El mito era el relato fantástico que se usaba y se usa aún hoy en día, para dar explicaciones a fenómenos de nuestro entorno natural y social que no comprendemos. Como relato, su capacidad científica es mínima aunque no nula, pues muchos antropólogos nos han enseñado que el mito encierra muchas cosas dentro de su narración que deben ser tenidas en cuenta y analizadas. Pero el mito también es lo falso, lo creído pero errado, lo aceptado pero mil veces desenmascarado por la comunidad científica, que, sin embargo, debido a fuerzas misteriosas no es desterrado del pensamiento humano. Ejemplos de ello tenemos a miles, baste tomar uno sólo: el creacionismo, ahora llamado muy de forma políticamente correcta teoría del diseño inteligente.
En este artículo voy a referirme a los mitos que existen en torno al liberalismo, errores disfrazados de supuestas verdades que siguen colándose entre el conocimiento de los individuos, que impiden ver lo que realmente se esconde detrás de esas falsas afirmaciones. Murray Rothbard publicó en Modern Age, 24, 1 (Invierno 1980), pág. 9-15, “Mito y verdad acerca del liberalismo”, basado en una ponencia presentada en abril de 1979 en el congreso nacional de la Philadephia Society de Chicago. El tema del encuentro fue “Conservadurismo y Liberalismo”. (Puede leerse el original en LewRockwell.com).
En dicho texto el autor nos demuestra que en torno al liberalismo existen seis mitos o creencias fundamentadas pero falsas, que son aceptadas por una mayoría de críticos al liberalismo que toman como base de sus argumentaciones. Sin embargo, como sabemos bien, partir de suposiciones erradas supone llegar a conclusiones erradas, por ello, Murray Rothbard intentaba poner algo de luz para que no se crease mayor confusión.
Mito #1 Los liberales creen que cada individuo es un átomo aislado, herméticamente sellado, actuando en un vacío sin influenciarse con los demás.
Aceptar tal postulado supone admitir que no existe un complejo llamado sociedad, y eso es algo que ningún liberal da por bueno. Los liberales son en método y política individualistas, desde luego, pero en ningún momento afirman que los individuos son sistemas cerrados libres de las influencias de su entorno y de los demás individuos.
Hayek mencionó en su notable artículo “The Non-Sequitur of the’”Dependence Effect’”, el asalto de John Kenneth Galbraith a la economía de libre mercado en su best-seller “The Affluent Society“ se cimentaba en esta premisa: la economía asume que cada individuo llega a su escala de valores de un modo totalmente independiente, sin estar sujeto a la influencia de nadie más. Hayek responde que todos saben que la mayoría de gente no produce sus propios valores, sino que es instigada a adoptarlos de otras personas. Ningún individualista o liberal niega que la gente se influencie mutuamente todo el tiempo, y por supuesto no hay nada de nocivo en este ineludible proceso. A lo que los liberales se oponen no es a la persuasión voluntaria, sino a la imposición coercitiva de valores mediante el uso de la fuerza y el poder policial.
Mito #2: Los liberales son libertinos: son hedonistas que anhelan estilos de vida alternativos.
Recientemente Irving Kristol, quien identifica la ética libertaria con el hedonismo, asevera que los liberales “veneran el catálogo de Sears Roebuck y todos los estilos de vida alternativa que la afluencia capitalista permite elegir al individuo”. El hecho es que el liberalismo no es ni pretende ser una completa guía moral o ascética, sino sólo una teoría política, esto es, el significado subconjunto de la teoría moral que versa sobre el uso legítimo de la violencia en la vida social. El liberalismo sostiene que el único papel legítimo de la violencia es la defensa de la persona y su propiedad contra la agresión, que cualquier uso de la violencia que vaya más allá de esta legítima defensa resulta agresiva en sí misma, injusta y criminal. Lo que haga una persona con su vida es esencial y de suma importancia, pero es simplemente irrelevante para el liberalismo.
Mito #3: Los liberales no creen en los principios morales; se limitan al análisis de costes-beneficios asumiendo que el hombre es siempre racional.
Hay liberales, particularmente los economistas de la escuela de Chicago, que rechazan la libertad y los derechos individuales como principios morales, y en su lugar intentan llegar a conclusiones de política pública sopesando presuntos costes y beneficios sociales.
Lejos de ser inmorales, los liberales simplemente aplican una ética humana universal al gobierno del mismo modo que cualquier otro aplicaría esta ética a cada persona o institución social. En concreto, como he apuntado antes, el liberalismo en tanto que filosofía política que versa sobre el uso legítimo de la violencia, toma la ética universal a la que la mayoría de nosotros nos acogemos y la aplica llanamente al gobierno. Los liberales no hacen ninguna excepción a la regla de oro y no dejan ninguna laguna moral, no aplican ninguna vara de medir distinta al gobierno. Es decir, los liberales creen que un asesinato es un asesinato y que no deviene santificado por razones de estado si es perpetrado por el gobierno. Nosotros creemos que el robo es un robo y que no queda legitimado porque una organización de ladrones decida llamarlo “tributos”. Nosotros creemos que la esclavitud es esclavitud incluso si la institución que la ejerce la denomina “servicio militar”. En síntesis, la clave en la teoría liberal es que no concede excepción alguna al gobierno en su ética universal.
