Hace no pocos días asistí estupefacto como el pensamiento único enarbolaba una de sus mejores banderas en contra del mercado y el capitalismo, ¿algún día se darán cuenta de que no son lo mismo?, atacando la sociedad de consumo y afirmando tajantemente que fue ésta la culpable del derrocamiento del comunismo; desconozco, tengo que reconocerlo, si la intención de tal proclama era reflexionar sobre lo triste que ha sido que el comunismo cayese por el fenómeno del consumo y no por otras causas o, por lo contrario, lo que realmente pretendía era honrar al caído sistema comunista debido a las malas tretas de su enemigo, el sistema capitalista y sus armas más “maquiavélicas”. Tratándose del pensamiento único de esa izquierda tan social, humanista y progresista nunca se sabe.
Independientemente de la intención de dicha afirmación, por lo más hecha en un lugar donde las afirmaciones tajantes deben medirse con sumo cuidado y no caer en el dogmatismo más burdo, la situación me permitió la posibilidad de reflexionar sobre las posibles causas de la caída del comunismo principios de los años noventa. Hecho que, por otro lado, sorprendió a muchos intelectuales de esa izquierda iluminada que miraba hacia la URSS y sus países satélites como paraísos en la tierra, y eso que ya F. Hölderlin advertía, a manera de profecía, que: “Lo que ha hecho siempre del Estado un infierno sobre la tierra es precisamente que el hombre ha intentado hacer de él su paraíso.”
El análisis sociológico no puede quedarse en la mera superficialidad de los hechos, debe traspasar las fronteras del saber vulgar y abrazar de lleno el saber científico, algo que no puede hacerse con afirmaciones vagas y soltadas al aire como verdades axiomáticas. La caída del comunismo, como cualquier fenómeno social es multivariable y por tanto, la afirmación de su caída por influencias de la sociedad de consumo roza lo grotesco.
Lo que expongo como causas del derrocamiento del sistema comunista implican una visión del problema mucho más abierta que la anterior visión; en este artículo tanto sociología, economía como ciencia política se dan la mano en el intento de una explicación más fiable.
Económicamente hablando podemos pensar que las causas fueron las siguientes:
- imposibilidad del cálculo económico: El presupuesto teórico básico del socialismo marxista o comunismo es erróneo. Consiste en suponer en el mercado tiene tal nivel de irracionalidad que hace ser socialmente ineficiente. Al abolir el mercado, la autoridad comunista abolía de un golpe el único mecanismo objetivo de cálculo económico racional. No existe vía posible de fijación de precios que no sea el mercado. Ya desde los años 70 la economía soviética rayaba el desastre. Los precios eran impuestos por burócratas sin conocimientos básicos de economía.
- baja productividad: Consecuencia de lo anterior. Toda actividad económica soviética era burocrática en el sentido de la inexistencia de incentivos reales a la productividad. Se produce por planificación, por decisión de las elites políticas y sus caprichos.
- incapacidad de adaptación: Fueron economías muy inflexibles, muy rígidas, no aptas para dar respuestas a tiempo a circunstancias cambiantes. Fenómeno típico de economías donde no existe la competitividad, que frena la innovación y el desarrollo de nuevas ideas y formas de producción.
- la falta de competitividad internacional: Su aislamiento en una economía mundial cada vez más interdependiente le condujo a la ruina. No alcanzaron las nuevas tecnologías, se quedaron rezagados en el desarrollo de investigación y desarrollo científico, nuevas tendencias de producción, gestión empresarial, etc.. Literalmente se olvidaron de David Ricardo y las ventajas que reporta el comercio internacional.
- la abolición de la anarquía del mercado: El comunismo no abolió la anarquía productiva, sino el mercado. Y con ello, al contrario, se incrementó dicha anarquía.
Desde la perspectiva sociológica y política encontramos los siguientes motivos:
- la revolución de las expectativas decrecientes: Conciencia que las gentes tienen de sí mismos y su efecto social. Claro pesimismo, esto le dio el golpe de gracia. Uno tenía su papel marcado desde la cuna, donde la tarea que iba a desarrollar no era elegida voluntariamente, sino impuesta por el Partido. Era tal la falta de incentivos que el Estado obligaba a trabajar en los campos de cultivo y las fábricas, pues los individuos no encontraban motivos que los llevasen a realizar las tareas asignadas por el Partido. Como bien dice H. W. Arnold: “La peor derrota de una persona es cuando pierde su entusiasmo.”
