18 de octubre de 2005

El chantaje de las discográficas y las cinematográficas: un enfoque sociológico (II)

Según Castells, “La rápida difusión de los protocolos de comunicación entre ordenadores no habría tenido lugar sin la distribución abierta y gratis de software y el uso compartido de recursos, que se convirtieron en los códigos de conducta de los primeros hackers. [...] la mayor parte de las redes requerían un eje troncal (backhbone) anclado en máquinas de mayor potencia y eso sólo fue posible gracias al contacto entre las redes de base científica y las comunidades de hackers en las universidades” (CASTELLS, M. 2003, 43). Las universidades se convierten en el epicentro de las relaciones entre los científicos más ortodoxos y una subcultura con unos ideales contraculturales como eran la comunidad hackers, de la que también formaban parte profesores y científicos.

Y aunque debemos matizar que no todos los estudiantes y hackers que participaron en los proyectos de desarrollo de Internet tenían valores que podamos relacionar con movimientos contraculturales, compartían una serie de valores relacionados con la libertad individual, de pensamiento libre y la idea principal de compartir información, recursos e ideas; “Esta cultura estudiantil tomó la conexión informática en red como una herramienta de comunicación libre y en el caso de sus miembros más politizados (Nelson, Jennings, Stallman), como una herramienta de liberación que, junto con el PC, transmitiría a la gente el poder de la información, para liberarse tanto de los gobiernos como de las empresas” (CASTELLS, M. 2003, 44).

Por lo tanto, podemos afirmar que la gran característica de Internet es la libertad, la capacidad para expresar libremente los conocimientos y recursos, para compartirlos y mejorar entre todos, la red de redes; podemos decir que por tanto, la arquitectura de Internet es sobre todo una arquitectura abierta. (CASTELLS, M. 2003, 45). Y es que ese es el secreto del rápido crecimiento de Internet, la capacidad interna de su estructura formativa, de su arquitectura, que permite que el objeto se vaya formando constantemente mientras se usa, que permite darnos cuenta de los fallos que tiene e intentar solucionarlos al momento, entre todos, para mejorar el producto final; y para que esto se produzca, deben cumplirse tres condiciones que detalla Castells: “en primer lugar, la arquitectura en red debe ser de carácter abierto, descentralizado, distribuido y multidireccional en su interactividad; en segundo lugar, todos los protocolos de comunicación y sus desarrollos deben ser abiertos, distribuirse libremente y ser susceptibles de modificación [...] y en tercer lugar las instituciones que gestionan la red deben construirse de acuerdo con los principios de transparencia y cooperación que son inherentes a Internet.” (CASTELLS, M. 2003, 49)

Los usuarios de Internet, por tanto, forman una parte importante en la creación de la red, sin embargo, debemos diferenciar claramente que no todos los usuarios de Internet participan activamente en su creación, se impone entonces la necesidad de una diferenciación entre los distintos tipos de usuarios de Internet. Castells ofrece una separación en dos grandes grupos: los productores-usuarios, “aquellos cuyo uso de Internet retroalimenta al sistema tecnológico” (CASTELLS, M. 2003, 57); y los consumidores-usuarios, “aquellos receptores de aplicaciones y sistemas que no interactúan directamente con el desarrollo de Internet” (CASTELLS, M. 2003, 57).

Internet y su cultura son fruto, por tanto, no sólo de los profesionales que se dedican a su evolución y desarrollo, si no que también existe una gama de usuarios que ayudan a su expansión y mejora, en un proceso de feed back.

Castells habla de cuatro estratos que forman la cultura de Internet, ordenados de forma jerárquica: “la cultura tecnomeritocrática, la cultura hacker, la cultura de la comunidad virtual y la cultura emprendedora. Juntos contribuyen a una ideología de la libertad muy generalizada en el mundo de Internet.” (CASTELLS, M. 2003, 58).

En primer lugar analizaremos la cultura tecnomeritocrática o las tecno-elites. Debemos señalar que la concepción del mérito en este tipo de cultura dista un poco de las concepciones de las elites que poseen Pareto o Nietzsche. Para Castells, la cultura tecnomeritocrática basa el merito “por el grado de contribución al desarrollo de un sistema tecnológico que proporciona un bien común a la comunidad de descubridores.” (CASTELLS, M. 2003, 60)
Podemos enumerar las características principales de la cultura tecnomeritocracia como sigue (CASTELLS, M. 2003, 61-62):
  • El descubrimiento tecnológico es el valor supremo, la meta deseada.
  • La importancia y la posición relativa del descubrimiento depende de la aportación al campo de conocimiento, centrado en la solución de un problema.
  • La relevancia del descubrimiento se establece por una evaluación entre los compañeros de la comunidad científica.
  • Existe una jerarquización para la realización y coordinación de tareas.
  • El respeto de la comunidad científica se obtiene si se siguen las reglas formales e informales de la comunidad y no utilizar los recursos comunes para el beneficio personal, lo que se debe conseguir es un beneficio para toda la comunidad científica.
  • El quid de todo esto se centra en la comunicación abierta del software y de todos los avances obtenidos gracias a la colaboración en red.

La cultura hacker, una de las cuatro que configura la cultura de Internet, juega un papel fundamental por dos motivos, “es el caldo de cultivo en donde se originan importantes innovaciones tecnológicas mediante la cooperación y la libre comunicación; por otro lado, dicha cultura hace de puente entre los conocimientos originados por la cultura tecnomeritocrática y los proyectos empresariales que difunden Internet en el conjunto de la sociedad” (CASTELLS, M. 2003, 62-63).

CONTINUARÁ...

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