En Política Económica se diferencian por un lado lo que se denomina los objetivos de la "economic policy" y, por otro lado, los instrumentos. Los primeros hacen referencia a las metas o destinos a los cuales deben dirigir los esfuerzos los responsables económicos de la política económica, como por ejemplo el empleo, el control de la inflación, el crecimiento económico, etc. Para el cumplimiento de los anteriores objetivos, el "policy maker" cuenta con los instrumentos, que pueden ser definidos como el camino o ruta que debe seguirse para alcanzar el fin deseado. Es deseable y necesario por tanto, que objetivos e instrumentos se encuentren alienados para lograr los resultados buscados.
Sin embargo, actualmente no existe tal consenso entre la meta y el camino, como bien puede comprobarse de las palabras escritas por el economista y periodista Joaquín Estefania. En un artículo de opinión publicado para el diario "EL PAÍS" del día 8 de noviembre, bajo el título "Los talones de Aquiles del G-20", puede leerse: "[...] habrá de resolver la desavenencia planteada hace tres meses en Toronto: si el problema principal es el del crecimiento económico o el de la consolidación fiscal, que enfrenta por zonas a sus socios. Aunque sea un poco esquemático expresarlo de tal modo, resolver las dificultades de desempleo y de renta disponible es lo que exigen prioritariamente los ciudadanos mientras que los mercados (cada vez más exigentes) quieren la vuelta a fecha fija a la disciplina fiscal y la ortodoxia."
Bajo la perspectiva del Sr. Estefania, mercado y ciudadanos van cada uno por su lado, siendo el primero incapaz de dar respuesta a las necesidades del segundo, convirtiéndose el Estado en el agente económico que debe dar solución a las peticiones de la ciudadanía. Lamentablemente, la retórica intervencionista que defiende el autor no es la respuesta. Millones de euros gastados en políticas fiscales expansivas vía Gasto Público descontrolado, únicamente han servido para generar mayor desempleo, deuda estatal descontrolada, menor renta disponible futura debido a los aumentos impositivos que se están aprobando y serán aprobados en el futuro más cercano y; menor crecimiento económico. Sin contar la merma valiosísima que todo ello supone para la libertad individual. Es lo que suele ocurrir cuando se ignora al mercado y se cae en la fatal arrogancia que maravillosamente describe el maestro y nobel de economía F. A. Hayek.
Si analizamos bien la propia cita de Joaquín Estefania comprobaremos que no existe contradicción entre lo que los ciudadanos reclaman y lo que el mercado exige. Los primeros nos marcan la meta y el segundo el camino, en términos de Política Económica podemos decir que los ciudadanos quieren alcanzar los objetivos de empleo, renta y crecimiento económico; mientras que el mercado señala que para ello debemos utilizar los instrumentos de una política fiscal restrictiva y disciplinada combinada con una vuelta al control del Gasto Público. Como acertadamente señala el liberalismo, el único mecanismo capaz de dar una respuesta correcta y eficaz a las demandas y necesidades de los individuos es el mercado. Mientras nuestros gobernantes sigan enfrentándose al mercado, mientras sigan pensando que ellos son la solución y se dejen aconsejar por las soluciones de economistas como Joaquín Estefania, la salida de la crisis será larga y el final del camino que todos deseamos nunca será alcanzado.
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