3 de octubre de 2006

Teorías de lo Complejo y Liberalismo (I)

Lo primero que quiero pedirles es paciencia, se trata de una serie de artículos estos que comienzo muy largos y extensos, muy poco propios de un blog. Pero quiero compartir con ustedes este pequeño trabajo que estoy realizando y necesito de sus opiniones. Gracias por su comprensión.

Este artículo nace con la intención teórica de buscar los puntos de acuerdo, si existen, entre lo que ha venido en denominarse teorías de lo complejo y el liberalismo. Así términos como autoorganización, rizomas, teoría del caos, etc. servirán de contexto teórico para comprobar si el liberalismo se adapta a sus exigencias o, si por el contrario, las ideas liberales de libertad de mercado y libertad política se han quedado anticuadas e inservibles para entender este comienzo del siglo XXI.
Se me presenta por tanto una labor ardua y nada fácil de la cual espero salir airoso, siendo además muy consciente de cometeré multitud de errores y apreciaciones no muy válidas, por lo tanto, aceptaré gustosamente cualquier ayuda, opinión, crítica o aclaración que tengan a bien hacerme llegar.
Comenzaré por ofrecer unas pequeñas definiciones, espero que sencillas y por lo tanto operativas, que permitan al lector saber de qué estamos hablando y a qué nos estamos refiriendo. Para terminar, ofreceré, mejor dicho, intentaré mostrar si es posible seguir con las ideas que propugna el liberalismo tanto económico y político ante las exigencias que suponen las mencionadas teorías de lo complejo, que es al fin y al cabo la intención de este humilde trabajo.

Las teorías de lo complejo han sido definidas de multitud de formas, básicamente se trata de toda una gama de nuevas visiones epistemológicas, metodológicas y teóricas, de claro cariz transdisciplinar, siendo esta característica quizás su peculiaridad más importante, donde ciertas fronteras clásicas en la ciencia están siendo difuminadas e incluso eliminadas. Así se producen una serie de rupturas a niveles epistemológico, metodológico, teórico e incluso disciplinar.
La ruptura se produce en la base misma del conocimiento y la concepción de la ciencia. Se cuestionan las definiciones clásicas de la ciencia, sobre todo en su vertiente más positivista y empirista. ¿Qué significa esto? Antes de la llegada de este paradigma que algunos llaman paradigma de lo complejo, la ciencia estaba definida bajo los postulados del positivismo y el empirismo, aunque tampoco podemos olvidarnos de ciertos posos del racionalismo. El positivismo como corriente primeramente filosófica y posteriormente como visión creadora de ciencia, obligaba al científico a cumplir una serie de requisitos para que su trabajo fuese tildado como tal.
La dimensión epistemológica del positivismo se basaba en:
a) Fenomenalismo: “basado en la confianza derivada de los logros de la ciencia, implica que no hay una materialidad nouménica transcendente, inasequible a la percepción, sino que la realidad es tal como se aparece a los sentidos, que nuestras imagines mentales se corresponden con ella como un retrato académico a su modelo.”[i]
b) Nominalismo: “afirma el carácter artificioso del salto de casos individuales a enunciados universales. Esto implica que los objetos singulares deben ser clasificados y explicados por referencia a entidades teóricas, de las que no existe constancia empírica por ser colectivas (las especies) o intangibles (los átomos). Además, las explicaciones causales de hechos particulares sólo pueden generalizarse si se pueden asimilar a un proceso universal; […].”[ii]
c) Unicidad de método en el saber y en las ciencias: unificación establecida desde un saber o ciencia considerada como modelo.

