Leo con asombro y tristeza el editorial del Sr. Rey Fernández-Latorre, presidente y editor de La Voz de Galicia, sobre las dificultades económicas que atraviesa Galicia. Bajo su perspectiva, además de la crisis que nos atenaza, se ciernen sobre el suelo gallego un proceso de fuga de capitales autóctonos hacia capitales foráneos. Dicho proceso tendrá como consecuencia, según su opinión, la destrucción del tejido económico y empresarial gallego y, por tanto, hipotecando el futuro de la Comunidad Autónoma.
Escribe el Sr. Rey:
Bajo la óptica del Sr. Latorre un francés podría esgrimir los mismos argumentos para atacar la compra de Seabel por parte de Pescanova, o lo mismo un inglés o un sueco cuando CZ Veterinaria compró parte del negocio a la anglo-sueca Astrazeneca."Está aún reciente la entrega a capital foráneo de nuestros recursos energéticos y nuestros ríos a cambio de nada. Asistimos en vivo y en directo al declive de nuestro sector lácteo, arruinado por la inacción de los gobiernos gallego y español y engullido por la codicia de nuestros competidores, ávidos de aprovechar sus ventajas en el desigual mercado común. Tiramos por la borda la que antes fue imbatible potencia pesquera y somos incapaces de sacar partido a nuestros recursos para convertir a Galicia en lo que por naturaleza le correspondería: ser la primera referencia de Europa en el sector de la acuicultura. Y por si todo esto no fuese suficiente, mientras soportamos el coste de instituciones superfluas como cámaras de comercio, diputaciones o Senado, ahora ponemos en grave riesgo la pervivencia de uno de los pilares fundamentales en los que se basa el funcionamiento de la economía gallega."
El discurso es tremendista, atávico, localista, populista y sobre todo victimista. Parece ser que todo mal acaecido en Galicia es producto de fuerzas foráneas confabuladas en un sutil plan para destruir la riqueza gallega. Palabras que traen ecos de un discurso pasado ilustrado por Castelao y que ha servido para llenar los relatos políticos nacionalistas de los últimos tiempo.
Este tipo de mensajes únicamente consigue dos cosas:
- demostrar la incapacidad para entender la complejidad de la globalización por parte de quien lo defiende y,
- introducir en el mainstream argumentos falaces y falsos, que dotan de una falsa percepción a la opinión pública sobre los temas que trata.
En el primer caso, me preocupa que alguien a cargo de un mass media como La Voz muestre un desconocimiento tan grande de los procesos globalizadores y sus efectos. La línea seguida por el editorial cae en el error de defender argumentos contrarios a la globalización, que ya varios expertos como Xavier Sala i Martín o Guillermo de la Dehesa han refutado. La insistencia en la idea o mito de que el capital sigue a la bandera es precisamente eso, un relato fantástico. Como ya indiqué en su día en otro artículo,
Las necesidades de Galicia se verán cubiertas siempre y cuando las empresas presentes en ella sean eficientes, flexibles y capaces de adaptarse a esas necesidades cambiantes. Así lo hacen Inditex, Pescanova, Zeltia o Bluesens pero también Citroën, Coca Cola o Alcoa Inc.
Si nuestro sector lechero no ha sido capaz de ser más competitivo, a pesar de los miles de millones de subvenciones que recibe vía PAC, es porque quizás ha llegado el momento de una reforma del sector auténtica. Los costes se disparan y los precios se mantienen o bajan debido a la competencia y a los intermediarios, esgrimirán algunos, cierto contesto yo, pero ¿qué medidas de cambio se han adoptado en las explotaciones ganaderas?, ¿No habrán permitido las subvenciones sustentar en estado de coma un sector que quizás, debería estar mejor dimensionado?. Nuestros codiciosos competidores, como menciona el Sr. Latorre, lo son en igual medida que nuestro codicioso Sr. Ortega, que con INDITEX y gracias a ese "mercado desigual", que tanto aborrece el editor de La VOZ, ha conquistado los mercados de la moda de todo el mundo. No podemos estar, como dice el refrán, "en misa y repicando". No podemos ser defensores del libre mercado cuando las cosas nos favorecen y culparle cuando las cosas se tuercen.
