En lo que nos concierne a la formula electoral de la República y su capacidad legitimadora, debemos entender que se trata de un sistema mayoritario a una vuelta, donde los participantes pueden pensar que su voto es inútil, pues muchos de los candidatos pueden no conseguir el resultado deseado. “Existe, pues, la probabilidad de que el ciudadano, cuyo candidato o partido predilecto tiene pocas posibilidades de triunfo, se abstenga de emitir su voto al considerarlo inútil por adelantado”: (CARRERAS, F. y VALLÉS, J. M.; 1977: 196-197)
Ahora que tenemos una visión un poco más clara de cómo estaba configurado el sistema electoral y los partidos de la República, intentaremos explicar como se radicalizó la sociedad española, provocando el fin del régimen republicano y el comienzo de uno de los episodios más tristes de nuestra historia: la Guerra Civil.
Imaginémonos que el sistema electoral y de partidos de la República es un balancín donde juegan todos los españoles, en un primer momento todos se muestran atraídos por el nuevo columpio del parque y se sitúan en la izquierda y el centro para jugar y son pocos los que se dirigen a la derecha, pero a medida que pasa el tiempo se dan cuenta de que el columpio no funciona como debería funcionar, entonces deciden que deben cambiar de posiciones, en el centro vuelve a situarse casi la misma gente, pero en la derecha esta vez hay más participantes, quedando la izquierda un poco vacía; pero como siguen sin funcionar, vuelven a cambiar las posiciones, desapareciendo los del centro y ocupando casi todos la derecha y la izquierda; después de tanto tiempo cambiando e intentando jugar, se dan cuenta de que el columpio no sirve y deciden romperlo y culparse mutuamente los unos a los otros por el fracaso del juguete.
Pues algo parecido reflejan las elecciones que se realizaron durante la Segunda República en España. En el momento de la proclamación de la República las posiciones políticas se encuentran en gran mayoría repartidas entre el centro y la izquierda, más tarde, los resultados siguen dando un porcentaje aceptable al centro, pero esta vez la derecha se muestra más votada; al final el centro desaparece y los partidos más votados pertenecen a la derecha y la izquierda, reflejando la división y la radicalización que se vive en la sociedad española de 1936, antes del estallido de la Guerra Civil.
Los gráficos siguientes pueden mostrarnos mejor lo que pretendemos expresar:
Podemos comprobar si nos fijamos en las líneas de tendencia como en un primer momento la tendencia hacia el centro y la izquierda, como en 1933 la tendencia de centro aunque menor, sigue manteniéndose pero varia de la izquierda hacia la derecha; para en 1936 romper con el centro y polarizarse claramente hacia la izquierda y la derecha.
Las explicaciones de por qué ocurre esto pueden realizarse desde diferentes ópticas. Nosotros mantendremos que el sistema electoral no sólo es el reflejo de las tensiones que vive la sociedad española durante esta época, sino que también ayudó por su propio mecanismo interno a la polarización y la división política.
El sistema electoral y de partidos republicano basado, como ya hemos visto en las mayorías, que además eran premiadas por el propio sistema que intentaba favorecerlas, permitía que los partidos en un primer momento en vez de presentar candidaturas conjuntas, viesen la posibilidad de obtener un número de votos significativo y por lo tanto, daban la esperanza a los pequeños partidos de ocupar parte del gobierno mediante alianzas y coaliciones.
De 1931 a 1934, periodo conocido por el Bienio Reformador, dentro de los problemas sociales, adquirió gran protagonismo la reforma agraria, debido a las grandes expectativas que creaba entre anarquistas y socialistas. Debemos señalar que por aquel entonces el gobierno de Azaña no contaba con el respaldo ni de los izquierdistas (socialistas, comunistas y anarquistas) ni de la derecha (agrarios, Renovación Española, Acción Popular, monárquicos, tradicionalistas) sin olvidar, por supuesto, los grupos fascistas (Falange y las JONS). A todo ello debemos unir las tensas relaciones Iglesia-Estado y la reforma del sistema educativo mediante el modelo laico de la Institución Libre de Enseñanza.
El vuelco electoral hacia la derecha, que marca la etapa del conocido como Bienio Negro (1934-1936), da el gobierno a una derecha que no había dado su apoyo a la República y que se encuentra con una situación de gran conmoción social: agitaciones libertarias, huelgas, las actuaciones del gobierno en Cataluña y Asturias. A todo ello debemos unir la mala situación económica española y mundial, la inestabilidad mundial por el auge de los fascismos italiano y alemán. Todo esto provoca que en 1936, la victoria vuelva a la izquierda, bajo el signo político del Frente Popular.
El sistema electoral permitía que todas estas tensiones fuesen transmitidas al Congreso de los Diputados, pues los partidos políticos se fueron cada vez más radicalizando, tanto en sus formas como en sus contenidos políticos, que a su vez permitieron que los españoles viesen en ellos sus aspiraciones representadas. La desaparición del centro político es la muestra de cómo todo el mundo empezaba a tomar posiciones determinadas ante como debían plantearse los problemas de España.
La incapacidad del Presidente de la República de controlar la radicalización de los partidos, la incapacidad de los partidos de controlar sus vertientes más extremistas, el cada vez más creciente apoyo que reciben los grupos falangistas que se aprovechan de un sistema que premia las mayorías para acceder al Congreso y la perdida de paciencia de un ejercito que comprueba como la República no es capaz de mantener el orden, provocan lo que desde luego era inevitable; la situación de disparidad y pocos puntos en común de acuerdo entre la clase política y la sociedad solo podía resolverse mediante un cambio radical, ese cambio fue la Guerra Civil.
BIBLIOGRAFIA
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