Posteriormente en el siglo XX, surge el neopositivismo en torno al Círculo de Viena. Se originó en la década de 1920-1930 en torno a Moritz Schlick, siendo sus miembros más destacados Carnap, O. Neurath, H. Feigl (todos ellos filósofos); y Ph. Frank, K. Menger y K. Gödel (físico-matemáticos). Difundieron el positivismo lógico y establecieron vínculos y contactos con la Escuela de Berlín (H. Reichenbach y C. G. Hempel) y los empiristas de Upsala, los lógicos polacos (Lukasiewicz, Adjukiewicz, Tarski), los simpatizantes norteamericanos (Nagel, Ch. Morris, Quine) y los analistas británicos (G. Ryle, A.J. Ayer)[iii].
El neopositivismo lógico se fundamenta en las tesis siguientes:
a) Negación a toda metafísica
b) Fisicalismo y unidad de las ciencias: todo conocimiento científico debe estar basado en los postulados de la física, y es a partir de ahí, de donde deben partir todas las demás ciencias para el conocimiento científico.
c) Verificabilidad empírica: las observaciones realizadas por el sujeto deben ser trasmitidas a los demás para su compresión, y deben ser contrastadas o verificadas empíricamente.

El exponente más claro de este pensamiento es la física clásica o física newtoniana, caracterizada por “la radical separación del científico de la realidad que investiga y, lo que no es menos fundamental, una reducción del ámbito de su estudio a aquello que puede ser medido y manipulado”.[iv] La ciencia newtoniana hizo que durante mucho tiempo, el científico durmiese en la ilusión del orden y la seguridad, “De este modo, la dinámica o mecánica, que ha sido el ejemplo de ciencia clásica por antonomasia, permitía la ilusión de unas leyes universales de la física en las que las trayectorias aparecían como conservativas, reversibles y deterministas. Unas leyes que suponían que el objeto de la dinámica podía llegar a comprenderse en su totalidad con solo conocer la definición de un estado del sistema y la ley que rige su evolución.”[v]
El amargo despertar vino primeramente con la física relativista de Einstein y posteriormente, y de forma definitiva y total, con la física cuántica. De la seguridad y el orden, los científicos se vieron lanzados, de forma dura y amarga, al caos y la incertidumbre saltando por los aires los resortes de la continuidad, la reversibilidad y el orden; pasado, presente y futuro no tienen ya que estar conectados y mucho menos, uno ser consecuencia del otro, se produce la ruptura de la flecha del tiempo clásica: “Según esta nueva caracterización, procesos reversibles serían aquellos a los que no les afecta la flecha del tiempo mientras que procesos irreversibles pasarían a ser aquellos en los que sí tiene influencia dicha flecha.”[vi] Por supuesto, la relación sujeto-objeto se ve también totalmente alterada.
¿Qué es lo que trajo la física cuántica para armar entonces tanto revuelo? Pues algo tan simple y a la vez tan fascinante como la imposibilidad de conocer al mismo tiempo, la velocidad y la posición de una partícula cuántica. “En el mundo de las partículas ya no hay causa y efecto, sino una combinación de posibles, una suma de todo lo que puede ocurrir sin impedimento.”[vii] Esa imposibilidad propia de la física cuántica se conoce como incertidumbre de Heisenberg.
Los físicos se enfrentan por primera vez a algo novedoso para ellos, el azar. El azar significa que no hay determinismo, que la matemática lineal que explicaba los fenómenos de la mecánica newtoniana ya no sirve. Los fenómenos de la física cuántica son no-lineales, es decir, no aceptan las reglas del cálculo diferencial cuyo “campo son fenómenos expresables linealmente, con funciones o curvas simples, periódicas, graduales”[viii]. Es decir, aquellas funciones que permiten en su estudio el uso del diferencial, donde se hace necesario la derivada de la función de estudio y su integral. Sin embargo, “la naturaleza desemboca sin cesar en ecuaciones no-lineales…”[ix].
Las partículas sub-atómicas por tanto parecen no disponer de una ley que explique su comportamiento, el azar introduce un área de libertad, una dimensión de incertidumbre donde, al igual que en el ser humano, la lógica formal no sirve para comprender el fenómeno que pretende describirse. Y es que esa es “una de las principales características de las leyes cuánticas, más allá de estas apariencias, es la de dar libre curso a los posibles. La torre cuántica, cuando se habita en ella, evoca la maravillosa abadía de Thélème, cuya regla había escrito Rabelais: “haz lo que quieras.” Porque ésta es la regla absoluta en el mundo cuántico. Todo es posible y es la única realidad.”[x]
Pero la física de partículas no es la única que se ha visto afectada por la irrupción del azar. De hecho, una de las ramas que más pronto empezó a sentir los efectos de este cambio de paradigma fue la termodinámica, rama en la cual uno de los términos que abordamos en este artículo, la auto-organización, adquiere una importancia capital. Y muy relacionado a nuestro concepto de auto-organización es la transdisciplinariedad. “Si tuviésemos que destacar una de las características más singulares que ofrecen aquellas investigaciones que se han realizado acerca del concepto de auto-organización, sin duda alguna, la primera de estas peculiaridades en reseñarse sería la de transdisciplinariedad.”[xi]
