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1 de diciembre de 2009

Cajas de ahorro, localismos y partidos políticos.

Inmersos en la tormenta de la crisis, desorientados por las encrespadas olas, calados por las fuertes lluvias y azotados por furiosos vientos; los intrépidos capitanes de la Xunta, los alcaldes de Coruña y Vigo y, los directores generales de Caixa Galicia y Caixanova, tienen por sextante, cronómetro y mapa el localismo. Mala medida para afrontar la borrasca y llegar a buen puerto. El localismo es una mirada tan simplista e insuficiente de la complejidad global del mundo actual, que al que la padece casi se le puede diagnosticar una miopía preocupante.

El análisis de la catástrofe subprime, porque como bien escribe el profesor Ruano Gómez en "Cuatro días de Marzo: De la catástrofe terrorista a la crisis electoral", artículo publicado en Riesgos colectivos y situaciones de crisis: el desafío de la incertidumbre, se enmarca dentro de la pregunta ¿qué ha pasado?, mientras que la crisis lo hace dentro de la pregunta ¿qué va a pasar?. Y lo que ha ocurrido es la demostración clara de un fenómeno conocido como globalización, y no existe mercado más globalizado e interconectado que el financiero. Desde los pequeños impagos hipotecarios en el mercado estadounidense a la quiebra de entidades bancarias y la situación que vivimos, comprobamos que las conexiones que existen en las finanzas no pueden explicarse con miradas locales.

La gestión de una entidad financiera debe tener esa magnitud, la globalización del mercado en el que actúa, como un eje primordial de sus decisiones estratégicas. Preocupación que lamentablemente no tienen los gestores públicos y mucho menos los que están radicados en organizaciones públicas de menor tamaño al Estado como pueden ser una Comunidad o un Ayuntamiento.

Los políticos no pueden aprehender esa realidad global porque sus mercados, los electorales, no son globales, sino locales; en contra, los empresarios no dejan de buscar mercados más allá de lo local y por tanto persiguen constantemente lo global. Aunque ambos buscan los mismo, la eficiencia y los resultados, las estrategias que usan no tienen el mismo alcance ni la mismas repercusiones. Los políticos (por ende, los partidos políticos) buscan ganar elecciones y los empresarios ganar dinero.

Por ello, la gestión política de las cajas de ahorros es la mayor de las amenazas que pende sobre las mismas, más incluso que las moras de pago y las quiebras. La meta principal del gestor político, como ya hemos escrito, no es la eficiencia económica, sino la política. Usará la caja de ahorros, la usa, como herramienta básica para lograr lo que realmente desea, el poder político. De ahí que su estrategia sea ganar electores mediante la financiación de proyectos públicos, en muchos casos necesarios y en otros muchos no, pero independientemente de la viabilidad del mismo, porque no importa lo viable sino lo "electorable".

La fusión que se plantea sobre las cajas de ahorro gallegas, Caixa Galicia y Caixanova, se expone desde las instituciones políticas comunitarias (la Xunta de Galicia principalmente), como la necesidad de dotar a Galicia de una entidad financiara propia capaz de dar respuesta a las necesidades económicas y sociales de la Comunidad. Todo este argumento se disfraza con el calificativo aberrante de "galleguidad" (palabra que ni siquiera recoge la RAE, por lo cual yo optaré por galleguismo).

Así bajo el galleguismo de la cajas se muestra la jugada política maestra del Presidente de la Xunta Núñez Feijoo y su apuesta por la fusión de las dos cajas gallegas. Jugada que se hace eco de un sentimiento ciudadano claramente localista por una entidad gallega e independiente de manos bárbaras. Dos dudas o cuestiones se nos platean en este momento. La primera es si el Presidente de la Xunta, como figura máxima del sentir de los gallegos opta por convertir esa preocupación popular en una demanda política, por tanto, hacer gestión teniendo en cuenta a quienes debe tener en cuenta, es decir, a los ciudadanos. O bien, conocedor de ese sentir lo usa con claros fines electoralistas.

Para discernir entre una u otra opción, el quid se encuentra en saber si el Sr. Núñez Feijoo cree que la fusión es eficiente desde el punto de vista del mercado. Y efectivamente lo es, pero no del mercado financiero ni económico, sino del mercado que él, como político tiene como referente que no es otro que el electoral. Recordemos que su visión es localista.

Por lo tanto mientras la fusión se planifique desde postulados ajenos a la eficiencia económica y los intereses del mercado, teniendo siempre presente en la estrategia empresarial a la globalización, los resultados no van asegurar la supervivencia de ninguna de las dos entidades bancarias.

Animo por tanto, al Sr. Núñez Feijoo a realizar una dura tarea personal y profesional como es llevar a cabo una auténtica ruptura epistemológica. Ruptura que de realizarse le llevará a ser capaz de ver más allá de su mercado electoral y ampliar su mirada local a una mirada global, a ser capaz de entender las exigencias de un mundo globalizado, a discernir las oportunidades y las amenazas que desde lo global nos afectan y dar respuestas globales a las mismas ya que son las únicas que se muestras efectivas. Al fin y al cabo, le pido al Presidente de la Xunta que abandone la actitud del gestor político volcado en el resultado a corto plazo (las elecciones) y se lance de lleno a los resultados a largo plazo, que quizás no le aseguren salir de nuevo elegido, pero le servirán para mostrarse como un gestor capaz, dotado, resolutivo y eficiente ante las exigencias de los nuevos tiempos.

No presione a las cajas de ahorro gallegas para que se fusionen, que sean ellas las que tomen la decisión si así lo creen conveniente por sus estrategias empresariales. No tenga miedo porque la fusión se realice con otra caja de otra comunidad diferente a la nuestra, no conozco a ninguna empresa que no preste un servicio a un cliente por cuestiones nacionalistas. Las necesidades de Galicia se verán cubiertas siempre y cuando las empresas presentes en ella sean eficientes, flexibles y capaces de adaptarse a esas necesidades cambiantes. Así lo hacen Inditex, Pescanova, Zeltia o Bluesens pero también Citroën, Coca Cola o Alcoa Inc.