicamente, es mediante una política monetaria expansiva favorecida por el gasto público. Como para ello, el estado debe poder crear dinero sin restricciones, se suprime la independencia del banco central que vuelve a ser parte del Estado, como lo eran hasta antes de la revolución monetaria de Milton Friedman.

Sin embargo, todo el edificio se sustenta en la descripción de la moneda como algo fiduciario, es decir, los agentes privados deben tener fe en el valor de su moneda. Y no solo los nacionales, sino también los agentes privados y públicos internacionales. Cualquier acontecimiento que deteriore la confianza en el valor de la divisa nacional provocaría una preferencia por otra moneda extranjera, devaluando su valor y haciendo que los agentes privados usaran la divisa internacional para su día a día y únicamente utilizarían la nacional para el pago de impuestos.

Otro de los argumentos que sustenta la teoría es que los Estados, los gobiernos, son agentes benevolentes en todo momento y que todas sus decisiones son justas y correctas. Nos encontraríamos ante un caso de Leviathan magnánimo y benevolente donde cualquier proyecto de inversión público sería por obra de magia productivo y rentable.

Considerar que la inflación se puede controlar vía impuestos disminuyendo el consumo es demasiado simplista. No considera al comercio internacional, los costes de producción, los bienes substitutivos, etc. Tampoco tiene en cuenta la relación entre la estructura empresarial instalada y sus costes con el precio de mercado.

Los efectos perversos o lo que Hayek denominó las consecuencias no deseadas de la acción. La intromisión del estado en las reservas y por tanto en el ahorro neto, inciden directamente sobre la inversión. El estado sería el único que dictaminaría cual es la etapa apropiada para invertir, es decir, llevar a cabo proyectos empresariales. Además, cualquier proyecto empresarial sin éxito, no tendría que convertirse en una pérdida económica para el emprendedor, ya que el estado podría asumir el gasto o las pérdidas generadas. No existiría el riesgo ya que cualquier proyecto, viable o no, no supondrá un problema económico para los que lo inicien, ya que el estado actuaría de salvaguarda y para el gobierno no supondría ningún inconveniente, porque via déficit que puede generar al crear toda la moneda necesaria cubriría esas pérdidas.

Además, como empresario tampoco me interesaría emprender ningún proyecto, ya que de lograr encontrar un nicho de mercado que me permitiera obtener grandes beneficios, rápidamente otros me copiarían al disponer de dinero sin problemas. Y en el caso de que nadie lo hiciese, si mis precios son muy altos, el estado los regularía vía impuestos para mantener la inflación reduciendo mis beneficios hasta el nivel que el gobierno considere oportuno.

De hecho podríamos ir más allá. Ya que el estado puede generar todo el dinero que necesite y ningún proyecto es inviable, ¿por qué no puede el estado encargarse de darnos todo lo necesario? Vivienda, educación, sanidad, alimentación, ocio, etc. En cuidadano no necesitaría dinero simplemente consumiría y sería el estado vía el banco central quien pagaría esas facturas a las empresas privadas que ofreciesen sus productos y servicios... lo que me lleva a preguntarme una cosa, ¿quién trabajaría si se lo dan todo ya hecho?...

13 de marzo de 2012

Respuesta a "Bancos a 1€, me los quitan de las manos"

Un amigo y gran profesional del sector, David Pazos, me ha permito gracias a su entrada, "Bancos a 1€, me los quitan de las manos", actualizar el blog ya que mi respuesta a su post creo merece ser publicada aquí. Y no dejen de leer las acertadas opiniones que David escribe en su blog.

Esta es mi respuesta:

Mi percepción del tema es que nos encontramos ante un cambio significativo de modelo. Un auténtico boom que está revolucionando la estructura e incluso la forma de hacer negocio bancario.

Comparto contigo que la actuación del Banco de España no está siendo todo lo profesional que debería ser y muchas de sus decisiones, por llamarlo de alguna forma, no han sido muy claras. Tengo la sensación que hay más prisa por hacer las cosas que por hacerlas bien, ¡que diferente forma de actuar frente a la anterior crisis bancaria de los ochenta!

Lo que ha quedado patente es que un modelo determinado de gestión bancaria, el representado por la alianza político-financiera de las Cajas de Ahorro, no funciona. Y la solución ha ido, por desgracia, en perpetuar ese poder político, de claro matiz autonómico o local, frente una profesionalización del sector. Es cierto que algunos valientes como el Sr. Castellanos en Nova Galcia Banco, han dado un aire nuevo, pero lamentablemente llegaron muy tarde.

Esta época de cambio estructura del sector nos lleva a marchas forzadas a una nueva forma de encarar el negocio bancario. Una estrategia focalizada en el cliente minoritario, con una clara separación entre la banca particular y el resto de banca privada, de empresa e incluso de inversión; con nuevas políticas de comercialización adaptadas de verdad a las exigencias MiFID donde el cliente sepa de una vez por todas que adquiere; el desarrollo definitivo de los nuevos canales como internet y el móvil, etc, etc.

Más que ese temor  lógico por un aumento de los costes de financiación o menor competencia. Lo que a mi verdaderamente me preocupa es si las entidades están adaptando sus estructuras organizativas y de negocio a los nuevos retos que la etapa post-crisis nos va a exigir a todos. Y por lo que puedo ver, creo que ING y Bankinter salen en muy buenas posiciones.