16 de diciembre de 2005

Los EE. UU. y la U.E: un amor en la OMC

En estos tiempos donde las relaciones transatlánticas no parecen encontrarse en sus mejores momentos, la Sexta Conferencia Ministerial de la OMC (www.wto.org ) que se está celebrando en Hong Kong, China, del 13 al 18 de diciembre de 2005, ofrece un marco incomparable para que estos amantes deseosos de volver a reconciliarse puedan hacerlo. La Unión Europea y los Estados Unidos, más allá de las diferencias bélicas y los vuelos espías, tienen un tórrido romance en lo referente a las barreras proteccionistas al comercio, sobre todo en los productos manufacturados, que dejan patente en todas las reuniones de las OMC. A desgracia de los países pobres y menos desarrollados.

Desde Hong Kong llega la noticia de que los dos amantes han decidido aumentar sus donaciones a los países pobre, el Representante de Comercio de EEUU, Rob Portman, anunció que su país duplicará sus contribuciones al programa global de ayuda al comercio desde 1.300 millones de dólares este año a 2.700 millones en 2010. Japón y la UE hicieron pública ayer su pretensión de aumentar esas ayudas. Este buen clima entre ambos que parece a la par beneficiar a todo el mundo, sobre todo a los países menos favorecidos, pero no nos engañemos, la limosna que ambas potencias conceden sólo tienen una intención clara: retrasar la libertad de comercio total en materia de productos agrícolas y manufactureros.

Hagamos cuentas, para ver quien sale ganando: comenta Guillermo de la Dehesa: “ El reciente estudio realizado conjuntamente por el FMI y el Banco Mundial (2002) sobre liberalización de la protección agrícola, textil y de confección, tanto en términos arancelarios y de cuotas como de subvenciones, que es la que más afecta a los países en desarrollo, calcula que la liberalización total de la agricultura supondría una reducción de las pérdidas de renta e ingresos por exportaciones o, lo que es lo mismo, un aumento de la renta disponible de unos 566.000 millones de dólares anuales y que la liberalización total de la producción de textil y confección supondría una reducción de las pérdidas de renta y de ingresos por exportaciones de unos 136.000 millones de dólares anuales. En total, más de 700.000 millones de dólares para el conjunto de los países.” (DE LA DEHESA, G. 2003, 184).

La realidad se muestra tan clara que no hacen falta más comentarios, sólo añadiré que a pesar de este abrumador dato, aún existen personas en el mundo que piensan que lo mejor que puede ocurrirle a los países pobres es menos globalización y menos liberalización. Para los incrédulos, un genial texto de Xavier Sala i Martín, no exento de humor y crudeza: “ ¿Cómo es posible que sea más barato comprar leche holandesa que leche tanzana en Tanzania? La explicación es bien simple: los productores europeos disfrutan de obscenas subvenciones, lo que les permite competir (deslealmente) con los países pobres. Los contribuyentes europeos y americanos pagamos más de mil millones de euros diarios (repito, diarios) en subvenciones y protecciones agrícolas. Con esa extravagante cantidad se podría invitar a cada una de las vacas europeas a pasar un mes de vacaciones en un hotel de cinco estrellas en las Bahamas, con viaje de ida y vuelta en avión de primera clase. ¡Quien está loco no son las vacas, sino nuestras autoridades!” (SALA I MARTÍN, X. 2005, 174).

Bibliografía

Guillermo de la Dehesa (2003): Globalización Desigualdad y Pobreza. Alianza Editorial. Madrid.

Xavier Sala i Martín (2005): Economía liberal para no economistas y no liberales. De bolsillo. Barcelona.

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