28 de noviembre de 2005

El sistema electoral en la IIª República y su culpabilidad como factor en la Guerra Ciivl (y III)

El sistema de listas de la II ª República impide que el elector conozca a todos los candidatos, todo lo contrario de las listas uninominales donde el elector conoce al candidato y es más probable que se den caso de corrupción e influencias (caciquismo). En el caso de las listas uninominales puede parecer que implican más al elector, ya que conoce al candidato, dotando de una falsa confianza el resultado; sin embargo al largo plazo eso se descubre falso, pues no todos se sentirán identificados con los elegidos, provocando una falta de legitimidad. En el caso del sistema de listas republicano, en el corto plazo puede inducirnos a pensar que el elector no tiene nada en común con el candidato, provocando una falta de interés y legitimización; sin embargo a largo plazo muchas personas pueden verse representadas en los diferentes candidatos de la lista, dotando al sistema de una legitimidad mayor.

En lo que nos concierne a la formula electoral de la República y su capacidad legitimadora, debemos entender que se trata de un sistema mayoritario a una vuelta, donde los participantes pueden pensar que su voto es inútil, pues muchos de los candidatos pueden no conseguir el resultado deseado. “Existe, pues, la probabilidad de que el ciudadano, cuyo candidato o partido predilecto tiene pocas posibilidades de triunfo, se abstenga de emitir su voto al considerarlo inútil por adelantado”: (CARRERAS, F. y VALLÉS, J. M.; 1977: 196-197)

Ahora que tenemos una visión un poco más clara de cómo estaba configurado el sistema electoral y los partidos de la República, intentaremos explicar como se radicalizó la sociedad española, provocando el fin del régimen republicano y el comienzo de uno de los episodios más tristes de nuestra historia: la Guerra Civil.

Imaginémonos que el sistema electoral y de partidos de la República es un balancín donde juegan todos los españoles, en un primer momento todos se muestran atraídos por el nuevo columpio del parque y se sitúan en la izquierda y el centro para jugar y son pocos los que se dirigen a la derecha, pero a medida que pasa el tiempo se dan cuenta de que el columpio no funciona como debería funcionar, entonces deciden que deben cambiar de posiciones, en el centro vuelve a situarse casi la misma gente, pero en la derecha esta vez hay más participantes, quedando la izquierda un poco vacía; pero como siguen sin funcionar, vuelven a cambiar las posiciones, desapareciendo los del centro y ocupando casi todos la derecha y la izquierda; después de tanto tiempo cambiando e intentando jugar, se dan cuenta de que el columpio no sirve y deciden romperlo y culparse mutuamente los unos a los otros por el fracaso del juguete.

Pues algo parecido reflejan las elecciones que se realizaron durante la Segunda República en España. En el momento de la proclamación de la República las posiciones políticas se encuentran en gran mayoría repartidas entre el centro y la izquierda, más tarde, los resultados siguen dando un porcentaje aceptable al centro, pero esta vez la derecha se muestra más votada; al final el centro desaparece y los partidos más votados pertenecen a la derecha y la izquierda, reflejando la división y la radicalización que se vive en la sociedad española de 1936, antes del estallido de la Guerra Civil.

Los gráficos siguientes pueden mostrarnos mejor lo que pretendemos expresar:







FUENTE: MONTERO, J. R. ; LLERA, F. J. y TORCAL, M. (1992): Sistemas electorales en España: Una recapitulación en REIS (Revista Española de Investigaciones Sociológicas)nº 58/92, Madrid, pág. 13

Podemos comprobar si nos fijamos en las líneas de tendencia como en un primer momento la tendencia hacia el centro y la izquierda, como en 1933 la tendencia de centro aunque menor, sigue manteniéndose pero varia de la izquierda hacia la derecha; para en 1936 romper con el centro y polarizarse claramente hacia la izquierda y la derecha.

