8 de noviembre de 2007

Venezuela, balance de una deriva económica y social

Ahora que el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Sr. Hugo Chavez, reforma el tratado constitucional para poder perpetuarse en el poder (como todo buen dictador), ha llegado el momento de hacer un breve repaso a la situación económica del país.

Si atendemos a los precios, la inflación ha roto todas las perspectivas gubernamentales. En enero la tasa subió un 2 por ciento, tendencia que se mantiene y dará una tasa anual del 27%, superando en 10 puntos a la registrada en el año 2006. La consecuencia más inmediata es que los productos de consumo crecen a tasas muy altas en comparacion con los salarios, reduciendo las oportunidades de consumo de los venezolanos. Ello menoscaba también no solo el poder adquisitivo de los consumidores, sino que las instituciones financieras y empresas ven disminuir sus activos monetarios. Todo lo anterior está provocando una caida espectacular del Bolivar (moneda de Venezuela) con respecto al dolar, lo cual provoca una expulsión de la moneda nacional (poco valorada) por el dolar, cuyo cambio en el mercado negro alcanza tasas de intercambo supera a las oficiales impuestas por el Gobierno.

Para frenar todo ello se propusieron un paquete de medidas: "la reducción de cinco puntos del IVA: del 14 al 9 por ciento, en un período de cuatro meses, una manera de frenar la inflación por la vía fiscal; la reforma monetaria a medio plazo; la reforma monetaria a medio plazo, con la creación de una nueva moneda, el "bolivar fuerte"; y la absorción de masa monetaria (liquidez) a través de la emisión de bonos públicos en dólares y congelamiento de petrodólares en una cuenta de la Tesorería para evitar la entrda de capitales al mercado en forma de bolívares." (EL ECONOMISTA, viernes 2 de diciembre de 2007). Pues ocho meses después, ninguna de estas medidas ha sido efectiva.

El control que se establece al mercado se muestra también en la capa productiva, donde muchos bienes de consumo desaparecen y sólo se encuentran en el mercado negro debido a la política de control de precios fallida que intenta establecer Hugo Chavez.

Gracias a la subida del petroleo que el gobierno puede maquillar su actuación elevando el gasto público, el problema radica que las subidas del oro negro no se ven reflejadas en la economía del país, que ha pasado de crecer en 2004 a un 18,3% a un 6% estimado para el 2008. ¿Qué pasará cuando el petroleto caiga? ¿Cómo sobrevivirá la economía cuando no se hallan llevado a cabo las reformas estructurales que la economía venezolana necesita para competir a nivel internacional debido a las aspiraciones socialistas de su presidente? ¿Cómo seguirá financiando el gasto público para seguir justificándose en el poder cuando los petrodólares dejen de entrar en el país?

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Deberías revisar tu ortografía antes de subir los artículos (Ha roto), y aprender a redactar tampoco estaría mal, que luego los economistas cogemos fama de no saber escribir.

Alberto Fernández dijo...

Estimada o estimado desconocido:

Gracias por los consejos, siempre son bienvenidos, pero para la próxima vez no seas tan cobarde y no te escondas en el anónimato que permite la red. Además, puedes probar también tu misma medicina pues los economistas no podemos coger fama, pues ésta no se puede asir ni coger, se puede tener, sufrir, gozar, disfrutar e incluso se puede imponer, ganar, merecerse o no.

Gracias por las correciones y las recomendaciones, cuando tenga algo más interesante que escribir que mejorar mi ortografía, sea bienvenido.

Anónimo dijo...

ALBERTITO: PORQUE NO TE VAS BIEN A LA MIERDA? DE PARTE DE TODOS LOS ROJOS TE DESEAMOS QUE NO TE COMAS CUALQUIERA Y TE LA CREAS DE ECONOMISTA CON ESTE BLOG DE MIERDA QUE SOLO ME DA GANAS DE VOMITAR Y ME TRAE A LA CABEZA LA PALABRA "MIERDA"

MUERTE A LA MIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDAMIERDA

Lady Sarmiento dijo...

Hola Alberto,
Me llamo Cristina. Te hice el comentario desde el anomimato, porque me parecía absurdo ponerte mi nombre ya que no me conoces. No tenía nada que ver con la cobardía, ni mucho menos. Y respecto a la fama, he de decirte, que creo que estás equivocado. La fama se puede "coger", es obvio que no en el sentido literal de la palabra, pero huelga decir, que no era ese el sentido que pretendía expresar.
Un saludo y felicidades por el blog.