7 de febrero de 2006

"Ética para un mundo global" de Amelia Valcárcel

Crítica al libro de Amelia Valcárcel "Ética para un mundo global"

El universalismo que propone Amelia Valcárcel es una mezcla entre lo que se ha llamado universalismo sustancial o comprensivo y el deliberativo, a la luz de una tipología establecida por Pier Paolo Donati[1]:

“ podemos establecer la siguiente tipología:

a) Un universalismo sustancial o comprensivo, según el cual existen realidades universales, entre las que se incluye la naturaleza humana, con sus derechos humanos.

b) Un universalismo deliberativo, que admite la posibilidad de llegar a decisiones de valor universal (erga omnes) como fruto de una comunidad de discurso y de elecciones razonables entre los participantes.

c) Un universalismo convencional, según el cual el universalismo es una mera convención…

d) Un universalismo funcional, según el cual los dos lados de la distinción particular/universal, son intercambiables y lo universal es sólo un operador de las diferencias.

e) Un universalismo simbólico, según el cual lo universal está en la capacidad humana de elaborar y referirse a modelos culturales válidos y significativos para todos los actores de la especie humana.”

Sin embargo, todo tipo de universalismo tiene un defecto, el colocar el interés principal no en la persona, sino en la pertenencia al grupo, a la comunidad, a la cultura. Es a esta a la que debe respetarse y no herir, son estas las que deben convivir y relacionarse, pero parece que nos olvidamos que en última instancia, son las personas, los individuos los que se relacionan. Consigue que los ciudadanos, los miembros de la sociedad convivan entre sí, y tendrás a las culturas, los grupos, las minorías conviviendo en paz y armonía.

Amelia Valcárcel ha encontrado el mapa, pero se ha equivocado a la hora de escoger el medio de locomoción. Nuestro mapa de orientación son los derechos universales, sin duda, pero no podemos montarnos en el Estado-Nación, ni en los grupos, ni las culturas. Nuestro vehículo, si queremos que la cosa funcione, es el individuo y la vitamina que nos sirva de alimento, de combustible, no es reducir la libertad. Todo un buen trabajo puede venirse abajo con ideas como las expresadas por la autora: “Lo que llamamos libertad, racionalidad, tolerancia y que creemos que son conquistas, son los rasgos de una nueva barbarie.” (VALCÁRCEL, A. 2002, 250).

Los totalitarismos del siglo XX y los que aún perviven en Cuba, China, Corea del Norte y muchos países más, se toman en broma tales logros que la autora no parece valorar en su total importancia.

La situación actual del mundo tiene su parte de responsabilidad en Occidente, culpable del colonialismo, las guerras mundiales, estados hambrientos de territorios y victorias para justificar ganancias políticas. Sin embargo, también representa la aparición de la ciencia, los derechos, la democracia; y todo ello no sería posible sin libertad, racionalidad y tolerancia.

La filosofía esencialista, escuela claramente defendida por la autora, sufre una crítica atroz y justa por el existencialismo, acusada de ocuparse solo de lo universal y de construir por medio de la razón grandes entramados intelectuales en los que todo es coherente, pero donde el hombre no encuentra solución a sus problemas. El existencialismo centra su preocupación en la existencia concreta y singular del hombre y sostiene que este es un ser incompleto que está arrojado en el mundo, donde va realizándose mediante el desarrollo de su libertad a través de elecciones constantes que aumentan en él su sentimiento de responsabilidad y su conciencia de finitud.

La defensa de su humanismo, nada desdeñable desde luego, pierde credibilidad, pues como es posible defender un humanismo sin libertad, racionalidad y tolerancia. El humanismo es un movimiento que se asienta en la concepción del ser humano como el más importante componente de la realidad.



[1] [1] PAOLO DONATI, PIER (1997): El desafío del universalismo en una sociedad multicultural en Revista Internacional de Sociología (RIS) nº 17/1997 (Mayo-Agosto), pp. 7-39.

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