Las explicaciones de por qué ocurre esto pueden realizarse desde diferentes ópticas. Nosotros mantendremos que el sistema electoral no sólo es el reflejo de las tensiones que vive la sociedad española durante esta época, sino que también ayudó por su propio mecanismo interno a la polarización y la división política.

El sistema electoral y de partidos republicano basado, como ya hemos visto en las mayorías, que además eran premiadas por el propio sistema que intentaba favorecerlas, permitía que los partidos en un primer momento en vez de presentar candidaturas conjuntas, viesen la posibilidad de obtener un número de votos significativo y por lo tanto, daban la esperanza a los pequeños partidos de ocupar parte del gobierno mediante alianzas y coaliciones.

De 1931 a 1934, periodo conocido por el Bienio Reformador, dentro de los problemas sociales, adquirió gran protagonismo la reforma agraria, debido a las grandes expectativas que creaba entre anarquistas y socialistas. Debemos señalar que por aquel entonces el gobierno de Azaña no contaba con el respaldo ni de los izquierdistas (socialistas, comunistas y anarquistas) ni de la derecha (agrarios, Renovación Española, Acción Popular, monárquicos, tradicionalistas) sin olvidar, por supuesto, los grupos fascistas (Falange y las JONS). A todo ello debemos unir las tensas relaciones Iglesia-Estado y la reforma del sistema educativo mediante el modelo laico de la Institución Libre de Enseñanza.

El vuelco electoral hacia la derecha, que marca la etapa del conocido como Bienio Negro (1934-1936), da el gobierno a una derecha que no había dado su apoyo a la República y que se encuentra con una situación de gran conmoción social: agitaciones libertarias, huelgas, las actuaciones del gobierno en Cataluña y Asturias. A todo ello debemos unir la mala situación económica española y mundial, la inestabilidad mundial por el auge de los fascismos italiano y alemán. Todo esto provoca que en 1936, la victoria vuelva a la izquierda, bajo el signo político del Frente Popular.

El sistema electoral permitía que todas estas tensiones fuesen transmitidas al Congreso de los Diputados, pues los partidos políticos se fueron cada vez más radicalizando, tanto en sus formas como en sus contenidos políticos, que a su vez permitieron que los españoles viesen en ellos sus aspiraciones representadas. La desaparición del centro político es la muestra de cómo todo el mundo empezaba a tomar posiciones determinadas ante como debían plantearse los problemas de España.

La incapacidad del Presidente de la República de controlar la radicalización de los partidos, la incapacidad de los partidos de controlar sus vertientes más extremistas, el cada vez más creciente apoyo que reciben los grupos falangistas que se aprovechan de un sistema que premia las mayorías para acceder al Congreso y la perdida de paciencia de un ejercito que comprueba como la República no es capaz de mantener el orden, provocan lo que desde luego era inevitable; la situación de disparidad y pocos puntos en común de acuerdo entre la clase política y la sociedad solo podía resolverse mediante un cambio radical, ese cambio fue la Guerra Civil.

BIBLIOGRAFIA

DE CARRERAS, F. y VALLÉS, J. M. (1977): Las elecciones. Apéndice: Ley para la reforma política y Ley electoral comentada. Editorial Blume. Barcelona.

JULIA, S.; GARCÍA DELGADO, J. L.; JIMENEZ, J. C.; FUSI, J. P. (2003): La España del siglo XX. Alianza Editorial. Madrid.

LINZ, J. J. (1979): El sistema de partidos en España. Narcea S. A. de Ediciones. Madrid.

MONTERO, J. R. ; LLERA, F. J. y TORCAL, M. (1992): Sistemas electorales en España: Una recapitulación en REIS (Revista Española de Investigaciones Sociológicas) nº 58/92, Madrid.

ROMÁN, P. (coord.) (2001): Sistema político español. McGraw-Hill. Madrid.

TAMAMES, R. (1986): La república. La era de Franco en ARTOLA, M. (1988): Historia de España, Alianza Editorial. Madrid. Volumen 7.

