15 de julio de 2005

Los sindicatos y la pobreza vistos desde la izquierda

Leo en el diario Expansión, del jueves 14 de Junio del 2005, un artículo de Ramón Jáuregui Atondo titulado: "Dos noticias y una misma reflexión"; con el cual no comparto sus opiniones. Dice Jáuregui: “Ya es bastante lo que le está ocurriendo al sindicalismo en los tiempos de la globalización económica y en el marco ideológico impuesto por el neoliberalismo, como para que, además, se sume una crisis de sus líderes, especialmente en el movimiento sindical más fuerte y organizado, como es el sindicalismo alemán”. Los problemas del sindicalismo nacen no por los aspectos negativos, que de forma implícita en el artículo de Jáuregui, parecen poseer la globalización y el neoliberalismo, sino por la falta de capacidad para adaptarse a los retos que plantea la actual economía global.

La estructura de las organizaciones sindicales y su visión sobre la problemática económica y social de los trabajadores, a los cuales supuestamente defienden, se ha quedado anticuada, ya que no pueden ejercer su coacción como lo hacía antaño. Hoy en día los sindicatos no representan a todos los empleados de una empresa, pero siguen empeñados en querer ser la voz y el camino a seguir de todos ellos, estén afiliados o no, estén de acuerdo con sus ideas o no. Los sindicatos están perdidos en un mundo que no quieren comprender y el cual no quieren aceptar, y cuanto antes se enteren de ello, mejor para los trabajadores y los empresarios.

En relación a los conciertos promovidos por Bono y Geldof para solucionar la pobreza, dice Jáuregui: “No desprecio estos movimientos, los miro con simpatía, sabiendo que en su corazón late la vieja aspiración de justicia y libertad que animó siempre al progreso y a la izquierda”. En los inicios de los movimientos socialistas y de izquierdas, sus ideologías se perdían es un igualitarismo totalitario y no acababan por convencer a sus seguidores plenamente, pues tenían éstos miedo de perder libertades ante unos partidos y movimientos que no querían dejar esfera social, política y económica sin dominar y controlar. Fue entonces cuando se dieron cuanta de que, si querían llegar a cumplir sus verdaderos propósitos, debían incluir a la libertad entre sus ideas, pero se trataba de una libertad con trampa: recortaba la libertad a los individuos pero parecía otorgar carta blanca a gobiernos, partidos políticos e incluso sindicatos.

Lo que a Jáuregui parece preocuparle, es que los partidos políticos, sobre todo los de izquierda, no sean capaces de ser los abanderamos de las preocupaciones ciudadanas; parece olvidar que los partidos políticos sólo buscan una cosa: ganar las elecciones. Acabar con la pobreza mundial no está entre la agenda de los líderes mundiales porque tampoco está entre los principales problemas personales de los ciudadanos del mundo desarrollado.

Jáuregui llega incluso a afirmar que en un principio llegó “a confiar en los movimientos altermundialistas […] como embrión de una sociedad concienciada y movilizada contra una globalización tan injusta como insoportable en lo social y tan incoherente como suicida en lo ecológico”. Opino que es precisamente el proceso de globalización el que nos hará ver y compartir los problemas mundiales y buscar una solución a ellos de manera conjunta. No se puede decir que los gobiernos deben actuar a nivel global y luego acusar a la globalización de todos los males habidos y por haber.

Me asombra también la inocencia de Jáuregui cuando dice: “[…] los pequeños incidentes de Edimburgo, dominados por pequeños grupos anarcos, sin organización, ni líderes, ni propuestas […]”. De verdad cree el señor Jáuregui que esos grupos funcionan así, debería pasar un tiempo navegando por las páginas Web de grupos como http://acp.sindominio.net/ ; o todo un directorio de este tipo de grupos desorganizados: http://www.rebelion.org/directorio.php .

La izquierda sigue confundiendo el término igualdad: una cosa es que ante la ley yo sea igual que cualquier otro individuo, pero otra cosa es hacerme igual a la fuerza en todo, yo no tengo que ser igual a otro individuo, yo tengo mis circunstancias personales únicas: mi educación, mi trabajo, mi forma de vida, mi ideología, etc. y no se puede coger y decir que todos iguales nos guste o no.

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