Sobre la historia del termino auto-organización, siguiendo a Livet, encontramos cinco etapas: “La fase cibernética clásica, que tuvo lugar en la década de los cuarenta; la etapa del Biological Computer Laboratory […] y del consiguiente desarrollo de la segunda cibernética, desde 1958 hasta 1976; una tercera fase que contempla dos ramas, la de la teoría de la información (Atlan) y la de la termodinámica de redes (Katchalsky), que cobran difusión en la década de los setenta; la fase de la termodinámica de los fenómenos irreversibles (Progogine y la escuela de Bruselas), igualmente fechable en los setenta por lo que su impacto se refiere; y finalmente, la que comienza en la década de los ochenta conocida con el nombre de neoconexionismo porque en múltiples aspectos retoma los trabajos y reflexiones de Mc Culloch y Pitts en la construcción de redes y que son propios de la primera fase, la denominada como cibernética clásica.”[xii]
El profesor Juan de Dios Ruano Gómez aborda el estudio de la auto-organización en su obra Auto-organización: entre el orden y el caos desde dos puntos centrales de vista, a saber, desde las ciencias de la materia por un lado y por otro desde las ciencias de lo vivo. Posteriormente aplica el concepto de auto-organización al sistema social cuando se enfrenta a cuestiones de pánico colectivo.
La termodinámica clásica se fundamenta en el primer principio de la termodinámica que afirma que la energía ni se crea ni se destruye, simplemente se transforma. La termodinámica así entendida era una ciencia del equilibrio, una ciencia que defendía que todos los sistemas tendían hacia un equilibrio. El segundo principio afirma que “un sistema aislado evoluciona espontáneamente hacia un estado de equilibrio que corresponde a la entropía máxima, es decir, al mayor desorden.”[xiii] Este importantísimo descubrimiento nos lleva, como dicen Progogine y Stengers, al concepto de entropía y de paso a “distinguir tres amplios campos de la termodinámica, cuyo estudio corresponde a los tres estados sucesivos en su desarrollo. La producción de entropía, los flujos y las fuerzas son todos nulos en el equilibrio; en la región cercana al equilibrio, en donde las fuerzas son débiles, el flujo lineal de la fuerza, […]. El tercer campo de estudio se denomina región “no-lineal”, porque en ella el flujo es una función más complicada de la fuerza.”[xiv].
La termodinámica de los procesos irreversibles, la que se encarga de “los flujos que atraviesan ciertos sistemas físico-químicos y los alejan del equilibrio pueden alimentar fenómenos de auto-organización espontánea, rupturas de simetría, evoluciones hacia una complejidad y una diversidad crecientes.”[xv] Un orden a través del desorden, una auto-organización desde un caos inicial que se produce de manera imprevista, pero que puede ser predicha, “Unas estructuras encargadas de disipar energía, es decir, de hacer evolucionar al sistema hacia el máximo desorden y que, paradójicamente, en ese objetivo, en el cumplimiento de su finalidad entrópica, hacen que el conjunto del sistema muestre una coherencia global hasta entonces nunca vista.”[xvi]
Otra teoría de gran significado dentro del paradigma de lo complejo es la teoría de rizomas. Tradicionalmente se ha considerado que conceptos de estructura y sistemas centralizados servían perfectamente para explicar la realidad, sin embargo, a esta visión se opone el concepto de rizoma, “[…] a estos sistemas centrados, se oponen sistemas acentrados, redes de autómatas finitos en los que la comunicación se produce entre dos vecinos cualesquiera, en los que los tallos o canales no preexisten, en los que los individuos son todos intercambiables definiéndose únicamente por un estado en un momento determinado, de tal manera que las operaciones locales se coordinan y que el resultado final global se sincroniza independientemente de una instancia central.”[xvii]
El rizoma participa de una serie de principios:
a) Principio de conexión y heterogeneidad: lo diverso está conectado entre si.
b) Multiplicidad: “el rizoma no tiene sujeto ni objeto, sino únicamente determinaciones, tamaños, dimensiones que no pueden aumentar sin que cambie la naturaliza, no tiene estructura, no hay puntos sino líneas, por eso no se deja codificar.”[xviii]
c) Ruptura asignificante: “Los rizomas están integrados por líneas de segmentariedad y de desterritorialización. Según las primeras el rizoma está estratificado, territorializado, organizado, pero en cualquier momento surgen intespectivamente de las líneas segmentarias líneas de fuga que produce una ruptura y lo desterritorializa, en un movimiento dialéctico y permanente, recomenzando siempre en cualquiera de sus líneas.”[xix]
d) Cartografía y calcomanía: “Los rizomas no siguen un eje genético estructurado reproducible infinitamente a partir de una estructura que codifica, o calcos, sino que constituye un mapa con múltiples entradas, “abierto, conectable en todas sus dimensiones, desmontable, alterable, susceptible de recibir constantemente modificaciones”, constituyendo esta una de las características más importante de los rizomas.”[xx]