VALDEÓN, J.; PERÉZ, J. y JULÍA, S. (2003): Historia de España. Espasa Calpe. Madrid.

VILLARROYA, J. T. (1997): Breve historia del constitucionalismo español. Centro de Estudios Políticos. Madrid.

26 de noviembre de 2005

El sistema electoral en la IIª República y su culpabilidad como factor en la Guerra Civil (II)

A efectos de esquema práctico y para visualizar mejor este punto de fragmentación política de la sociedad, considero que el inventario siguiente puede aclarar nuestras ideas:

PARTIDOS Y ORGANIZACIONES DE IZQUIERDA

Partidos Republicanos
Acción Republicana e Izquierda Republicana
Partido Radical-Socialista
Unión Republicana

Partidos Autonomistas Regionales
Esquerra Catalana (y Estat Catalá)
Organización Regional Gallega Autonomista (ORGA)
Partido Nacionalista Vasco (PNV)

Partidos y Organizaciones obreristas
Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y Unión General de Trabajadores (UGT)
Partido Comunista de España (PCE)
Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM)
Partido Sindicalista
Confederación Nacional del Trabajo (CNT) y Federación Anarquista Ibérica (FAI)


PARTIDOS Y ORGANIZACIONES DE DERECHA

Partidos Republicanos
Partido Radical
Derecha Liberal Republicana, Partido Progresista y Partido Republicano Conservador
Partido Agrario
Partido Liberal Demócrata
Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), Acción Popular y Derecha Regional Valenciana

Partidos Autonomistas
“Lliga” Regional de Cataluña

Partidos Monárquicos
Renovación Española
Comunión Tradicionalista
Acción Española

Partidos Autoritarios
Partido Nacionalista Español
Juntas Ofensivas Nacionalsindicalistas (JONS)
Falange Española (FE), y FE de las JONS

FUENTE: TAMAMES, R. (1986): La república. La era de Franco en ARTOLA, M. (1988): Historia de España, Alianza Editorial. Madrid. Volumen 7, pág. 24

Comprobamos con este simple esquema como los partidos que actúan en la política de la II ª República son una mezcla entre los supervivientes de la Restauración, los supervivientes de la Dictadura de Primo de Rivera y la eclosión de toda una serie de nuevos partidos de toda índole ideológica. Aunque las explicaciones de esta situación pueden ser diversas, lo que aquí pretendo demostrar es que fue el propio sistema electoral y de partidos de la República el que favoreció indirectamente esta situación; y que también de una forma no voluntaria, provocó la radicalización de la sociedad y la política del país con el paso del tiempo, provocando en 1936 el estallido de las tensiones que acabaran encendiendo la mecha de la Guerra Civil.

Como bien hemos indicado en la introducción del presente trabajo, los sistemas electorales tienen una extraordinaria importancia para el desarrollo de las democracias, pues influyen tanto positivamente como negativamente sobre las élites políticas y los partidos políticos, pues determinan las reglas del juego por las cuales tiene que discurrir la vida democrática de un país.

Podemos definir el sistema electoral como “el conjunto de normas, instituciones y prácticas que configuran los procesos electorales de una sociedad dada” (CARRERAS, F. y VALLÉS, J. M.; 1977: 99).

Para el análisis del sistema electoral de la II ª República seguiremos el siguiente esquema:
I. El sistema electoral y la representatividad de los elegidos
· Distritos y representatividad
· Formula electoral y representatividad
II. El sistema electoral y la formación y estabilidad de los gobiernos
III. El sistema electoral y la legitimación de la autoridad

I. El sistema electoral y la representatividad de los elegidos
Resulta fundamental para el correcto juego democrático que los representantes e instituciones elegidos reproduzcan con la debida representatividad a la comunidad que les elige.

