El jueves 6 de Noviembre del 2014, un terremoto en forma de sondeo irrumpió en el ámbito político y social de España. El C.I.S. (Centro de Investigaciones Sociológicas) ofrecía en su barómetro del mes de Octubre unos resultados para algunos poco alentadores y para otros, los miembros y seguidores de PODEMOS, excelentes.
Al instante, mejor dicho, desde hacía días pues de alguna manera los resultados parecían intuirse, todos los contertulios de todos los medios e comunicación se lanzaron al ruedo de los medios de masa bien para hablarnos de esperanzan bien para hablarnos del apocalipsis, dependiendo de la afinidad con el partido donde milita Pablo Iglesias. En esas tertulias, contertulias, mesas de opinión, artículos, reseñas, columnas, editoriales, post de blogs, tweets y demás formas de comunicación, todo el mundo se hacía la misma pregunta: ¿dónde está el éxito de una formación política como PODEMOS?
Ya desde el éxito en las Elecciones Europeas, las opiniones vertidas sobre el nuevo partido han ido desde la incredulidad y la mofa, como muestran las palabras de Pedro Arriola (asesor de campaña y estratega del P.P.) tildando al partido como el lugar de reunión de "todos los frikis", a la exaltación más triunfalista y salvadora al mejor estilo mesiánico, llegando su líder incluso a estados de trascendencia espiritual, como dijo en su día Sor Lucía Caram cuando afirmó que "Pablo Iglesias es un contemplativo". Vamos, ni los mejores escritores místicos españoles. ¿Será Pablo Iglesias capaz de "vivir sin vivir en mí" como Santa Teresa de Jesús.
Pero, ¿dónde está el éxito de PODEMOS? Pues personalmente, ni en su líder, ni en su programa y desde luego, no es su capacidad salvífica o o apocalíptica. El éxito de PODEMOS es que se ha dado cuenta perfectamente que la política, como todo, es cuestión de sentimientos y emociones, y lo que un partido político debe hacer para ganar, es ser un receptor y transformador de esos sentimientos y emociones.
La gran mayoría de los expertos en estrategia de campañas políticas siguen pensando que el éxito, es decir, el logro del poder por parte de sus formaciones, se debe a un proceso racional que tiene como resultado cuantificable el voto. Nada más lejos de la realidad. Si algo nos están descubriendo las neurociencias, es que el ser humano es cualquier cosa menos demasiado racional a la hora de decidir y actuar. Estos estrategas basan sus líneas maestras de actuación pensando que un buen programa electoral, una excelente campaña basada en la comunicación de hechos factibles racionales son el mejor ingrediente para la obtención del poder. No es de extrañar, además, que eso sea así, pues los teóricos que dotan de cimientos a esas ideas, expertos en ciencias sociales como la sociología, la politología o la propia economía, creen que la Razón es la única forma de ser y entender. Consideran que los votantes son seres racionales y su entramado teórico es incapaz de salirse de la Teoría de la Elección Racional. Se entiende ahora que un sociólogo invitado como experto para explicar los resultados del barómetro del C.I.S. llegase a afirmar que el voto se racionaliza a medida que se acercan las elecciones, sobre todo las generales
Pues bien, están equivocados. El éxito de PODEMOS está en su capacidad, como ya he afirmado líneas atrás, de ser un perfecto atractor de emociones y sentimientos que los españoles estamos viviendo en el contexto actual. Palabras como resentimiento, indignación, miedo, recelo, furia, ira, enfado, tristeza son recogidos por PODEMOS y transformados en esperanza, ilusión, venganza, sueños. PODEMOs transita desde el mundo de las ideas presentes al mundo de las ideas futuras, siendo el gran intermediario entre ambas. Se está ofreciendo como el gran demiurgo capaz de tomar el incómodo presente en un mejor futuro y además, lo está ofreciendo bajo el discurso de que eso no nos va a costar esfuerzo, si no que será ese ente que todo lo puede, el ESTADO, quién se encargará de ello.
Si la línea maestra de Pedro Arriola es no salirse del centro, considerar que las ideas, sobre todo las ideologías, están muertas y que los números y las cifras son lo único que el votante considera, no diré que algunos así lo consideren, pero la gran mayoría centrará su mirada en lo que siente y no en lo que observa. Pedro Arriola se equivoca al considerar que las elecciones se ganan conquistando el centro del espectro electoral, las elecciones se ganan conquistando el corazón de los votantes, pero ojo, ello no tiene que significar que las propuestas tengan que ser irreales, irracionales y peligrosas como las ofrecidas por PODEMOS. Ser emocional no significa ser irracional, significa tener tan presente a la Razón como a la Emoción a la hora de tomar decisiones. Si el Partido Popular, y por ende, cualquier otra formación desea establecer estrategias ganadoras, deberá volver a introducir el corazón en su comunicación. Parece mentira que no se fijen en como desde hace muchos años, los expertos empresariales del marketing llevan dándose cuenta de ello, y lo usan de manera magistral.
Hacerlo, insisto, no es hacer publicidad empresarial entendida en el peor significado de la palabra publicidad, todo lo contrario, significa volver a "enganchar" con el lado emocional de los votantes, volver a ser capaces de escuchar de forma pro-activa sus demandas y también sus ofertas, ya que el ingrediente fundamental de una sociedad, es la colaboración.
Ello implica, por ende, unos individuos que sean capaces de soltarse esa dependencia del Estado, que sean capaces de descubrir todo lo que pueden llegar a conseguir sin la necesidad de que un ente inexistente como el Estado, los cuide y mime en todo momento.
Los tiempos como los que vivimos, que tenemos la gran suerte de vivir, van a exigirnos lo mejor de nosotros mismos. Van a demandar que seamos capaces de responder a los retos que se nos presentan. Esos retos, tan grandes y fabulosos como decidamos alcanzar, supondrán empezar por aceptar que tenemos que cambiar, pero que tenemos que cambiar nosotros, tú y yo, y ellos, y los partidos políticos. Si durante mucho tiempo la responsabilidad de las organizaciones políticas fue hacernos ver la importancia de lo político, de la democracia, su misión ahora es acompañarnos en la transformación hacia un individuo adulto que abandone por una vez el redil del establo que es el Estado. Aunque ello suponga aceptar una pérdida en su poder absoluto sobre la sociedad.
A los votantes, a los individuos, nos toca, me toca, aceptar que la responsabilidad es únicamente mía, que soy yo el dueño de mi destino que, me guste o no, soy el único que puedo decidir HOY donde quiero estar mañana. Es hora que decida abandonar por fin, esa dependencia perjudicial y perniciosa de pensar que son los demás los que deben solventar los inconvenientes que en este camino que es la vida, tengo.
Mientras ese proceso de cambio no ocurra, mientras los grandes partidos tradicionales sigan encerrados en sus cotos de poder, mientras los individuos sigamos pensando que la responsabilidad es del otro y que a mí, únicamente me corresponde el derecho y no el deber, mientras siga dependiendo del Estado, formaciones como PODEMOS seguirán triunfando, seguirán ofreciendo soluciones que aumenten esa dependencia y seguirán siendo los mismos que tiempos atrás, se pensaban que unos pocos deben salvar al resto, aunque en el camino condenen a una buena parte de esos que dicen querer salvar. Es la hora de volver a conectar con nuestro corazón, de reencontrarnos con la increíble capacidad de superación y logros que poseemos, que entendamos que mejor que PODEMOS, es dar valor al PUEDO.
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