Otra falacia defendida a capa y espada por la editorial, es la necesidad de un sistema financiero gallego, para que dé respuesta a las necesidades de financiación del tejido empresarial autóctono. Es un error ya pensar en la existencia sistema financiero local, pues como la crisis nos ha demostrado de forma muy clara, si algo caracteriza al mundo de las finanzas, es su contexto global. Además, el flujo financiero de actores con capacidad de financiación a actores con necesidad de financiación, que es el esquema básico del sistema financiero, como ya he dicho, no entiende de banderas y fronteras, siempre y cuando no esté en manos del poder político.
Es precisamente la intromisión política en nuestras cajas la que les ha llevado a la situación, en algunos casos no en todos, en la que se encuentran. Las cajas han sido usadas como meros instrumentos de recursos financieros para llevar a cabo todo tipo de proyectos con un único fin, en muchos casos, el electoralista. Proyectos que no garantizaban una viabilidad, un retorno de la inversión y que únicamente buscaban incansablemente el voto de los ciudadanos. Estado Central, Autonomías, Diputaciones y Corporaciones Locales financiaron obra pública, servicios y empresas públicas en la mayoría de los casos innecesarias, otras veces duplicadas o triplicadas. Bajo la óptica simplista de si el vecino tiene piscina, nosotros no vamos a ser menos y la tendremos climatizada, dando igual si el proyecto es viable a largo plazo o los costes de mantenimiento que generará, se ha dilapidado dinero público en cantidades desorbitadas.
Además, la financiación de nuevos proyectos empresariales no depende de la existencia de un grupo financiero gallego, sino de que esos proyectos sean creíbles y rentables en el futuro. En la actualidad no sólo las entidades bancarias ofrecen financiación a empresas y emprendedores, sino también empresas financieras como los "venture capital", capital riesgo, que son mucho más agresivos a la hora de financiar nuevos proyectos y asumiendo un mayor perfil de riesgo del que suelen aceptar las entidades bancarias clásicas. Para más inri, le puedo asegurar al Sr. Latorre, que si un emprendedor gallego o un empresario gallego, necesita financiación y presenta un plan de negocio o un plan de viabilidad de la inversión creíble, no habrá entidad bancaria que le niegue dicha inversión, se trate de un banco estadounidense, alemán, francés, japonés o de la Patagonia.
Lamentablemente, lo que el discurso esconde es la auténtica naturaleza del problema económico gallego, y lo hace bajo la excusa del victimismo. Las espadas de Damocles sobre nuestro tejido económico y social son la falta de una auténtica cultura empresarial, donde al empresario se le percibe como al enemigo, donde los jóvenes siguen prefiriendo el empleo público al riesgo de emprender una aventura empresarial. Donde los organismos políticos no hacen nada por mejorar esa tendencia, ni por facilitar el establecimiento de nuevas empresas, ni por rebajar el papeleo burocrático, ni reducir las tasas e impuestos. Con un sistema educativo pobre que sigue premiando el conformismo, la complacencia y olvidándose de fomentar los verdaderos valores del esfuerzo, la dedicación y el trabajo. Una estructura laboral incapaz de entender la necesidad de la movilidad y la flexibilidad, donde emigrar se sigue viendo como un destierro y no la búsqueda de oportunidades y la posibilidad de aprender conocimientos que luego se pueden importar. Con leyes restrictivas al libre comercio en cuanto a horarios, localización, etc. y que bajo impuestos ridículos dicen defender valores como el ecologismo, los intereses de las PYMES, etc. y lo que realmente esconden es la necesidad de seguir financiando políticas públicas inútiles.
No Sr. Latorre, el verdadero problema de Galicia no es que el capital extranjero o foráneo compre capital gallego, sino la mentalidad de seguir pensando que los de "fuera" vienen a quitarnos lo que es nuestro, de que la culpa es de ellos. No es culpa de que nos quedemos sin cajas que financien capital autóctono, sino que no hay nadie dispuesto a crearlo, ni políticos con valentía para facilitar esa creación. Los discursos basados en la dependencia, el populismo, con miradas localistas sobre una economía global, no conducen a un futuro prometedor. Si queremos dejar a nuestros hijos una Galicia mejor, debemos empezar por cambiar nuestros relatos discursivos y aplicar medidas acorde con un sistema económico globalizado.
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