Los sistemas electorales y sus elementos fundamentales (distrito, fórmula de voto) inciden sobre la representación de las aspiraciones y demandas políticas de una sociedad; dependiendo del tipo de distrito, fórmula y forma de voto la representación puede ser más o menos desigual, “estas desigualdades de representación significan una desigualdad en el valor del voto, puesto que ciudadanos pertenecientes a un partido, a un área territorial, a un grupo étnico o a una clase pueden resultar representados en proporción superior –o inferior – al de su propio peso específico en el seno de la colectividad” (CARRERAS, F. y VALLÉS, J. M.; 1977: 163).

El primer elemento fundamental es este punto es el del distrito, que en la II ª República a diferencia del sistema de la Restauración se basa en distritos idénticos con el fin de acabar con la influencia del caciquismo. El distrito básico empleado es el municipio, a cada uno le corresponde un diputado por cada 50.000 habitantes y uno por cada 30.000 habitantes adicionales. En el caso de ciudades como Madrid y Barcelona de mas de 100.000 habitantes constituyen distritos independientes de la zona rural. Ceuta y Melilla disponen de un escaño.

El segundo elemento es la fórmula electoral, “entendemos por fórmula electoral el procedimiento de cálculo matemático que traduce los deseos de los electores en una distribución de los escaños parlamentarios disputados por los diversos candidatos de los partidos contendientes” (CARRERAS, F. y VALLÉS, J. M.; 1977: 62). En el caso de la II ª República se trata de un sistema mayoritario por voto de listas limitadas, es decir, el elector dispone de un número de votos inferior al número de escaños en disputa; de manera que si se tiene que elegir 20 diputados el elector sólo podrá elegir 16, donde 19 sólo 15, etc.

II. El sistema electoral y la formación y estabilidad de los gobiernos
En toda democracia resulta lógico entender que si el sistema electoral mediante la representatividad, elige el gobierno de la nación, entendemos la importancia que tienen los sistemas electorales para formar unos tipos de gobiernos u otros y su estabilidad, es decir, que capacidad tienen los sistemas electorales para la formación de los gobiernos que en un principio pretende formar y luego, debido al juego político y al sistema en funcionamiento, se forman en realidad.

Este éste análisis debe responder a dos preguntas: primera, cómo influyen o afectan a la relación entre el voto y los órganos constitucionales de gobierno, en cuanto puede o no afectar de manera formal y directa a su composición y eficacia; segundo, donde se localiza el poder, o en palabras de Carreras y Vallés: “sobre la localización última del poder en el sistema de dominación política que conocemos como Estado liberal.” (CARRERAS, F. y VALLÉS, J. M.; 1977: 178)

La utilización del voto en la II ª República se encuentra basado en listas limitadas que permiten la importancia de los partidos, frente al sistema uninominal que favorece más la candidatura del individuo. Consecuencia de este proceso de votación es que los órganos constitucionales de gobierno por tanto, estarán dirigidos por los candidatos elegidos por representación de un partido, que en mayor o menor medida será responsable del funcionamiento de las instituciones que controla.

En lo referente a la localización última de poder, en la la II ª República nos encontramos: la Jefatura de la República o Jefe de Estado; el Gobierno y el Jefe del Consejo; y por último, las Cortes que en nuestro caso son de organización unicameral reflejado en el Congreso de los Diputados.

El Congreso de los Diputados, se formará como bien indica el articulo 53 de la Constitución de 1913: “Serán elegibles para diputados todos los ciudadanos de la República mayores de veintitrés años, sin distinción de sexo ni de estado civil, que reúnan las condiciones fijadas por la Ley Electoral.”. Procedimiento que se efectúa como sabemos mediante elecciones democráticas, donde podrán votar todos los mayores de 23 años, tanto hombres como mujeres, mediante un sistema mayoritario de voto limitado en distritos provinciales y con sufragio de lista.

La elección del Presidente de la República viene recogido en el artículo 68 de la Constitución de 1931 y dice así: “El Presidente de la República será elegido conjuntamente por las Cortes y un número de compromisarios igual al de diputados. Los compromisarios serán elegidos por sufragio universal, igual, directo y secreto, conforme al procedimiento que determine la ley.

