14 de enero de 2006

La sociedad en Marx y Planton

Existen notables diferencias en las concepciones de la sociedad que plantean Platón y Marx. Aunque sí hay un elemento común en ambos pensadores: el carácter utópico de sus propuestas. Tanto la sociedad ideal platónica como la sociedad comunista no se han realizado y se proponen con una meta final de la historia.
Platón mantiene un concepto de sociedad idealista y aristocrático. La sociedad debe regirse por una armonía presidida por la idea de bien y solo puede ser gobernada por quienes conocen el mundo de las ideas. Una rígida estructura de clases se encuentra, asimismo, en la base de la sociedad platónica, que no puede ser modificada y que se encuentra arraigada en su concepto del alma humana.
La concepción platónica del hombre ha tenido una gran influencia en la filosofía posterior, en especial en los primeros siglos del cristianismo. El hombre se compone de alma y cuerpo, que son dos realidades diferentes. El alma es la parte más noble del hombre, y se encuentra encerrada y arrojada en un cuerpo, del que lucha por liberarse.
Platón está notablemente influído, en su doctrina sobre el alma, por los órficos y los pitagóricos, asumiendo la existencia de dos mundos separados: el mundo sensible y el mundo inteligible. El alma pertenece al mundo inteligible; el cuerpo, en cambio, pertenece al mundo sensible, que es el mundo de la materia, de la multiplicidad y del cambio. Toda la doctrina platónica sobre el alma se encuentra marcada por esta distinción.
El alma es la realidad intermedia entre el mundo sensible y el mundo inteligible. Siempre es superior al cuerpo y sobrevive a su muerte. El cuerpo deberá ser purificado para poder acceder a cuanto el alma promete, ya que solo por una caída originaria –que relata Platón en el dialogo Fedro- el alma ha sido alojada en el cuerpo. El alma, para Platón, es siempre inmortal y sobrevive a la muerte del cuerpo.
Platón distingue tres tipos de almas –a veces identificadas como tres funciones de un mismo alma en la República-: a) el alma racional, situada en la cabeza, que es la más noble e inmortal; b) el alma irascible, situada en el tórax y sede de las pasiones más nobles del hombre, que es mortal; c) el alma apetitiva o concupiscente, situada en el abdomen: es el alma inferior, sede de las pasiones innobles, y también es mortal. Platón realizará un paralelismo entre estas tres almas y la estructura del Estado: las tres principales clases sociales de que se compone el estado platónico corresponden a cada una de estas tres almas: los gobernantes (alma racional), los guerreros (alma irascible) y los trabajadores (alma apetitiva).
Marx propone un concepto de sociedad nuevo. En primer lugar, niega todo carácter idealista a la sociedad, que ve radicada en los procesos materiales de producción (y, en especial, en las leyes de la estructura económica). Y, en segundo lugar, no admite la separación entre clases sociales que ha caracterizado toda formación social a lo largo de la historia y que ha dividido la sociedad entre quienes poseen los medios de producción y entre quienes poseen su trabajo.
Para comprender adecuadamente el sentido de la nueva sociedad que Marx defiende, puede ser conveniente atender al original concepto de “humanismo” propuesto por Marx, y que se una a sus propuestas de un nuevo ser humano y una sociedad nueva. El humanismo de Marx, que él mismo se encarga de calificar en tres niveles diferentes como “humanismo teórico, práctico y positivo”, supone partir de un análisis específico de la estructura económica de una sociedad, que es la base de todo fenómeno cultural, religioso, jurídico o ideológico. Esta base material se encuentra formada por la conexión existente entre las fuerzas de producción presenta una evolución en la historia que da su origen a los diferentes modos de producción.
En ninguno de los modos de producción fundamentales –esclavismo, feudalismo y capitalismo- que Marx analiza se da la posibilidad de un verdadero humanismo positivo. Pues en ninguno de ellos se establece la posibilidad de que un nuevo concepto de trabajo –no alienado- y de que un nuevo sentido de la propiedad –no privada- permita la presencia de un sujeto verdaderamente humano, que se posea a sí mismo. Por el contrario, la presencia de la lucha de clases introduce el conflicto en la historia de los modos de producción. Un conflicto que sólo podrá resolverse cuando origine una verdadera revolución en la que ya no existirán desigualdades, alineación ni diferencias de clases sociales. Entonces aparecerá la nueva sociedad, que será la base de un nuevo sujeto humano. Y que verá aparecer el verdadero humanismo positivo.
La relación existente entre Platón y Marx puede ilustrarse mediante la consideración que de ellos realiza uno de los más relevantes filósofos de la actualidad: Karl Popper. En una de sus primeras obras, escritas en tiempo de la barbarie nazi, titulada La sociedad abierta y sus enemigos, Popper sitúa en un mismo nivel las concepciones políticas y sociales de Platón, Hegel y Marx. Los tres filósofos, piensa el autor, mantienen utopías sociales que han llevado al totalitarismo y exigen la anulación de las libertades individuales –la muerte de la sociedad abierta- para llevar adelante sus ideas. Aun cuando la crítica de Popper tiene cierto fundamento, debe analizarse con exquisito cuidado y, sobre todo, debe entenderse en contexto histórico que fue escrita. Seguiré hablando de ello en posteriores post.

1 comentarios:

samrocha dijo...

Me gusta tu blog, pero en realidad Platon no daba al hombre o mujer una dualidad de cuerpo y alma, ni tampoco un dualidad de "mundos" es algo muchas veces considerado en vista de la tradicion neo-platonista empezando con Augustin y luego hecho comun en teologia y filosofia eclesial...

Me ha gustado leer tu blog y quisiera establecer un "link" mutuo... si estas interesado mi blog es:

www.palabraspublicas.blogspot.com