La cultura hacker, una de las cuatro que configura la cultura de Internet, juega un papel fundamental por dos motivos, “es el caldo de cultivo en donde se originan importantes innovaciones tecnológicas mediante la cooperación y la libre comunicación; por otro lado, dicha cultura hace de puente entre los conocimientos originados por la cultura tecnomeritocrática y los proyectos empresariales que difunden Internet en el conjunto de la sociedad” (CASTELLS, M. 2003, 62-63).
Pekka Himanen en su obra La ética del hacker y el espíritu de la era de la información, nos dice que la ética del hacker rompe con la ética protestante y el espíritu capitalista que tan brillantemente explicó Max Weber en su grandiosa obra La ética protestante y el espíritu capitalista. Frente a los valores tomados como válidos por el trabajador protestante, Himanen defiende que los nuevos valores del hacker rompen con una forma de trabajo considerada hasta ahora, como la más aconsejada y válida para la realización de una tarea profesional.
Himanen defiende que “los siete valores de la ética protestante son el dinero, el trabajo, la optimización, la flexibilidad, la estabilidad, la determinación y la contabilidad de resultados.” (HIMANEN, P. 2001, 155). En contra oposición a ellos, enumera los siete valores de la cultura hacker: “El primer valor orientador en la vida del hacker es la pasión, es decir, una búsqueda intrínsecamente interesante que le llena de energía y cuya realización le colma de gozo. En segundo es la libertad. Los hackers no organizan sus vidas en términos de una jornada laboral rutinaria y optimizada de forma constante, sino como un flujo dinámico entre el trabajo creativo y las otras pasiones de la vida, con un ritmo en el que hay espacio para el juego. La ética del hacker del trabajo consiste en fusionar pasión y libertad. Esta parte de la ética del hacker ha sido la que ha ejercido una influencia más amplia.
En la ética del hacker del dinero, [...], el elemento más llamativo es que muchos hackers siguen aún el hackerismo originario al no considerar el dinero un valor en sí mismo y al motivar su actividad en función de metas como el valor social y la accesibilidad. Estos hackers quieren realizar su pasión junto a los demás y crear algo que tenga valor para la comunidad y merecer por ello el reconocimiento de sus iguales. [...] el tercer aspecto esencial de la ética hacker es su actitud en relación a las redes, o la nética, definida por los valores de la actividad y la preocupación responsable. En este contexto, actividad implica una completa libertad de expresión en la acción, privacidad para proteger la creación de un estilo de vida individual, y rechazo de la receptividad pasiva a favor del ejercicio activo de las propias pasiones. Preocupación responsable significa aquí ocuparse de los demás como fin en sí mismo, con el deseo de eliminar de la sociedad red la mentalidad de supervivencia [...] el séptimo y último valor [...] se trata de la creatividad, la asombrosa superación individual y la donación al mundo de una aportación genuinamente nueva y valiosa.” (HIMANEN, P. 2001, 155-157)
Sin embargo, en otro análisis sobre los valores de la ética hacker, que lleva a cabo Castells, reduce el número de siete a un solo valor fundamental: la libertad; “Un valor fundamental [...] la libertad. Libertad para crear, libertad para absorber los conocimientos disponibles y libertad para redistribuir dichos conocimientos en la forma y en el canal elegidos por el hacker” (CASTELLS, M. 2003, 70) A este valor supremo que es la libertad, Castells une un sentimiento de grupo, de comunidad donde el hacker se encuentra plenamente integrado y donde realiza sin límites su pasión.
Otra de las culturas que forma la cultura de Internet es la de los comunitarios virtuales; los primeros usuarios de Internet crearon las primeras comunidades virtuales y estas se convirtieron en fuente de valores que determinaban el comportamiento y la organización social de estas comunidades en la red.
Se hace difícil intentar dar una definición o una imagen clara y concisa de las comunidades virtuales, como muy bien indica Castells: “El ámbito social de Internet es tan diverso y contradictorio como la propia sociedad. Así, las diversas comunidades virtuales no constituyen un sistema mínimamente coherente de reglas y valores sociales, como ocurre con la cultura hacker.
Sin embargo, estas dos comunidades se basan en dos características culturales compartidas de gran importancia. La primera es el valor de la comunicación horizontal y libre. [...] El segundo valor compartido, surgido de las comunidades virtuales es lo que yo llamo conectividad autodirigida, o sea, la capacidad de cualquier persona para encontrar su propio destino en la red y, si no lo encuentra, para crear y publicar su propia información, suscitando así la creación de una nueva red.” (CASTELLS, M. 2003, 79-80)
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