En lo referente al Gobierno, este se encuentra formado por el Presidente del Consejo y los Ministros. El Presidente del Consejo es nombrado por el Presidente de la República. Los Ministros son propuestos por el Presidente del Consejo y rectificados en su cargo por el Presidente de la República.

III. El sistema electoral y la legitimación de la autoridad
Todo sistema electoral también debe entenderse como un mecanismo de legitimización, de consentimiento de los votantes hacia los elegidos. Este acto de confianza, de legitimidad se manifiesta mediante la emisión del sufragio. Por ello, se muestra interesante conocer hasta que punto los electores confían en el sistema electoral y conceden legitimidad a los resultados que surgen del proceso. Como bien reflejan Carreras y Vallés: “Nos interesa, en consecuencia, contrastar los diversos elementos de los sistemas electorales para saber hasta que punto permite cada uno de ellos que el ciudadano adquiera conciencia del valor e importancia de su decisión electoral...” (CARRERAS, F. y VALLÉS, J. M.; 1977: 193).

CONTINUARÁ

25 de noviembre de 2005

El sistema electoral en la IIª República y su culpabilidad como factor en la Guerra Civil (I)

Enumeraremos y analizaremos primero como eran los distintos partidos y organizaciones políticas que van a actuar en el marco del sistema político de la República, que nos permitirá entender mejor los problemas de gobernabilidad y radicalización que van a seguir posteriormente en la vida política de España.

Los partidos y las organizaciones que se mantuvieron como ilegales dentro de la Dictadura, al llegar la caída de esta, empiezan a florecer y a crecer en dimensión e influencia. Como bien indica Tamames: “afloraron, se desarrollaron, se fragmentaron y entraron en un proceso de descomposición y de reagrupamiento a lo largo de la Segunda Republica.”[1]

La estructuración de los distintos partidos y organizaciones se realizará en dos grandes grupos: izquierda y derecha, no porque representen fielmente la ideología de estos, sino por simples hechos didácticos, ya que resulta muy difícil situar algunos de los partidos y organizaciones que funcionan durante la República en un lugar u otro.

Es por ello que por partidos de izquierdas debemos entender aquellos que dentro de su ideología o programa político reúnen algunas de estas condiciones o características:
1.-Defensa de la República como única forma de gobierno aceptable y democrática, o como paso previo a la desaparición del estado (anarquismo).
2.- Deseo de grandes transformaciones sociales, sobre todo en el campo de la agricultura y la Hacienda Pública, incluso defensa del comunismo.
3.- No aceptación de las instituciones típicas de la Dictadura y la Monarquía tales como la Iglesia, la nobleza, la intervención del ejercito en la vida política.
4.- Ideas nacionalitas o regionalistas que podían ir desde la autonomía hasta la independencia.

Las características para los grupos o partidos de derechas pueden ser enumeradas como siguen:
1.- Un rechazo claro o velado a la República, o la aceptación de esta forma de gobierno como lo menos malo de todos los males posibles.
2.- Posturas conservadoras ante el orden social, político y económico vigente del pasado.
v En el caso de cambios drásticos eran claras tendencias antiparlamentarias, como el caso de los fascistas.
3.- Defensa de la unidad de España y rechazo a las pretensiones nacionalistas.

Sin embargo la fragmentación ideológica no solo se queda aquí, en la dicotomía entre izquierda y derecha, debemos sumar aquellos partidarios de un centralismo y los que son defensores nacionalistas; entre los laicos y los religiosos; solo así comprenderemos cuantos granos de arena forman la playa del sistema político de la II ª República.


BIBLIOGRAFÍA

[1] TAMAMES, R. (1986): La república. La era de Franco en ARTOLA, M. (1988): Historia de España, Alianza Editorial. Madrid. Volumen 7, pág. 22.