Primero fue la revolución política para asentarse en el poder, llegó luego la revolución económica para someter en las manos del Gobierno y del Estado la economía del país. Ahora que política y económicamente Venezuela está atada y sumisa en las manos de Chávez, le toca la hora a la cultura. No es un proceso diferente del que tomaron en su tiempo otras dictaduras: primero preparan las leyes para el juego, luego se apoderan de la economía para, finalmente, intentar apoderarse del imaginario social de la gente. El proyecto de Chavez es el de todo buen dictador: vota, trabaja y piensa como Chávez quiere que se haga. No hay otra vía, no hay otro camino; pues una de las características del caudillismo es: "no pienses tú, que ya piensa el amado lider por ti."
Hace escasas semanas se anunció el PRL o "Plan Revolucionario de Lectura", cuyo objetivo principal no es difundir el hábito de la lectura. A pesar de que Chávez insisite en que lo fundamental es "leer, leer y leer [...]"; ya que la frase continúa sin tapujos "[...] consigna de todos los días. Lectura para la conciencia." ¿Para la conciencia de quién? se preguntará uno, pues para: "reafirmar los valores conducentes a la consolidación del hombre nuevo y la mujer nueva, como base para la construcción de la patria socialista", "desmontar el imaginario del capitalismo" y "recontextualizar la historia". Y por si queda alguna duda de que se trata de un proyecto ideológico e ideologizante, un extracto de la noticia en El País:
"Sí que lo es", dice sin rubor Edgar Páez, representante de la Oficina Nacional del Plan Revolucionario de Lectura, con la convicción de que hasta las recetas de cocina guardan entre sus líneas un mensaje ideológico. "Ha habido una declaración explícita del comandante-presidente en el propio acto de lanzamiento, cuando advirtió que se trata de un plan de formación, y todo plan de lectura es un proyecto de formación ideológica", sostiene Páez en una entrevista publicada por el semanario Todos Adentro, que edita el Ministerio de Cultura. Una de las preocupaciones, dice Páez, es que "los niños están siendo formados con libros que aún llaman descubrimiento a la invasión del Imperio español u otros eufemismos que buscan endulzar el genocidio de los pueblos originarios. Nosotros queremos, como parte de este plan, comenzar a llamar a las cosas por su nombre".
Este proyecto que no busca venezolanos formados, instruidos, capacitados para la reflexión sino configurar una masa servil, complaciente y disciplinada con el poder. Se busca configurar un imaginario social común de valores no discutidos ni discutibles, imposibles de ser rechazados sin temer las consecuencias.
Pero el intento de crear una masa sin voluntad propia no comienza con este plan, sino que proviene ya de mucho antes. La lucha de Chávez contra los medios de comunicación contrarios a él eran las primeras piedras sobre la que edificar su cárcel ideológica. En el terreno educativo la jugada le salió peor porque se topó con una clase universitaria contraria a él y que era consciente de lo que se estaba poniendo sobre la mesa: la libertad.
Los universitarios eran conscientes de que la libertad política estaba perdida, la económica también y sólo les quedaban las libertades de libre pensamiento. Chávez sabía también que con ellos era imposible, pero que los universitarios dejan un día de serlo y las generaciones de jóvenes que les anteceden son más maleables. El PRL busca difundir de manera gratuita una serie de libros con un claro contenido ideológico y no lo hará en las aulas universitarias, sino en las calles, en los colegios de primaria, en los consejos comunales.
No resulta pues extraño que la llegada de pensadores como Mario Vargas Llosa, Álvaro Vargas Llosa o Apuleyo Mendoza haya levantado miedo entre los gerifaltes y seguidores de ese dictador que es Hugo Chávez: unos videos como botón de muestra:
La presencia de estos intelectuales fue motivada por la invitación de Hugo Chávez para participar en un debate en su programa Aló Presidente! en su emisión nº 100. Al final no se realizó el anunciado debate, Chávez fue consciente de que no tenía ninguna posiblidad de salirse con la suya.
