El cáncer es una enfermedad cuya principal característica radica en que las propias células del organismo, llegado un momento, crecen y se vuelven tan numerosas que terminan por matar al propio ser vivo que les da cobijo. Se trata de una patología silenciosa, pues habita entre nosotros, es parte de nuestro propio ser y no es, hasta que comienza su crecimiento incontrolado, cuando nos percatamos de su presencia. El nacionalismo radical presenta las mismas pautas y se está convirtiendo en el gran cáncer de la sociedad española.
El incidente del intento de agresión por parte de jóvenes de la organización independentista gallega “AGIR” a la presidenta del Partido Popular vasco, María San Gil, en Santiago de Compostela, es una muestra más de que el cáncer del nacionalismo radical sigue creciendo y extendiéndose por este país. Sin embargo, lejos de ofrecer en estas líneas la versión que los distintos medios de comunicación, tanto escritos como audiovisuales, han ofrecido a sus lectores y televidentes, me propongo que analicemos lo que desde la organización AGIR se dice al respecto. En todo proceso de agresión, existe el agredido y el agente agresor, y en este caso, daremos voz, eso si en sus propias palabras, a los segundos.
En su página web comentan la noticia titulando: “AGIR interveu contra a cumplicidade fascista na USC” ( traducción: AGIR interviene contra la complicidad fascista en
Fascismo, tanto como socialismo, liberalismo o cualquier otra ideología son construcciones ideales, tipos ideales como dice Weber, por lo tanto, se hace necesario traer del imaginario ideal al terreno más físico, todas las características del fascismo e imputarlas a un objeto físico. En este caso, María San Gil es la representación corpórea de esa idea que del fascismo tienen los miembros de AGIR. En este proceso, puede darse el caso de que se desconozca por lo general el significado del tipo ideal, difícil de definir y acotar como todo concepto ideal, lo cual nos lleva también a una mala imputación física de la idea que intentamos hacer real. Error del que los sujetos que forman AGIR no escapan. Veámoslo.
Lo que caracteriza al fascismo según AGIR es: “terrorismo de Estado, da tortura, da violaçom de direitos elementares, e da exclussom e marginalizaçom social.” (terrorismo de Estado, de la tortura, de la violación de los derechos elementales, y de la exclusión y marginación social). Se acusa por tanto a María San Gil de actos terroristas contra el Estado, de torturadora, de violentar los derechos elementales y por si no fuera poco, de la exclusión y marginación social de todos aquellos que no están de acuerdo con su línea de pensamiento. Esto si que es un giro copernicano y no el que dio el propio Copérnico y por el cual paso a la historia. Los que apoyan a una banda terrorista en su expansión del terror contra un Estado de Derecho, la misma que torturan a sus secuestrados, aquellos que niegan el principal derecho del ser humano que es la libertad y el derecho a la vida, los mismos que no permiten el diálogo, los que dividen y excluyen, los que marginan sus propias sociedades entre un nosotros (los buenos) y un ellos (los malos) dan la vuelta a la tortilla e imputan la condición que recae sobre ellos mismos.
Y es que esto no debe sorprendernos, sus argucias ya eran usadas por los nacionalsocialistas para precisamente lo mismo que se usa ahora, acabar literalmente con el enemigo, tanto en el plano físico (con el dolor y la muerte) como en el ideológico (con la falta de libertad). Dicen orgullosos los miembros de AGIR: “A organizaçom estudantil da esquerda independentista AGIR organizou-se para boicotar a presença deste elemento fascista numha palestra” (La organización estudiantil de izquierda independentista AGIR se organizó para boicotear la presencia de este elemento fascista en una palestra). El Partido Nazi boicoteó antes de su ascenso al poder dictatorial en Alemania, muchos actos de otros partidos de forma violenta, impidiendo que hablará su orador, agrediéndole o simplemente usando la violencia para acabar con los mítines. Para terminar una pequeña nota, se han fijado en el uso del término “elemento”, simplemente han transformado a un ser humano en una cosa. Esta cosificación de lo humano es propia de regímenes totalitarios. Ellos mismos nos están diciendo cual es su mensaje, sólo tenemos que escucharles.