Comienzo una de mis lecturas atrasadas, una de las muchas que acumulo, y debo confesar que la inicio con una sensación de sorpresa. El libro en cuestión se titula “Principios de bioética laica” del catedrático de Ética de la Universidad Autónoma de Madrid Javier Sabada.
Reconozco mi desconocimiento sobre los temas y puntos más importantes sobre la bioética, aún a pesar mío, pues se trata quizás de uno de los debates más interesantes que han aparecido a la palestra en los últimos años. No es que no haya oído hablar sobre el asunto, todo lo contrario, los medios de comunicación rara vez no ofrecen información al respecto, sin embargo, si es la primera vez que me adentro en las procelosas aguas de la bioética de una manera más especializada.
Hablaba del sentimiento de sorpresa que me asaltó cuando comencé la lectura de la obra. El motivo se encuentra en la página 16, cito textualmente:
“Un bebé podrá tener cuatro madres. Efectivamente, una madre sería la que pone a disposición el núcleo con la carga genética; otra, la que aporta el óvulo; otra, la que ofrece su útero en alquiler para llevarlo, ya fecundado; y, finalmente, la madre social que lo eduque. Las relaciones de identidad, parentesco y sociales, como se ve, chocan con las habituales, e incluso, se diría, con las morales.” (SABADA, J. 2004, 16).
¡Cuatro madres!, vaya, y yo que pensaba que era difícil explicar a un niño que sus padres no son sus padres biológicos, sino adoptivos.
Nos encontramos, si alguna vez esto se lleva a cabo, ante una serie de desafíos muy interesantes y que no deberíamos ignorar. Parece claro pensar de todo lo anterior, que conocer a la madre del recién nacido será un verdadero misterio
No veo problemas en conocer a la madre “legal”, es decir, la que la ley reconoce como la responsable del cuidado y manutención del bebé. Sin embargo, llegado un momento, ¿no podrán las demás madres reclamar ese derecho?, ¿no tendrá derecho el niño a conocer a todas las mujeres implicadas en todo el proceso de procreación? .
Sin embargo, el embrollo puede complicarse aún mucho más. ¿Podemos considerar como hermanos a los hijos de las madres que han participado en el proceso, pero ahora no son la madre “legal”? ¿Qué pasará con la filiación y la descendencia?
Parece claro que el tema es muy fecundo, pero tampoco quiero extenderme aquí, pues no creo que sea el lugar adecuado, pero tampoco quiero dejar pasar por alto la oportunidad para reconocer que, ante esta posible realidad que se avecina, estoy impaciente por observar como se desarrolla todo. ¿Ustedes no?
BIBLIOGRAFIA
Javier Sabada (2004): Principios de bioética laica. Gedisa Editorial. Barcelona.
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