La guinda la pone la periodista de VTV al preguntarle a Mario Vargas Llosa si cree que en España o en el Perú podría hacer críticas contra el gobierno, incluso dice si en España podría hacer críticas contra el Rey, Vargas Llosa responde: "Absolutamente podría, es un país libre". En este momento la pobre periodista sufre un shock de realidad democrática.
Hace escasas semanas se anunció el PRL o "Plan Revolucionario de Lectura", cuyo objetivo principal no es difundir el hábito de la lectura. A pesar de que Chávez insisite en que lo fundamental es "leer, leer y leer [...]"; ya que la frase continúa sin tapujos "[...] consigna de todos los días. Lectura para la conciencia." ¿Para la conciencia de quién? se preguntará uno, pues para: "reafirmar los valores conducentes a la consolidación del hombre nuevo y la mujer nueva, como base para la construcción de la patria socialista", "desmontar el imaginario del capitalismo" y "recontextualizar la historia". Y por si queda alguna duda de que se trata de un proyecto ideológico e ideologizante, un extracto de la noticia en El País:
"Sí que lo es", dice sin rubor Edgar Páez, representante de la Oficina Nacional del Plan Revolucionario de Lectura, con la convicción de que hasta las recetas de cocina guardan entre sus líneas un mensaje ideológico. "Ha habido una declaración explícita del comandante-presidente en el propio acto de lanzamiento, cuando advirtió que se trata de un plan de formación, y todo plan de lectura es un proyecto de formación ideológica", sostiene Páez en una entrevista publicada por el semanario Todos Adentro, que edita el Ministerio de Cultura. Una de las preocupaciones, dice Páez, es que "los niños están siendo formados con libros que aún llaman descubrimiento a la invasión del Imperio español u otros eufemismos que buscan endulzar el genocidio de los pueblos originarios. Nosotros queremos, como parte de este plan, comenzar a llamar a las cosas por su nombre".
Este proyecto que no busca venezolanos formados, instruidos, capacitados para la reflexión sino configurar una masa servil, complaciente y disciplinada con el poder. Se busca configurar un imaginario social común de valores no discutidos ni discutibles, imposibles de ser rechazados sin temer las consecuencias.
Pero el intento de crear una masa sin voluntad propia no comienza con este plan, sino que proviene ya de mucho antes. La lucha de Chávez contra los medios de comunicación contrarios a él eran las primeras piedras sobre la que edificar su cárcel ideológica. En el terreno educativo la jugada le salió peor porque se topó con una clase universitaria contraria a él y que era consciente de lo que se estaba poniendo sobre la mesa: la libertad.
Los universitarios eran conscientes de que la libertad política estaba perdida, la económica también y sólo les quedaban las libertades de libre pensamiento. Chávez sabía también que con ellos era imposible, pero que los universitarios dejan un día de serlo y las generaciones de jóvenes que les anteceden son más maleables. El PRL busca difundir de manera gratuita una serie de libros con un claro contenido ideológico y no lo hará en las aulas universitarias, sino en las calles, en los colegios de primaria, en los consejos comunales.
No resulta pues extraño que la llegada de pensadores como Mario Vargas Llosa, Álvaro Vargas Llosa o Apuleyo Mendoza haya levantado miedo entre los gerifaltes y seguidores de ese dictador que es Hugo Chávez: unos videos como botón de muestra:
La presencia de estos intelectuales fue motivada por la invitación de Hugo Chávez para participar en un debate en su programa Aló Presidente! en su emisión nº 100. Al final no se realizó el anunciado debate, Chávez fue consciente de que no tenía ninguna posiblidad de salirse con la suya.
La guinda la pone la periodista de VTV al preguntarle a Mario Vargas Llosa si cree que en España o en el Perú podría hacer críticas contra el gobierno, incluso dice si en España podría hacer críticas contra el Rey, Vargas Llosa responde: "Absolutamente podría, es un país libre". En este momento la pobre periodista sufre un shock de realidad democrática.