LAS ORGANIZACIONES COMO ORGANISMOS: LOS SISTEMAS ABIERTOS
Los inicios de esta teoría organizacional se encuentran en los Estudios Hawthorne[1], dirigidos en los años veinte por Elton Mayo, en la Hawthorne Plant de Chicago de la Western Electric Company. La visión de la empresa desde esta metáfora es la de un ser vivo que tiene una serie de necesidades, las cuales tiene que ver satisfechas en su relación con el entorno donde se desarrolla, como un sistema abierto[2].
Esta concepción de la empresa ha generado nuevos conceptos acerca de las organizaciones. A nivel práctico, los puntos clave son:
- hacer hincapié en el entorno en el cual la organización existe, como indica Morgan: “Gran parte del interés en la estrategia corporativa es un producto de la realidad de que las organizaciones deben ser sensibles a lo que ocurre más allá de su mundo”. (MORGAN, G. 1990, 35)
- la definición de la organización como un subsistema interrelacionado, “las organizaciones contienen individuos (que son sistemas por su propia cuenta) que pertenecen a grupos (departamentos), que a su vez pertenecen a otras divisiones más grandes y así sucesivamente” (MORGAN, G. 1990,35)
- intentar establecer sistemas e identificar y eliminar disfunciones potenciales, donde toman vital importancia el principio de variedad obligada[3] y el de diferenciación y de integración[4].
Si bien es cierto que las ideas que surgieron de la metáfora organicista fueron la teoría de la dependencia y una visión ecológica de las organizaciones, pero debemos tener en cuenta que, estas visiones no interpretan a la empresa desde el punto de vista ecológico que podemos entender hoy en día; sino desde una perspectiva darvinista, es decir, de la supervivencia de la más fuerte o la mejor adaptada.
UNA NUEVA INTERPRETACIÓN: LA EMPRESA VIVA
Acabamos de comprobar que las empresas pueden ser entendidas como instrumentos de poder o como organismos que luchan por su supervivencia. Estas concepciones aunque diferentes, tienen en común la poca atención que prestan a las consecuencias de sus acciones en el contexto social donde se desenvuelven.
La primera por considerarlo como una ampliación de las luchas de poder que se producen en el interior de la empresa; la segunda por considerar que el contexto social es como una selva, donde sólo sobreviven las más fuertes o adaptadas.
Aunque no carentes de cierta razón, debemos criticar ese olvido, incluso premeditado, de las consecuencias que producen sus acciones en nuestra sociedad. Efectos tan negativos como la contaminación, la explotación de la mano de obra en los países del tercer mundo (una nueva forma de esclavitud, pero más refinada), la cada vez mayor independencia de las leyes y normas estatales, su incremento de poder para influir sobre gobiernos elegidos o no democráticamente.
En los últimos años parece que las organizaciones empresariales se han convertido en una especia de virus que se extiende poco a poco por todo el planeta; y si bien es cierto que los virus son unos de los organismos vivos más fuertes y resistentes, no debemos olvidar lo nocivos y perniciosos que resultan para la salud humana.
Se hace necesario un cambio de mentalidad directiva y empresarial para no provocar mayores daños a nuestro entorno, él cual a su vez, es el entorno donde deben vivir dichas empresas; volviendo al símil del virus, estos microorganismos lo único que buscan es sobrevivir, es cierto, pero cuando se acaban los organismos de los cuales depende su existencia, dejaran también de existir.
La concepción de la empresa como un ser vivo se hace necesario ya mismo, un ser vivo que debe como tal, ser responsable de sus actos y consecuencias; la empresa debe alcanzar ya de una vez la mayoría de edad, debe empezar a ser consciente y sobre todo consecuente con todo lo que le rodea.
Si acabamos con el entorno natural, las empresas acabarán muriendo; si acabamos con el entorno de trabajo y sus condiciones no son cuidados, la empresa acabará muriendo; si no somos capaces de controlar y legislar las actuaciones de aquellas empresas que no acepten las reglas del juego, el sistema se desmoronará y las empresas acabarán muriendo; y si las empresas dejan de existir, el cambio social que puede producir tal crisis puede ser tremendo; si bien es cierto que no podemos predecir como afectará estructuralmente (a largo plazo), las consecuencias coyunturales (a corto plazo) pueden ser muy negativas.
Este cambio puede venir por una nueva interpretación de las tesis organicistas, de la empresa como organismo, de entender que las relaciones con el entorno no deben ser entendidas como luchas de control sobre los recursos, de supervivencia del más fuerte; sino de saber interpretar las necesidades que también necesita el entorno que nos rodea, de un feed back consistente y consecuente con el medio, las empresas no pueden ser parásitos de la sociedad y de la naturaleza.
[1] “Al principio, los estudios estuvieron centrados principalmente en la investigación de la relación entre las condiciones de trabajo y la incidencia de la fatiga y el aburrimiento entre los trabajadores… Los estudios son ahora famosos por: a) identificar la importancia de las necesidades sociales en el mundo del trabajo y el modo en que los grupos laborales pueden satisfacer estas necesidades restringiendo la producción y del tratamiento de las actividades imprevistas; b) por la identificación documentada de una “organización informal” basada en la camaradería de los grupos podía existir a lo largo de la organización.” (MORGAN, G. 1990, 31)
[2] “Los sistemas orgánicos a nivel de célula, de órgano o de conjunto de órganos, viven en continua comunicación con su entorno. Esta comunicación es crucial para sostener la vida y formar el sistema. Los sistemas vivos son sistemas abiertos caracterizados por un ciclo continuo de entrada-transformación-salida-reacción (puesto que la experiencia de un elemento influye en los próximos). La idea de apertura recalca la relación clave entre el entorno y el funcionamiento interno del sistema. El entorno y el sistema deben comprenderse como un estado de interacción y dependencia mutua.” (MORGAN, G. 1990,36)
[3] “Los mecanismos internos reguladores de un sistema deben ser tan diversos como el entorno en el cual están intentando vivir. Cualquier sistema que se evite a sí mismo de su entorno está condenado a la atrofia y a perder su naturaleza compleja y distinta.” (MORGAN, G. 1990, 37)
[4] “La célula, como un sistema, es un sistema de interdependencia funcional que no puede reducirse a una estructura simple… Lo mismo es cierto para organismos más complejos cuyo reflejo incrementa la diferenciación y especialización de las funciones, con órganos especializados para realizar funciones específicas, y con lo cual se requiere unos sistemas más complejos de integración para mantener al sistema como un todo” (MORGAN, G. 1990, 37)
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