En la elaboración de un comentario critico sobre una obra, el crítico debe antes de sumergirse en las procelosas aguas de la opinión crítica, ubicar el texto en un marco histórico y social. De no hacerlo, puede caer en la criticona fácil que otorga por ejemplo, el paso del tiempo o la experiencia. Esto ocurre con el libro de Salustiano del Campo titulado Familias: Sociología y Política; a los ojos de un estudioso de la realidad social actual, los argumentos expuestos por el autor pueden parecer trasnochados o incluso tildados de conservadores, si es que puede acusarse de forma despectiva a alguna persona de conservadora; sin embargo, personalmente considero que la tesis central de la obra sigue hoy en día muy vigente, aunque las condiciones socioeconómicas que la demuestran hayan cambiado desde la fecha en que Salustiano del Campo realiza y publica su estudio; recordemos que la data de publicación es del año 1995 y mucho ha llovido desde entonces en este país en relación con el tema que nos ocupa y preocupa: la familia.
La intención final de Salustiano del Campo es demostrar como ante la inoperancia y escasez de las políticas públicas familiares del último gobierno socialista, recordemos que estamos hablando de los años noventa, la sociedad, y más en concreto la familia, toma el relevo ante los temas que considera fundamentales y ocupa el lugar que esperaba ocupasen los poderes públicos; en las propias palabras del autor: “Ni el Programa 2000 del Partido Socialista Obrero Español guardaba demasiada relación con la manera como en Europa se miraba a la familia en los años ochenta, no se han cumplido sus intenciones de situarla en España en el mismo plano que las opciones que se le reconocen. Paradójicamente, ahora que se ve el horizonte el final de esta etapa de nuestra democracia, cabe señalar que el fracaso de la acción del gobierno socialista en dos puntos concretos, la reducción del paro y la lucha contra la drogadicción, ha fortalecido a la familia, que es la que, sacando fuerza de sus desprotegidas flaquezas, ha proporcionado apoyo material y espiritual a los jóvenes perjudicados por ambas lacras. Sin duda éste no era el propósito, pero así han rodado las cosas” (CAMPO, S. DEL: 1995, 13) Y todo ello a pesar de los tremendos cambios que ha sufrido la familia durante la etapa de la transición y la democracia.
Para defender su postura, realiza Salustiano del Campo un trabajo de análisis dividido en tres partes, que coinciden con las divisiones naturales en las que se estructura su obra. En la primera de ellas, aborda la familia desde un punto de vista teórico, intentando dar una definición de familia, y posteriormente analizando los procesos de cambio que se producen y han producido en la institución familiar. Expone también diferentes modelos matrimoniales y tipos de familias así como un comentario sobre la familia simétrica y el trabajo de la mujer. Para terminar con esta parte, nos habla de la marginación de la juventud.
La segunda parte, por así decirlo, es la parte más cuantitativa del libro, mediante el análisis de una serie de datos demográficos, Salustiano del Campo intenta acercarnos en un primer momento a la situación de la población europea; terminando con los cambios más recientes en la familia española.
Por último, la tercera parte, para mí la de más interés junto con la tesis central del libro, donde el autor hace una comparativa de las políticas familiares durante la etapa del franquismo y la democracia.
Ofrece Salustiano del Campo no una definición de familia, sino dos, conocedor de la dificultad que presenta esa tarea. La primera de ellas corresponde a Burgess y Locke: “grupo de personas unidas por lazos del matrimonio, de la sangre o de la adopción, que constituyen un hogar y que se comunican e interaccionan en sus papeles sociales de marido y mujer, madre y padre, hijo e hija, hermano y hermana, y que crean y mantienen una cultura común”. Llegados a este punto, debemos señalar dos corrientes en los estudios de la familia, la consideración de la familia conyugal como universal, donde caben dos corrientes:
a) Los que aceptan la universalidad de la familia: Goode, Burgess, Locke.
b) Levy-Strauss que defiende que no hay una ley universal para la familia conyugal, ni siquiera hay una demostración clara de evolucionismo lineal de las formas familiares. Todo tiene que ver con la capacidad de adaptación al entorno, a la cultura.
La segunda definición que nos ofrece el autor es la de las Naciones Unidas: “Textualmente parece sobreentenderse por familia, en los documentos de la ONU, una institución social de origen natural, basada en lazos de relación derivados del matrimonio, de la descendencia o de la adopción, y constituida, en su forma originaria o nuclear, por los padres, normalmente casados, aunque no necesariamente, y sus descendientes, los hijos, unidos por lazos familiares fortalecidos por el amor y el respeto mutuo” . A las que hay que sumar otros nuevos tipos de familias como las monoparentales, las familias plurigeneracionales, y las familias poligámicas y comunales.
Resumiendo, nos encontramos ante dos posturas que definen familia de manera diferente, con pequeños matices, aunque también con semejanzas. Personalmente considero que ambas tienen una visión reduccionista del concepto de familia, y sin caer premeditadamente en el fallo que anunciábamos al principio de esta recensión, creó que debe superarse, por lo menos en el campo de los estudios sociales de la familia, la concepción de ésta como la unión de un hombre y una mujer y ampliar la definición más allá del simple sexo de los miembros de la familia.
Continuando con la exposición de Salustiano del Campo, se está produciendo una deconstrucción de la familia, una serie de disociaciones en los papeles que tradicionalmente se han otorgado a la familia y el matrimonio, que en la actualidad están saliendo del ámbito familiar. Papeles o roles como el hogar, la relación económica, la relación sexual y la reproducción; que ya no se realizan únicamente dentro del entorno de la familia.
Se producen una serie de consecuencias a partir de lo expuesto anteriormente:
a) Separación del ejercicio del sexo y la procreación
b) Del acto sexual y la concepción
c) Del sexo y el matrimonio
d) De la procreación y el matrimonio
e) De la concepción y la paternidad
Debo una vez llegados a este punto, hacer una serie de objeciones de nuevo. Ante la idea, y cito textualmente: “La idea de que el ejercicio del sexo pertenece íntegramente a la esfera del individuo es una innovación revolucionaria producida en el siglo XX. La actividad sexual nunca había sido considerada de este modo, y no por su naturaleza, sino por sus consecuencias.” (CAMPO, S. DEL: 1995, 35) Otros autores han demostrado que anteriormente a la instauración de la familia romana en occidente, la familia germánica era totalmente diferente, donde si se entendía el sexo fuera de la familia y como un acto individual; esta idea y otras muchas sobre el cambio radical que supuso la instauración cuasi-obligatoria de la familia romana por parte la Iglesia Católica Romana es defendida por Jack Goody.
La otra crítica, y cito de nuevo textualmente: “Al convertirse el nacimiento de los hijos en una opción de consumo...” (CAMPO, S. DEL: 1995, 35) Los hijos si bien es cierto que deben ser fruto del amor, siempre han sido una opción de consumo, aunque también de producción, papel fundamental que también adquirían en el pasado.
Y es a partir de aquí y hasta la finalización del libro, donde Salustiano del Campo se adentra, en lo que personalmente me parecen, ideas muy discutibles. Aunque si bien es cierto que el papel de la mujer adquirido, perseguido y deseado, ha provocado una serie de transformaciones radicales en la familia, no podemos culpar de todo los procesos negativos a las féminas. El tan manido tema de la conciliación laboral y familiar, el igualitarismo del que habla el autor, que considera una cuasi utopía social, deben buscarse y lograrse, y el hombre, tanto o incluso más que la mujer, debe saber buscar el nuevo papel que la sociedad le está exigiendo.