Vemos que el rizoma es algo que sabemos que está pero que no está físicamente, es aquello que nos relaciona a todos pero sin tener que estar presentes en persona en ese contacto. Mientras que el concepto de estructura se nos impone desde arriba, es decir, nos aglutina obligatoriamente a algo a partir de unas características determinadas, nos asimila y hace desvanecer nuestra esencia personal, el rizoma nos une a lo global sin desdibujar nuestro ser personal, nos enlaza por nuestra forma de ser, nuestras acciones, sin perder ni un momento de vista lo individual.
Una vez, eso espero, que tenemos más claro lo que significa la teoría de lo complejo y algunos de los conceptos y cambios que ha introducido este paradigma en la ciencia, pasaré a hablar del liberalismo.

[i] Juan Manuel Iranzo Amatriaín y José Rubén Blanco Merlo (1999): Sociología del conocimiento científico. CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) y Universidad Pública de Navarra. Madrid. Pág. 41.

[ii] Juan Manuel Iranzo Amatriaín y José Rubén Blanco Merlo (1999): Sociología del conocimiento científico. CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) y Universidad Pública de Navarra. Madrid. Págs. 41-42.

[iii] Manuel Cruz (2002): Filosofía contemporánea. Taurus Pensamiento de Editorial Santillana S.A, Madrid.

[iv] Juan de Dios Ruano Gómez (1996): Auto-organización: entre el orden y el caos. Servicio de Publicaciones de la Universidad de A Coruña. A Coruña. Pág. 22. Cursivas de Ilya Progogine y Isabelle Stengers (1990): Entre el tiempo y la eternidad. Alianza Editorial. Madrid citado en Juan de Dios Ruano Gómez (1996): Auto-organización: entre el orden y el caos. Servicio de Publicaciones de la Universidad de A Coruña.

[v] Juan de Dios Ruano Gómez (1996): Auto-organización: entre el orden y el caos. Servicio de Publicaciones de la Universidad de A Coruña. Pág. 23.

[vi] Juan de Dios Ruano Gómez (1996): Auto-organización: entre el orden y el caos. Servicio de Publicaciones de la Universidad de A Coruña. Pags. 42-43.