Por tanto, lejos de ser indiferentes u hostiles a los principios morales, los liberales los consuman siendo el único colectivo dispuesto a extender estos principios por todo el espectro hasta al gobierno mismo.
La coerción atrofia la moralidad porque priva al individuo de la libertad para ser moral o inmoral, y entonces necesariamente despoja a la gente de la posibilidad de ser virtuosa. Paradójicamente, pues, la moral obligatoria nos sustrae la oportunidad misma de actuar moralmente.
Es además especialmente grotesco dejar la salvaguarda de la moralidad en manos del aparato estatal, es decir, ni más ni menos que la organización de policías, gendarmes y soldados. Poner al Estado a cargo de los principios morales equivale a poner al zorro al cuidado del gallinero.
CONTINUARÁ…
4 comentarios:
Interesante artículo Alberto y ojala hayas descansado en tus vacaciones, mira respecto a los dos primeros mitos que señalan no tengo mayor objeción, te encuentro toda la razón, más parecen alusiones a posiciones morales del egoísmo que del liberalismo. El vivir en sociedades mayormente liberales (mayormente ya que es innegable vivir en un revueltijo de ideas y rara vez tocar algún modelo de manera quimicamente pura) nos hace crear este tipo de ideas o mitos. Mucho más fácil es tener un análisis más exacto de la Edad media ya que es pasada, pero el diagnosticarse a tu entorno presente es como el dilema del pez en el pecera: el pez no puede ver los límites del crsital, solo choca con ellos, y le es imposible hacer un diagnóstico fuera de la pecera.
El tercer punto se me es un tanto más confuso. Me queda absolutamente claro que los liberales no se alejan de los princios morales pero esto en específico no me queda claro:
"...los liberales los consuman siendo el único colectivo dispuesto a extender estos principios por todo el espectro hasta al gobierno mismo."
Me imagnio que socialistas, nacionalsocialistas, anarquistas, harían lo mismo con los principios morales que profesan. ¿A que te refieres con eso?,
Seguimos conversando, un abrazo amigo mío
excelte el post, seran solo 6 los mitos del liberalsimo?
ademas
de q liberalismo hablamos?
pq podemso entender a lso liberales en lo economico y conservadores en lo politoc social.
slau2
espero al 2º parte
El artículo es muy interesante y aclarador, me alegra haberlo leido y aprender algo nuevo. Estoy de acuerdo con lo que dices respecto del mito 1 y 2, pero me queda una duda con el 3º: Si no hay un estado que regule en parte las acciones de los individuos ¿cómo podrían estas regularse? Por otro lado, si hacemos caso de Durkheim tendremos que la moral es resultado de la presencia del grupo en el individuo, por lo cual es en cierto modo coercitiva, no seguir una actitud moral, no actuar conforme a valores suponen una sanción social, entonces, ¿dónde estaría la libertad de ser moral o inmoral?, me parece que eso no se puede elegir. Ello no implica que justifique los excesos con que proceden muchas veces los gobiernos (excesos que se aprecian siempre en una relaciónm entre actores con gran diferencia de poder) sino que es necesario que exista una institución que resguarde el contrato social. Diría que cuando los gobiernos se exceden y abusan del ejercicio del poder las personas se ven privadas de ser sujetos, pero ser o no ser moral creo que es algo que un sujeto no puede elegir, siempre estará movido en ese aspecto por el grupo de pertenencia (al que a veces puede renunciar, pero en ocasiones no... a pesar que no hay obligación jurídica de permanencia).
Por otra parte, creo que los mitos sobreviven a la evidencia científica porque son historias atrativas y muchas veces misteriosas, y la belleza del misterio es siempre seductora, impactante y potente.
Quedé con toda la curiosidad de conocer los mitos restantes, estaré esperando la segunda parte.
Saludos desde Chile, y que estés muy bien.
PAtricio, te respondo aquí y te pido perdón por el retraso:
Los liberales llevan el respeto por el individuo y la persona hasta incluso el estado. La moderación de poder, el respeto a la ley, etc.
Socialistas y nacionalsocialistas sobredimensionan el poder del estado perdiendo de vista el respeto por el individuo.
Los anarquistas pierden su buen juicio cuando reniegan de un codigo pactado que nos permita vivir sin enfrentamientos. Estado si, pero limitado, eso nos diferencia de los anarquistas.
Un placer como siempre.
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