- abolición de la explotación del hombre por el hombre: Al abolir el mercado, podía pensarse en abolir asimismo el carácter mercantil de las relaciones humanas. La oferta comunista no consiste en prometer la abolición de la plusvalía, sino en prometer que se abolirá el carácter privado de la apropiación.
- superación de las contradicciones sociales fundamentales: Contradicción entre el campo y la ciudad y entre el trabajo manual y el intelectual.
- extinción del estado y del derecho: Desde el momento en que Estado y Derecho eran dos superestructuras política y jurídica de clase, en el momento en que dejará de haber clases, no serían necesarias tales superestructuras, que serían sustituidas por formas libres de asociación voluntaria de los seres humanos. La justicia de la clase obrera acaba siendo siempre la justicia de partido y es evidente que justicia y partido son términos antitéticos.
- abolición del nacionalismo a favor del internacionalismo: La idea de que el nacionalismo es una ideología burguesa y que el proletariado es una clase universal que no puede reconocer patria sin traicionar sus intereses alimenta toda política leninista.
- perspectiva del hombre nuevo: Contrario a la criminalidad, absentismo laboral, alcoholismo, por otro lado nada lejano a otros sistemas políticos; el comunismo fue un sistema paradójico en este aspecto, pues los anteriores fenómenos aumentaron de manera dramática durante la dictadura comunista.
- la necesidad de reconocimiento del individuo: El comunismo piensa en clases, en masa, en agregados y pierde de vista al individuo. Tal percepción de la sociedad es peligrosa pues los derechos y obligaciones se otorgan por pertenencia a tal o cual agregado determinado y no por el mero hecho de ser un ser humano. En este aspecto, el comunismo no se diferencia de otras dictaduras como el nazismo o el fascismo.
- ansia de libertad: He citado ya más de una vez en este blog la cita de David Hume: “Es raro que una libertad, cualquiera que sea, se pierda de una vez”. Los ciudadanos de los países comunistas veían la libertad existente en los países capitalistas y era algo que ansiaban, pues llevaban luchando por ella desde los tiempos de los zares. Pensaron que la Revolución sería su salvación y se equivocaron, confiaron en el Partido y tampoco fue la respuesta acertada. La gente quería libertad y la pidió a gritos por toda Europa.
A mayores podemos hablar de las propias paradojas del comunismo como proyecto político realizable. Ya muy temprano en la historia del marxismo se hizo patente la contradicción que suponía creer que la historia está regida por leyes científicas y al mismo tiempo instar de las personas un comportamiento subjetivo que cooperara a la evolución y, además, dado que suponía a ésta un carácter positivo y emancipador que acelerara el advenimiento de una sociedad perfecta.
Marx creía haber descubierto la ley que explica y permite predecir el fin fatal del capitalismo, condenado a desaparecer en función de una tendencia intrínseca a este modo de producción y que él formuló como ley del “descenso de la tasa de ganancia del capital”: El capitalismo tiene una tendencia imparable al empobrecimiento que le lleva de crisis en crisis, hasta el momento de su crisis general que tiene entonces aspectos revolucionarios porque será sustituido por un nuevo modo de producción más justo: el comunismo.
Pero Marx no dejo indicaciones acerca de cómo debía ser esta sociedad comunista. Los comunistas si ocuparon en señalar como debía ser con todo lujo de detalles, como Rosa de Luxemburg. Probablemente el ensimismamiento de los autores comunistas en esta creencia en las leyes objetivas de la historia y en la esperanza en la famosa “crisis general del capitalismo”, tantas veces anunciada y tantas veces protestada, les impidió ver la paradoja de que, al final su predicción se cumpliera pero no con el capitalismo, sino con el comunismo. Le ha pasado al comunismo lo que esperaban le pasase al capitalismo.
Claro que todo esto al pensamiento único le suena a chino, para ellos el capitalismo fue el culpable de derrocar a un sistema político que llevaría a todos los seres humanos a la felicidad terrenal. Lástima que muchos de esos intelectuales de izquierdas no pasaran unas buenas vacaciones en un GULAG.