[vii] Georges Charpak y Roland Omnès (2004): Sed sabios, convertíos en profetas. Editorial Anagrama. Barcelona. Pág. 68.

[viii] Antonio Escotado (1999): Caos y Orden. Editorial Espasa Calpe S.A. Madrid. Pág. 70.

[ix] Antonio Escotado (1999): Caos y Orden. Editorial Espasa Calpe S.A. Madrid. Pág. 70

[x] Georges Charpak y Roland Omnès (2004): Sed sabios, convertíos en profetas. Editorial Anagrama. Barcelona. Pág. 111.

[xi] Juan de Dios Ruano Gómez (1996): Auto-organización: entre el orden y el caos. Servicio de Publicaciones de la Universidad de A Coruña. Pág. 5.

[xii] Juan de Dios Ruano Gómez (1996): Auto-organización: entre el orden y el caos. Servicio de Publicaciones de la Universidad de A Coruña. Pág. 5.

[xiii] Ilya Prigogine (1988): ¿Tan sólo una ilusión?. Una exploración del caos al orden. Tusquest. Barcelona citado en Juan de Dios Ruano Gómez (1996): Auto-organización: entre el orden y el caos. Servicio de Publicaciones de la Universidad de A Coruña. Pág.33.

[xiv] Ilya Progogine y Isabelle Stengers (1990): La nueva alianza. Metamorfosis de la ciencia. Editorial Alianza. Madrid citado en Juan de Dios Ruano Gómez (1996): Auto-organización: entre el orden y el caos. Servicio de Publicaciones de la Universidad de A Coruña. Pág. 33 nota a pie de página número 24

[xv] Ilya Progogine y Isabelle Stengers (1990): La nueva alianza. Metamorfosis de la ciencia. Editorial Alianza. Madrid citado en Juan de Dios Ruano Gómez (1996): Auto-organización: entre el orden y el caos. Servicio de Publicaciones de la Universidad de A Coruña. Pág. 39.

[xvi] Juan de Dios Ruano Gómez (1996): Auto-organización: entre el orden y el caos. Servicio de Publicaciones de la Universidad de A Coruña. Pág. 39.

[xvii] Raiza Andrade et. al.: El paradigma de lo complejo publicado en Cinta de Moebio la Revista Electrónica de Epistemología de Ciencias Sociales de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, número 14, septiembre del 2002. págs. 16-17.

[xviii] Raiza Andrade et. al.: El paradigma de lo complejo publicado en Cinta de Moebio la Revista Electrónica de Epistemología de Ciencias Sociales de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, número 14, septiembre del 2002. Pág.17

[xix] Raiza Andrade et. al.: El paradigma de lo complejo publicado en Cinta de Moebio la Revista Electrónica de Epistemología de Ciencias Sociales de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, número 14, septiembre del 2002. Pág. 18.

[xx] Raiza Andrade et. al.: El paradigma de lo complejo publicado en Cinta de Moebio la Revista Electrónica de Epistemología de Ciencias Sociales de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, número 14, septiembre del 2002. Pág.18.

3 comentarios:

Marcos dijo...

Hola Alberto.

La verdad es que en esta parte no puedo aportar con nada nuevo porque no es mucho lo que sé. Me pareció super buena la sintesis que haces de los cambios de paradigma en la física y la breve explicación de cuestiones como el principio de insertidumbre (temas esos muy interesantes).

Leer este artículo me siurvió mucho para aprender.

Saludos, que estés bien

Jesús Valera dijo...

Buenas, realmente todo el texto esta bien interesante; un poco largo para leer en la computadora, pero el interes se plantea de antemano a el tiempo.

Eririvec dijo...

Buenazo el artículo mae!
Me fue muy útil para comprender mucho de la vida en general y de su manera de proceder. Todo muy coherente y super fundamentado.
No sabía que estaba relacionado, si quiera, con la Teoría del Caos y estos paradigmas (como tu muy bien lo dices) tan intrigantes y canijs que nos acercan poco a poco a la pregunta primera y última de nuestra insignificante y miserable existencia.
Tienes 10!